Friday 29 de March, 2024

CIENCIA | 28-04-2015 21:44

Amores perros

La hormona del amor une a los canes y sus dueños. Mirarse a los ojos sube los niveles. Por Andrea Gentil.

Hace 10 mil años, un predador parecido a lo que es un lobo actual le dio inicio a un nuevo linaje: uno que simpatiza con los seres humanos y que poco a poco aceptó ser domesticado y acompañar a nuestros antiguos ancestros en sus rondas alrededor del calor del fuego.

Ese “movimiento genético” pudo no ser casual. O sí. Eso no lo sabremos. Pero lo que asegura ahora una nueva investigación científica es que la relación de afecto mutuo, de amistad humano-canina que caracteriza el intercambio de perros y humanos (salvo deshonrosas excepciones) tiene una base bioquímica más fuerte que la sola necesidad de cobijo por parte del can, o de compañía, por parte de las personas.

Mundo social. Aún siendo cachorritos, los perros responden a actitudes humanas frente a las cuales tienen que cooperar, como ir a buscar un hueso que se les tira, encontrar comida escondida o responder a los premios y caricias. Para esto, es preciso que el animal tenga una conexión de tipo social con su dueño/a, sea esta expresada a través de la mirada, de los sonidos, o del análisis de los gestos. Eso, sin contar con que muchos perros incluso aprenden el sentido de palabras.

La relación social que los canes logran establecer con las personas es tal, que son capaces de mantener un vínculo mediado por el ensayo y el error a veces similar al que puede mantener un niñito pequeño, de menos de 1,5 año.

La hipótesis de la domesticación canina sugiere que las tendencias hacia el gusto por los seres humanos por parte de los perros sería resultado de un temperamento maleable y amable, que le permitiría a los peludos interactuar con los humanos más como compañeros que como adversarios o simples advenedizos. ¿Pero cuáles son las bases biológicas de este comportamiento? Porque los lobos, parientes primarios de los perros, ignoran la interacción social con las personas, y no las buscan para resolver sus problemas como sí lo hacen los perros.

Todo estribaría, de acuerdo con un trabajo científico realizado por investigadores de la Universidad de Tokio, en Japón, en una hormona, conocida popularmente como “la hormona del amor”.

Técnicamente, es una sustancia ya conocida por los científicos por tener un rol en lo que al comportamiento asociativo y colaborativo entre miembros de una especie se refiere. Lo que no se había comprobado hasta ahora era que también sirviera para fortalecer los lazos entre miembros de especies diferentes. Como los perros y los seres humanos.

La investigación nipona muestra que luego de una prolongada mirada a los ojos entre un perro y su dueño, los niveles circulantes de oxitocina, de endorfina, de dopamina y de prolactina aumentan considerablemente en ambos. A mayor cantidad de oxitocina en el perro, mayor sociabilidad y conexión con el humano; y a mayor de ambas situaciones en el can, más oxitocina en su dueño.

En resumen: más amor y capacidad de comprensión. Igual que lo que las investigaciones muestran sucede entre una madre y su hijo.

Los hallazgos de la investigación servirán para explicar, con más estudios, por qué los perros de asistencia producen tantos beneficios entre personas autistas, ciegas y con otros desórdenes de tipo neurológico, como el estrés postraumático. El amor cura, incluyendo al perruno.

Seguí a Andrea en Twitter: @andrea_gentil

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