Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 07-05-2015 15:13

Tendencia 2015: la “pata radical”

La elección de Leandro Santoro como vice de Recalde es sintomática de un fenómeno mucho más amplio.

El anuncio del candidato a jefe de gobierno porteño del FPV, Mariano Recalde, sobre su elección de vice confirmó una curiosa tendencia en los armados electorales del año: la búsqueda de una “pata radical” para enriquecer la oferta a los votantes. Recalde acaba de ungir a un radical (bah, al yerno de Leopoldo Moreau, un lobbysta congraciado con la Presidenta, formado en la militancia alfonsinista) para que lo acompañe. Massa busca radicales hasta bajo la alfombra para emparchar el colador en que se está transformando vertiginosamente su Frente Renovador. Macri se casó con una parte de la UCR -y hasta se encadenó a la ex radical Elisa Carrió- para alquilar una masa crítica de lotes de dominio territorial en el plano nacional.

Paradójico revival radical. ¿No era que se trataba de un partido en vías de extinción? ¿No eran los radicales el rostro más simbólico de la derrota? Y todavía más: ¿no era que el único requisito ineludible para armar una lista ganadora -y un gobierno sustentable- es tener atornillada la “pata peronista”?

Quizá una cosa no quita la otra. Tal vez el peronismo (y sus derivados, como el fenómeno Macri, de origen menemista y modales popu-peronistas) esté atravesando otra de sus crisis cíclicas, no de gobernabilidad, pero sí de idoneidad institucional: sus parches oportunistas a la economía y al andamiaje republicano están volviendo -una vez más- inviable un proyecto a largo plazo de país. Y los radicales -sujetos de una larga crisis de autoestima- con su estigmatizada obsesión leguleya y constitucionalista pueden arrimar algo de pulcritud republicana a la mugre autofestejada de los liderazgos peronistas. También es cierto que los enclaves de jurisdicción radical en todo el país siguen siendo un botín preciado e imprescindible para cualquier aspirante peronista al poder local o presidencial. En todo caso, es claro que ambas fuerzas todavía se necesitan, como en las épocas en que había algo parecido a una alternancia. Y quizá la confusión de hoy se originó precisamente en que los golpes militares nunca permitieron que se diera el juego ordenado de una alternancia peronista/radical al cabo de las décadas. Y hoy nos encontramos con que aquella alternancia sucia del siglo XX derivó en una fusión permanente de esquirlas de ambos partidos en el gobierno de turno, pero también en las ofertas electorales de oposición. Parafraseando a Perón, podríamos decir hoy que todos somos peronistas (y radicales), pero con camisetas de diferentes partidos. Solo queda saber si esa mezcla es la llave a la estabilidad futura o la señal de alerta de que el actual sistema de partidos ha quedado obsoleto, y que necesita ser reemplazado con urgencia por otros espacios de representación ciudadana. Basta mirar a España y a Italia, con sus crisis institucionales derivadas de economías quebradas y partidos rotos.

*Editor Ejecutivo de NOTICIAS.

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por Silvio Santamarina*

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