Thursday 28 de March, 2024

SOCIEDAD | 29-04-2015 11:39

Experiencia GH 2015

Gran Hermano en primera persona. Una noche en la casa más famosa del país. Por Leni González.

A un grupo de 14 periodistas nos invitaron a “vivir la experiencia GH” que consistió en pasar doce horas en la casa armada en los estudios de Endemol, en Palermo, desde la cena del lunes 27 hasta el desayuno del martes 28, incluido todo lo que pueda suceder.

Acerca del lugar, no voy a repetir lo que ya todos vieron por televisión: la piscina, las plantas, el jardín, el cuarto rojo con sorpresas, el único baño y ducha provistos con artículos Día, el SUM para ser feliz, el confesionario. “Cuenten cosas lindas”, nos dijo alguien con una sonrisa al despedirnos. Y es imposible no hacerlo, porque la casa de GH es, efectivamente, linda: todo es nuevo, todo reluce, todo es cómodo y mullido, todo es colores y frescura joven. Nunca tendré tantos utensilios en mi cocina ni un jacuzzi ni sauna con sales de baño a elección, ni sillones cool con almohadones que dicen love. Tampoco nunca contaré con más de 50 cámaras encima las 24 horas.

Obra del gran escenógrafo Alberto Negrín, la casa de GH no es ni más ni menos que eso: la escenografía de una pieza teatral o de una filmación. Los muebles pueden ser auténticos pero nunca escaparemos al verosímil porque se trata de una convención, una puesta en escena, una mentira que aceptamos vivir. Las luces potentes están prendidas de continuo como en un criadero de gallinas donde no se considera parar de comer y producir. En la casa de GH no hay libros ni revistas (por supuesto, tampoco celulares) ni cuadernos ni lápices. Hay que hacer algo con los otros y el fuera de foco no existe.

No cocinamos como los participantes sino que encontramos la mesa puesta con sushi y varias botellas de extra brut. Cada tanto, la voz de Gran Hermano aparecía para explicarnos algo y respondíamos mirando hacia arriba, aunque no rezábamos. Conocí gente que no conocía, escuche anécdotas divertidas y comprobé otra vez que nada nos gusta más a los periodistas que hablar de nosotros mismos.

Ninguno ganó premios porque, ejem, estábamos trabajando pero me llevé de recuerdo el antifaz que nos dieron para dormir y un atisbo de aburrimiento cuyo límite ninguno alcanzó a cruzar para saber qué había del otro lado.

por Leni González

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