Friday 29 de March, 2024

SALUD | 08-08-2015 00:02

Nueva droga para la insuficiencia cardíaca

Además de disminuir los fallecimientos por insuficiencia cardíaca, el fármaco LCZ696 baja un 21% la tasa de internaciones y controla los síntomas de la enfermedad.

Uno de los descubrimientos más fascinantes de la historia de la medicina fue el hecho por el médico inglés William Harvey, que murió en el año 1657. Al tomar en sus manos el corazón todavía vivo de cobayas de laboratorio, pudo constatar el funcionamiento del intricado laberinto de venas y arterias que entraban y salían de aquel músculo. “Durante el tiempo en el que el corazón se mueve, se contrae por entero; encoge sus paredes; los ventrículos son reducidos y expulsan su contenido sanguíneo (...). Cuando el corazón está tenso, a punto de expulsar la sangre que estaba anteriormente encerrada, palidece y vuelve a relajarse y permanece quieto, pero enseguida que la sangre vuelve a llegar al ventrículo, el corazón adquiere su color púrpura”, decía en su libro “Exercitatio Anatomica de Motu Cardis et Sanguinis in Animalibus (Estudio Anatómico sobre el movimiento del corazón y de la sangre en los animales), de 1628.

“El corazón es una bomba”, fue la conclusión de Harvey. Allí se abrió el entendimiento de una enfermedad que, descripta en la antigüedad, desafía a la medicina hasta el día de hoy: la insuficiencia cardíaca sistólica (la sístole es el movimiento del corazón cuando eyecta sangre hacia los otros órganos y tejidos.

Caracterizada por el debilitamiento del músculo cardíaco, y por la consecuente dificultad para bombear sangre hacia el resto del organismo, el trastorno se origina a partir de algunas de las enfermedades más extendidas de la modernidad: infarto, hipertensión, colesterol alto, diabetes, obesidad. Cada una de estas condiciones lesionan el músculo cardíaco comprometiendo su funcionamiento. Con 26 millones de enfermos en el mundo, la enfermedad de la insuficiencia cardíaca mata más que los cánceres de mama y de intestino juntos.

Un trabajo presentado recientemente en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón, realizado en Chicago, entusiasma a los especialistas. Hay un fármaco, aún en estado de experimentación para ser aprobado, que promueve en los testeos una reducción del 20% en la tasa de mortalidad y de un 21% en la de internaciones, además de controlar los síntomas de la insuficiencia cardíaca.

Se trata del LCZ696, “un medicamento que promete revolucionar el tratamiento de esta enfermedad”, asegura el cardiólogo John McMurray, de la Universidad de Glasgow, en Escocia, que tiene a su cargo los estudios con la nueva molécula. “En todos los testeos que estamos llevando a cabo, los resultados obtenidos con el LCZ696 son mejores que los observados con el medicamento patrón”, explica.

Más de lo esperado. El estudio PARADIGM hecho con esta droga es el mayor que se haya hecho sobre este tema. Durante 27 meses, los investigadores acompañaron a 8.442 víctimas de insuficiencia cardíaca de 47 países. Los resultados fueron tan positivos que el estudio fue interrumpido y el LCZ696 sometido a la aprobación de las agencias de salud de los Estados Unidos y de Europa (la FDA y la Emea, respectivamente).

Del arsenal químico existente para el control de la enfermedad, el LCZ696 es el único que actúa en dos frentes al mismo tiempo. Administrado bajo la forma de comprimido y tomado dos veces al día, el remedio bloquea la acción de la angiotensina. Elevada entre quienes sufren de insuficiencia cardíaca, la angiotensina estimula la contracción de las arterias. Como los vasos son más estrechos, el corazón tiene que hacer más fuerza para latir. Esa sobrecarga hace que el músculo vaya, de a poco, perdiendo fuerza.

El otro frente de acción del LCZ696 es inhibir la acción de la enzima neprilisina. También alterada entre los portadores de insuficiencia cardíaca, ella anula los efectos de una sustancia protectora del corazón, con características vasodilatadoras y diuréticas.

De acuerdo con McMurray, el único efecto colateral de la nueva droga verificado durante el estudio fue la reducción de la presión arterial. El cardiólogo Felipe Martínez, quien lideró el capítulo argentino del estudio PARADIGM –que incluyó a 400 pacientes argentinos de 40 centros hospitalarios– informó que “la droga LCZ696 redujo la mortalidad cardiovascular un 20% respecto del enalapril y un 38% en total, por lo que probablemente va a recibir una aprobación rápida tanto en los Estados Unidos como en Europa”.

Envejecimiento. Se calcula que para el 2030, el número de enfermos con insuficiencia cardíaca, enfermedad directamente asociada con el envejecimiento poblacional, aumentará en un 25%. Es natural que la elevación en la expectativa de vida provoque una explosión en la cantidad de casos, porque la insuficiencia aumenta conforme pasan los años.

Alrededor del 0,3% de las personas de entre 20 y 39 años tiene insuficiencia cardíaca; esa incidencia aumenta a más del 1% entre quienes tienen de 40 a 59 años y al 6% entre los que cumplieron de 60 a 79. Pero a partir de los 80 años la incidencia llega al 10%.

De evolución lenta y asintomática, la enfermedad puede demorar hasta dos décadas para mostrar las primeras señales. Eso ocurre porque el organismo tiende a cubrir el debilitamiento del músculo cardíaco por medio de un bombardeo de hormonas y sustancias inflamatorias.

En el intento por compensar la debilidad del corazón, se da la liberación de dos hormonas, adrenalina y noradrenalina, asociadas con el aumento de los latidos cardíacos. Y se da, por ejemplo, la hiperactivación del circuito renina-angiotensina-aldosterona, la cascada de reacciones químicas responsables por la contracción natural de los vasos sanguíneos. Es un mecanismo natural de defensa del organismo que trata de preservar a los otros órganos y tejidos de la reducción de aporte de sangre provocada por la insuficiencia cardíaca.

Compensaciones. Es una catarata de reacciones físicas a la espera del restablecimiento de la actividad normal del corazón. Pero ocurre justamente lo contrario. Con un ataque químico constante, el corazón termina lesionado. La angiotensina, la aldosterona y la adrenalina estimulan la producción de colágeno, formando cicatrices (las llamadas fibrosis) en el tejido cardíaco. El resultado es la alteración en la forma, el tamaño y la arquitectura del corazón. En algunos casos, el ventrículo izquierdo, responsable de bombear la sangre hacia el resto del organismo, se agranda.

La manera más eficaz de determinar el grado de compromiso del músculo cardíaco es el ecocardiograma, cuya meta es analizar la anatomía y la función de las estructuras cardíacas, como válvulas, músculos, arterias, venas y pericardio (la membrana que envuelve al corazón).

El examen mide la fuerza de eyección, es decir, la cantidad de sangre bombeada con cada movimiento de contracción. La señal de alerta aparece cuando esa tasa se ubica por debajo del 55%. Entre el 45% y el 55%, el compromiso cardíaco es considerado leve; del 35% al 45%, moderado; y por debajo del 35%, grave.

Quien padece de insuficiencia cardíaca vive como si estuviese asustado todo el día: pálido, con sudor frío y taquicardia, como consecuencia de una descarga aguda de adrenalina. Es una persona que vive en una situación de estrés permanente.

por Natalia Cumminale

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