Tuesday 16 de April, 2024

OPINIóN | 07-07-2015 17:05

Francia sigue bajo amenaza

A seis meses del atentado a la revista satírica Charlie Hebdo, el terror potencial de los grupos islamistas sigue poniendo en alerta máxima a los franceses.

El grupo extremista Estado Islámico, que gana terreno en Siria e Iraq, o la red Al-Qaïda recluta con éxito en los suburbios empobrecidos de las grandes ciudades de Francia y maneja con maestría los códigos de comunicación de las sociedades occidentales.

Seis meses después del atentado en Paris contra la revista Charlie Hebdo , que publicaba caricaturas del Profeta Mahoma, así como de otros líderes religiosos y políticos, el riesgo potencial de atentados sigue creciendo, conforme se desarolla el sueño jihadista.

Los hijos o nietos de argelinos, marroquies, senegaleses, malienses, que emigraron a Francia en búsqueda de mejores oportunidades laborales se encuentran en un callejón casi sin salida.

La integración a la sociedad gala existe, pero la gran mayoría de los franco-musulmanes se sienten abandonados por el Estado francés. Nacieron en Francia, fueron a la escuela de la República, pero a medida que crecen, comienzan a sentirse estigmatizados a la hora de buscar un empleo, alquilar un departamento o al entrar en un boliche. Un francés de origen africano o árabe es frecuentemente parado por la policía en controles callejeros de rutina.

En el Mundial de fútbol, esos muchachos hinchan por Argelia, repudian la república laica que no les procura las oportunidades deseadas y algunas mujeres adoptan en desafío la burqa/abaya, aunque el velo islámico integral que disimula hasta la cara está prohibido en los lugares públicos.

Francia fracasó en su misión de integrar a los emigrantes que las empresas necesitaron para sostener el desarrollo económico de los 1960/70. Los jóvenes de los suburbios de las grandes ciudades no tienen fe en el lema “Liberté, égalité, fraternité” que aparece en las fachadas de miles de edificios públicos. Muchos han tenido problemas con la justicia y el partido opositor Front National, que busca romper el bipartidismo tradicional entre Socialistas y Conservadores, y les acusa de vivir de subsidios del Estado y de la delincuencia.

En este contexto, son presa fácil de reclutadores del EI. Al menos 1.500 franceses integran sus filas. Casi un centenar murieron en combates. De esos 1.500 miembros franceses de EI, 25% son “convertís”: miembros de familias católicas que se convirtieron al islam. En muchos casos, por rebeldía “contra el sistema”. Son los que dieron un paso adelante. ¿Cuántos más están por hacerlo?

El atentado contra la revista Charlie Hebdo demostró que los jihadistas afeccionan blancos simbólicos. ¿Cuál será el próximo blanco de los islamistas fanatizados en Francia? ¿La Torre Eiffel, los Santuarios de Nuestra Señora de Lourdes, donde convergen millones de católicos del mundo, un aeropuerto, una estación de trenes, como ya sucedió en los años noventa, o el túnel ferroviario bajo el mar que une París y Londres?

Desde antes de la última ola de atentados, a fines de junio, realizados para celebrar el primer aniversario de la proclamación del Califato del Estado Islámico, Francia está en alerta máxima, pero eso no basta para erradicar una amenaza difícil de identificar. Sería más fácilubicar a militantes sirios o iraquíes en misión en Francia, pero no. La amenaza es endógena, viene del interior, con pasaporte y acento francés. Son de Bretania, de Normandia, de Alsacia, del sur de Francia. Los lobos solitarios como Mohamed Merah, o los hermanos Kouachi actúan fuera del radio de los radares de los servicios de inteligencia, rebasados por los acontecimientos. Así, toda tentativa para contrarrestar el terrorismo islámico parece vana. Y mientras las intervenciones militares de Francia prosigan en Irak, en Mali y en Níger, los fanáticos seguirán encontrando argumentos.

*Director de Agence France-Presse (AFP),

Argentina/Paraguay

por Alexandre Peyrille*

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