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OPINIóN | 14-08-2015 20:07

La gestión de gobierno : ¿arte o ciencia?

Los déficits en la gestión de gobierno y el desafío de formar equipos de gobierno. La formación de dirigentes en el eje del debate.

El líder chino Den Xiaoping, que llevó adelante los profundos cambios que posibilitaron que China se convierta en uno de los países líderes en el mundo, señalaba: “No importa que el gato sea blanco o negro mientras pueda cazar ratones".

Estos últimos días se pudo leer en varias publicaciones que existe cierta preocupación porque el próximo presidente no va a provenir de la universidad pública. Parafraseando a Den Xiaoping podríamos preguntarnos entonces: ¿Qué importa si la universidad donde se forman nuestros líderes es pública o privada? lo importante es que esos líderes salgan con la formación necesaria para enfrentar los problemas que enfrentamos como sociedad.

El problema de la formación de dirigentes de gobierno no es solo un problema que se verifica en nuestro país, es un problema que impacta en todo la región y desde hace muchos años. Reconocemos en este sentido, los aportes realizados para el desarrollo de las ciencias y métodos de gobierno por parte del Profesor Carlos Matus, quien fuera Ministro de Economía y Presidente del Banco Central durante el gobierno de Salvador Allende en Chile.

Matus consideraba que los déficits que se verifican en la gestión de gobierno no son el resultado, en general, de una falta de inteligencia ni compromiso personal de los dirigentes; tiene que ver con un déficit en las capacidades para enfrentar y procesar problemas complejos, en un contexto de cambio permanente, producto de un mundo global, intenso y multiactoral. En palabras del propio Matus: “el problema que enfrentamos es de una crisis de capacidad de gobierno”, evidenciada por: “diseño deficiente de las oficinas de los gobernantes, sistemas de planificación desactivados o tecnocráticos, carencia de monitoreo y evaluación por resultados de la gestión pública, incapacidad para procesar problemas, descoordinación de la gestión pública, casi total incapacidad para modernizar el aparato público, aceptación de cooperación técnica de baja calidad, “palos a ciega” en los intentos frustrados de atacar las deficiencias anotadas, y alta ceguera para distinguir lo que va bien de lo que va mal. Ergo, baja capacidad para corregir, dominio del conformismo, frustración en la inercia de la rutina y miedo al cambio”.

En este sentido, convivimos con un sistema político en que sus jugadores son expertos en la competencia electoral, son especialistas en ganar elecciones. Esto se evidencia en el discurso político: está desenfocado de los grandes problemas y desafíos que enfrentamos como sociedad: desigualdad, calidad educativa, narcotráfico, son algunos de los complejos problemas que están ausentes en el discurso político. La discusión se centra en las cualidades de los líderes y no en los problemas de la sociedad.

También opera una creencia generalizada en el sentido que la Política es un arte, y como tal es una cualidad que tienen algunos y no otros. Y que ese arte sólo se perfecciona en el mismo juego político. En esa convicción se sostiene la baja demanda de formación y entrenamiento para fortalecer a los líderes y equipos de gobierno. Sin embargo, hoy no hay arte sin una dosis creciente de método y ciencia que le de soporte. Sin duda Messi tiene cualidades únicas e innatas sin embargo, cada día se forma y se entrena para poder tener éxito en un juego cada día más competitivo.

Las Universidades tampoco son ajenas a este problema. La política no encuentra en la universidad una respuesta a su necesidad de incrementar sus capacidades para enfrentar los problemas de un mundo cada día más complejo. Las universidades, sean estas públicas o privadas, son nodos fundamentales en la construcción del conocimiento de una sociedad. Pero éstas, dominadas por el pensamiento disciplinar, se dedican a formar buenos profesionales, buenos especialistas en disciplinas. Sin embargo, una excelente formación disciplinar en medicina no asegura ser un buen ministro de salud, como una buena formación como economista no asegura ser un buen ministro de economía. Por eso las respuestas desde los gobiernos y partidos, creando escuelas de gobierno, muchas veces son fallidas ya que reproducen la visión disciplinar de las universidades donde se amontonan saberes, pero no parten de las capacidades necesarias para gobernar.

La acción de gobierno requiere un pensamiento que va más allá del pensamiento disciplinar, requiere un pensamiento transdiciplinario que permita abordar problemas complejos y cuasiestructurados. Una frase me viene a la memoria para ejemplificar este punto: “los gobiernos se estructuran por ministerios, las universidades por disciplinas, la gente tiene problemas y nadie piensa por problemas”.

El desafío no es técnico o político, se trata de formar equipos técnico-políticos de gobierno. Las acciones de gobierno se desarrollan en un campo de múltiples actores que juegan e inciden en la toma de decisiones de gobierno, decisiones que nunca son “limpias”: benefician a unos y perjudican a otros. En el siglo XVII, durante una reunión con su gabinete, la Emperatriz Rusa Catalina la Grande le señaló a sus asesor, el filósofo francés Diderot: “usted tiene la ventaja de escribir sus valiosas ideas en un papel, pero el papel resiste mucho más que la piel de la gente donde las políticas de una pobre emperatriz impactan”.

*Presidente de la Fundación CiGob.

Para conocer más acerca de la Fundación CiGob visitá: www.cigob.org.ar

por Luis Guillermo Babino*

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