Thursday 28 de March, 2024

ECONOMíA | 27-08-2015 20:49

La cuenta regresiva del modelo

Pocas reservas, exportaciones por el suelo y mentiras estadísticas.

El equipo económico va a llegar al 25 de octubre con la última bocanada de aire. Que el ministro Axel Kicillof saque pecho porque el desempleo habría bajado –según el “increíble” INDEC–, de 7,5% a 6,6%, indica el nivel de mediocridad de la actividad que dejará como herencia al próximo gobierno. Efectivamente, como dijo el ministro, ese amañado porcentaje no fue obra del Espíritu Santo: el número de personas que buscan empleo –que marca la tasa de actividad– es el más bajo de la década. La administración K lo hizo. Ninguna magia.

El desempleo cae –según festejan Kicillof y Carlos Tomada–, pero sólo por razones estadísticas: mientras baja y no reacciona la oferta de trabajo privado y registrado, aumentan los planes sociales, sólo crece el empleo público y se extiende el desaliento, es decir el segmento de aquellos que dejan de buscar porque no existen vacantes después de cuatro años de crecimiento cero. Según el INDEC, fueron 39.000 personas las que se sumaron en el último año a la búsqueda laboral (0,3%), cuando la población crece al 1% anual.

¿Crisis antes del 10/12? Como siempre, el dólar funciona como otro indicador (amplificado) de expectativas. Sobre todo de las negativas. El Banco Central, por ejemplo, se vio obligado a vender US$ 1.250 millones en el mercado cambiario sólo durante el último mes. Apenas para “calmar la demanda” y “bajar el blue”, clásicos electoralistas que aún perturban a la Presidenta de la Nación en Olivos. No se sabe si con ánimos de ensuciar a Macri o de autoincriminarse, las usinas del oficialismo empezaron a alimentar durante varios días posteriores a las PASO la alocada idea de un levantamiento del cepo antes del 10 de diciembre. !Megadevaluación!, sobreactuó Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central atribuyendo la inspiración al equipo de asesores del macrismo.

El blue, sin embargo, tocó el jueves 20 un nuevo máximo de $ 15,35, a pesar de las ventas oficiales de dólar ahorro y de títulos en dólares, ordenadas justamente para frizar al ilegal y escrachar a los “arbolitos”, una especie de juego del gato y el ratón para entretener a la audiencia. El oficial también subió, a $ 9,27, con una brecha de más del 63% respecto del paralelo, otra marcha atrás después de que esa diferencia se redujera al 40% hasta hace unas semanas nomás.

O sea, los datos indican que las reservas vuelven a estar bajo presión: la caída de las exportaciones, el menor ingreso de divisas y la franca dolarización de empresas y particulares –ante la supuesta inevitabilidad de una próxima devaluación– están golpeando a un mercado cambiario frágil y demasiado expuesto a la “restricción externa”. La especulación gana con la incertidumbre. La devaluación de China, Brasil y otros emergentes, el retiro de los grandes capitales de la región, el derrumbe de los precios de las materias primas que exporta América Latina y el general desasosiego que impera en los mercados por el próximo aumento de las tasas de interés aumentan la dimensión de los obstáculos que deberá afrontar la Argentina y el futuro gobierno.

En Economía admiten que no tienen margen de tiempo para dejar una herencia más prolija. Justifican el propio optimismo: dicen que desde que se instaló el cepo cambiario en el 2011, y hasta enero del 2014, la devaluación del peso en el mercado negro fue de 4% mensual promedio. Recuerdan incluso que, a partir de febrero del 2014, cuando se habilitó el dólar ahorro, se limitó aquella devaluación sistemática a la mitad, el 2%.

Subsidio a los ricos. ¿Qué instrumento de política económica tan sofisticado tuvo que aplicar Kicillof para lograr la presunta paz cambiaria? Ninguno que figure en los manuales: simplemente, quienes antes compraban en el mercado blue se hicieron adictos al dólar ahorro y a tolerar la autorización de la AFIP. Antes, incluso, los atesoraban unos días y los revendían luego en alguna “cueva”: hacían una diferencia, la “bicicleta”. Ahora, los guardan.

Están tranquilos, indiferentes a los resultados electorales: disfrutan del nuevo “subsidio” del gobierno a las clases medias y altas para que viajen al exterior y ahorren en dólares. En los primeros seis meses de este año, por ambos servicios, el Central ya se desprendió de una cifra equivalente a todo el superávit comercial del año pasado, 6.500 millones de dólares. Y parecida a los casi 8.000 millones que suma la deuda que arrastra por importaciones impagas de las empresas. La cuenta de servicios reales marcó un déficit de 1.650 millones de dólares, el doble del año pasado. Este resultado fue determinado por la cuenta “viajes y pasajes”: los egresos aumentaron 60% y los ingresos cayeron 30%.

Pocas reservas. Mientras tanto, el economista Miguel Bein –asesor económico de Daniel Scioli– calcula que las reservas netas del BCRA serán casi nulas al final del mandato de Cristina Fernández. No debería sorprender. Hasta ahora, prácticamente todo el incremento en las reservas se explica por los 7.300 millones de dólares de préstamos netos otorgados por organismos internacionales (en gran parte aportados por el swap firmado con el Banco Popular de China). Junto al enrarecimiento del clima preelectoral –por las mutuas guerras sucias de unos y otros–, la intranquilidad cambiaria empezó a tensar, otra vez, los nervios del oficialismo: “Quieren imponernos la fatalidad de una devaluación y culpar al oficialismo que se va y meter miedo sobre la gestión del que viene”, se defiende un técnico de la secretaría de Hacienda. Un “favor” que difícilmente Cristina le conceda a Scioli –fantasea–: hacer el trabajo sucio de ajustar el tipo de cambio antes del fin del mandato, tanto como para que Scioli pueda asumir con otro horizonte macroeconómico, algo más despejado.

Sugestivamente, terció otro asesor de Daniel Scioli, Mario Blejer, quien explicó que era perfectamente posible liberar rápido el cepo hacia adelante y renegociar, con el pago de un bono, el stock de deuda previa. “Es muy difícil resolver el problema del stock de deuda que se ha acumulado, como los dividendos que no se han remitido y los pagos de importaciones adeudadas”. El economista, como todo buen economista, aconsejó “separar entre el stock de deuda y el flujo nuevo de dólares”. La liberación del flujo se puede hacer inmediatamente y, mientras tanto, negociar el stock de deuda gradualmente, a través de un bono. Se advierte que tienen el tema estudiado: Bein ya había pedido un uso estratégico de las reservas del Banco Central en base a otras prioridades, casi exactamente inversas, a las de Kicillof: 1) asegurar el abastecimiento de la economía a través de la fluidez en los pagos de importaciones y de los servicios de la deuda pública; 2) ofrecer señales sobre el desbloqueo del giro de utilidades de las compañías y 3) recién en el último nivel de prioridad, dar una mayor flexibilidad al dólar ahorro.

La frutilla del postre sería el inicio de conversaciones con los holdouts, un paquete que el propio Kicillof se encargó de desatar.

por José Antonio Díaz

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