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CULTURA | 14-07-2015 17:47

Se buscan carteles

“Proyecto cartele” es una tarea colectiva que rescata el humor en las estrategias publicitarias más primitivas. ¿Rareza bizarra o documento social?

Es peligroso cruzar esta vía, si no sabe leer, consulte en boletería”, anuncia un insólito cartel, uno de los tantos que aparecen en la página web de “Proyecto Cartele”, una idea de tres compañeros de trabajo que se convirtió en libro y ya va por el quinto en el mercado. Ahora, vuelve un nuevo catálogo con más fotos de carteles, pizarras, pintadas en la vía pública, pasacalles, de todas partes del país y de todo el mundo, publicado por editorial Planeta. Un libro donde se exhibe lo absurdo y lo creativo, lo irónico y lo bizarro, lo básico y lo brillante.

El proyecto surgió como surgen las mejores ideas: sin querer. Gastón Silberman, Machi Mendieta y Esteban Seimandi son tres amigos que vienen de distintas áreas dentro del mundo de la comunicación y, de alguna manera, transmitir desde las palabras o las imágenes siempre estuvo dentro de sus planes.

Silberman, quien trabaja en publicidad, admite que “estas expresiones que nosotros llamamos ‘cartele’ son la antítesis de lo que trataba de construir en mi trabajo, es ver el lado B de la profesión, un lado lúdico”. Y agrega, “sentía que todo lo que hacía era malísimo al lado de esto, me pasaba el día pensando ideas y después aparecía un cartel de estos y para mí era impensado crear un mensaje con esta espontaneidad. Tenía que pensar algo que se adaptara formalmente a un montón de exigencias y estos tipos solamente con todo su destajo y salvajismo ponían el mensaje que querían y hacían algo memorable”.

Nace una idea. Las primeras imágenes llegaron a través de Esteban Seimandi, quien encontró algunos de estos míticos carteles en sus reiteradas visitas a su familia en Crespo, Entre Ríos. Ahí, a fines de la década del '90, se despertó la curiosidad de estos tres emprendedores y decidieron hacer algo con esa intuición. Al principio, empezaron compartiendo las fotos con sus amigos y familiares, hacían tres copias y cada uno era portador de un álbum que se paseaba por las casas de sus conocidos y estos lo nutrían con más y más fotos. Fue en ese momento que se dieron cuenta de que era un proyecto colaborativo que debía crecer en una incipiente red llamada internet.

En 2001, editaron el primer libro con mucho éxito, después armaron una página web, en un momento en que de a poco crecía internet y su "proyectocartele.com" se convirtió en una especie de preludio de lo que luego serían las redes sociales. “Cuando hicimos esto, la idea de que todos participaran y armar algo entre todos, no existía”, cuenta Silberman. El sitio cuenta con un botón arriba a la izquierda que dice “subí tu foto” y así es como se acumula el contenido que divierte y asombra a los miles de seguidores de esta página.

Silberman asegura que una de las cosas más importantes que hicieron para que el proyecto creciera de forma saludable fue respetar al autor de cada foto: en todos los libros está el nombre del que sacó la foto. Cuando hacen una muestra, las fotos tienen el nombre de los colaboradores. Además, Silberman cuenta, entre orgulloso y sorprendido, que en búsquedas laborales que ha hecho para las empresas que trabajaba le llegaron curriculums que decían “Tengo una foto en el libro de 'Proyecto Cartele'”.

Más carteles. El libro flamante presenta la nueva cara de una vieja fórmula. Con mejor calidad en las imágenes, pero la misma impronta, esta vuelta al ruedo pretende, no sólo hacer reír ante las ocurrencias de los cartelistas, sino profundizar en los cambios que atraviesa la sociedad reflejados en esos mensajes.

“El aporte que ha hecho el proyecto tiene muchos lugares relevantes, más allá del humor que es la cara más obvia, aporta en términos de documentación, es un registro histórico, tiene que ver con una época, con las modificaciones del lenguaje y también con la actualidad”, sostiene Silberman. El autor cuenta que, por ejemplo, cuando la Presidenta Cristina Kirchner hizo mención de las propiedades afrodisíacas del cerdo, aparecieron montones de carteles con menúes que hacían referencia al tema.

“También tiene importancia el diseño y los cambios que ha sufrido a partir de la tecnología –destaca Silberman–. Con la democratización de los medios todo se convirtió en 'yo también' y me parece sano que se democraticen las voces”.

Respecto de las imágenes que logran llegar al libro, Silberman admite que “si bien las imágenes son imperfectas, con el avance tecnológico, hoy es muy difícil que nos manden una foto de mala calidad”. De todos modos, como lo maravilloso es el contexto y el contenido, hacen lo imposible para incluir todas las fotos que valgan la pena, o más bien, que valgan la risa.

“La técnica para elegir las fotos que van al libro siempre fue la misma: hay un 60% del humor que es universal y un 40% que es personal, así es como siempre entendimos la forma de editar. La primera edición es inapelable, lo que es obvio que está bien y después lo que completa el archivo se negocia entre los tres”, señala el autor. El archivo tiene mucho material, más de 150.000 imágenes.

por Mariana Haramburu

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