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COSTUMBRES | 04-05-2015 14:36

Infidelidad financiera

Ocultar las compras o tener cuentas secretas son el anuncio de problemas afectivos en la pareja. Dos especialistas nos dan alertas y consejos. Por Cecilia Bouflet y Marcelo Elbaum.

Lo más habitual es que en una charla de amigos o incluso en un consultorio terapéutico al aparecer la palabra «infidelidad», todo se lleve al terreno del engaño físico y amoroso cometido por una persona; la psicología se refiere a cuestiones que tienen que ver con la «libido». Pero no es la única. Existe otro tipo de infidelidad, que es tanto o más perjudicial para las relaciones de pareja y es justamente la “infidelidad financiera”.

Generalmente empieza con conductas pequeñas, sin consecuencias mayores. El que protagoniza el acto no le ve otra connotación que la de darse un gusto sin dar demasiadas explicaciones. Una mujer que se compra un vestido caro de algún diseñador famoso alegando que estaba discontinuado y costaba un 60% menos, pero en realidad no había descuento, o un hombre que compra un traje en las mismas condiciones; o cuando para la compra de algo se usan cupones de descuento, pero se oculta y se retira el dinero del valor total de la compra y el descuento que se ahorra va a parar a una cajita escondida, o en los casos más definidos, a una cuenta individual.

El problema es cuando, con el tiempo, estas conductas se vuelven cada vez más habituales y por mayores montos o más complejas y cada uno de los cónyuges, tanto hombres como mujeres, comienzan a justificarse y racionalizar estas decisiones alegando que están buscando su “seguridad financiera personal”.

Entre las conductas más frecuentes de infidelidad financiera podemos incluir acceder a créditos, poseer tarjetas de crédito, gastar o tomar prestado dinero, tener cuentas bancarias individuales, esconder en algún lugar dinero en efectivo, entre otras cosas.

En la pareja, el dinero es una fuente de poder y cuando esa relación está desbalanceada, la infidelidad financiera puede aparecer. La persona que oculta dinero o una acción vinculada al dinero no es quien tiene el control, es el que se siente sometido. Reacciona en “rebelión contra el control” que la otra parte quiere ejercer. La infidelidad financiera también se manifiesta como una forma de llenar el “vacío” emocional que se siente en la relación de pareja.

Razones. Existen muchas razones que llevan a las parejas al ocultamiento o a situaciones de infidelidad financiera. Si bien no se puede abarcar a todas, hay dos causales que subyacen a todas en relación al gasto y al ahorro: la necesidad de confort emocional y la sensación de seguridad.

Es la relación de “intercambio” y de “lucha de poderes” que se establecen en las parejas.

Visto desde otra óptica, esta conducta es visualizada como un “seguro de pareja”, o sea, se busca “comprar” un seguro que se puede cobrar cuando ocurra el siniestro de falta de confort emocional o falta de seguridad.

Veamos algunas de las causales en las que muchos identificarán, lo que los llevará a la reflexión:

1) Él lo hace/todos lo hacen: no se sabe bien el porqué o las consecuencias que trae, pero se instala como una verdad que cada miembro de la pareja podría tener una cuenta secreta o algún canuto para esconder gastos no permitidos o que sabe que serían sancionados por el otro como regalos caros, salidas con amigos, gustos personales, entre otros.

2) Educación: un aspecto que se viene transmitiendo de generación en generación, como hemos señalado antes y nos han reflejado algunos de nuestros entrevistados. El caso de las abuelas a las hijas mujeres ya es un clásico.

3) Desconfianza en la pareja: a medida que pasan los años, uno continúa observando que su pareja muchas veces es presa de impulsos y no se puede controlar en ciertos gastos: no tiene buenos hábitos financieros. Si bien muchos de esos gastos son para disfrutar en el hogar, tienden a ir más allá de las posibilidades reales de la familia que termina penando por el dinero. El hecho de poder acceder a un determinado fondo secreto y disponible opera como una forma de “protegerse a uno mismo”.

4) Salida de emergencia: Hoy en día, en la era del “amor líquido”, en donde la tolerancia es cada vez menor y el número de divorcios crecen año a año, está asentada la duda de cuánto va a durar una pareja. En algunos casos esa inquietud surge desde el minuto uno en que se constituye y en otras la duda crece cuando la relación avanza y se comienzan a percibir incompatibilidades que indican que en algún punto se va a romper esa construcción. Ante esta perspectiva, las personas cometen infidelidad financiera ocultando y encanutando dinero para poder vivir luego de una hipotética separación. Este ejercicio también busca preservar el poder de decisión, tener una actitud proactiva: en cuanto a que el que quiere separarse y cuando quiere hacerlo tiene la libertad financiera de dar el paso escondida debajo de su lado del colchón.

5) Temor a ser dejado: Esto es parte de la inseguridad que se siente dentro de la pareja y uno de los miembros tiene miedo de que lo abandonen y quedarse en “pampa y la vía”. Este escenario es más frecuente en aquellas parejas que conviven pero no se han casado legalmente. Y adquiere singular importancia cuando la mujer no es independiente ni autómona y el hombre es el proveedor, porque la inunda el sentimiento de inseguridad económica.

6) Para evitar conflictos en la pareja: A esta altura no quedan dudas de que el dinero es una de las mayores fuentes de tensión en la pareja. Hemos dicho que el dinero habla. Y habla como un “síntoma” de cuestiones que no tienen que ver con el dinero sino con aspectos emocionales o de reconocimientos y necesidades individuales. Charlar sobre la mejor forma de administrar el dinero en la pareja; no ser criticado por determinados gastos propios; expresar desigualdades en el uso del dinero y la calidad de vida de cada uno; entre otros, son cuestiones difíciles y la infidelidad financiera es una forma de tapar el problema.

Señales de alerta. Entre las muchas señales de alerta podemos nombrar:

1) Retiros sospechosos de una cuenta bancaria.

2) La insistencia de una las partes de tener un control absoluto de las finanzas del hogar sin dar muchas explicaciones.

3) Cuando uno de los integrantes cambia rápidamente de tema cuando emergen situaciones relacionadas con el dinero.

4) Cuando una persona insiste en tener claves secretas para las cuentas bancarias online.

Si bien las anteriores son señales de alerta que alteran el orden habitual o el desarrollo rutinario de la vida financiera familiar, existen otro tipo de “señales” que tienen más que ver con los consensos que se determinan en la pareja sobre la forma de administrar el dinero.

Si bien en teoría serían acuerdos beneficiosos para la pareja, también pueden convertirse en facilitadores de infidelidad financiera en la práctica si no se hacen a conciencia y con el compromiso de que sean respetados.

1) Cuentas separadas: Nosotros coincidimos en que es deseable que cada miembro de la pareja, luego de cumplir con los compromisos familiares, tenga su dinero para administrarlo libremente. Esto implicará tener cuentas bancarias separadas. Pero sólo funciona en la medida en que lo que pasa con esa cuenta “libre” sea transparente y conocida por el otro, sino es una tentación a la infidelidad financiera.

2) Uso no racional del dinero: muchas veces una de las partes quiere darse un gusto postergado. Pero suele pasar que luego de ese gasto, el impulso lo lleva a realizar otro, y otro, hasta que la tarjeta de crédito quede con su límite utilizado por completo y al llegar el resumen no se puede afrontar. Cuando se elige ocultar en lugar de blanquear este desliz, empieza a rodar una bola de nieve porque surgen problemas de endeudamiento, mentiras respecto de los gastos; se esconden los resúmenes de cuenta; se pide prestado para corregir nuestros errores financieros y todo se transforma en un círculo vicioso que no sólo compromete a la persona, sino a la pareja y a la familia.

3) Planeamiento deficiente: la vida actual muchas veces nos incita a vivir el “carpe diem” y nos hace olvidar que el futuro está a la vuelta de la esquina. Y así es que no planeamos adecuadamente la jubilación; las necesidades de los chicos cuando crecen, y esto nos lleva a “atacar” determinados ahorros que eran para otros destinos, sin que la contraparte lo sepa.

Consejos. Propiciar la confianza es el punto número uno para no caer en esa trampa.

Mantener la independencia es para nosotros el mejor camino para lograrlo.

Para algunos la fórmula será la de cuentas compartidas, para otros la de separadas, para un tercer grupo un fondo en común y un presupuesto para que cada uno maneje de manera independiente. Lo importante es que los dos miembros de la pareja tengan voz y voto a la hora de decidir el modelo a seguir. Ambos deben sentirse libres de poder tomar decisiones y confiar en el otro a la hora de que tome las suyas propias.

Si esa confianza no existe, habrá que conversar todo el tiempo que sea necesario hasta lograr un consenso. De no hacerlo, los que se exponen son por igual los controlados y los controladores, porque lo que está en juego es el patrimonio de la familia que formaron en común.

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