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MUNDO | 06-09-2015 02:25

El glamour del "petrolao"

Los fraudes en Petrobras fueron a pagar campañas electorales, pero también lujos. Un escándalo de alta gama.

En las proyecciones más optimistas, se calcula que todas las corrupciones involucradas en el escándalo de Petrobras desviaron alrededor de 19.000 millones de reales (unos 5.300 millones de dólares) de las arcas de la empresa. La estatal era el paraíso, el nirvana para personas deshonestas, incluyendo los contratistas, los funcionarios públicos y los políticos ya identificados como socios del dinero robado. Julio Camargo, uno de los denunciantes del caso, intentó explicar al juez Sergio Moro la esencia del escándalo de Petrobras. Según su punto de vista, la corrupción podría representarse con la figura de la fruta prohibida. Los contratos eran como manzanas que los contratistas ansiaban saborear completamente. Pero los partidos y los políticos de la base del gobierno se lo impedían. La “regla del juego” era pagar coimas. Durante los dos primeros gobiernos de Lula y a lo largo de todo el primer mandato de Dilma Rousseff, el PT usó la huerta para gobernar. Hasta que la policía golpeó la puerta de algunos de los invitados al banquete.

Los investigadores realizaron 53 allanamientos en las residencias y en las oficinas de políticos sospechosos. En el hecho más emblemático de la acción, los agentes allanaron la antológica casa del ex presidente Fernando Collor (Casa da Dinda), escenario del escándalo que, en los años 90, llevó a la primera destitución de un presidente de la República. La policía capturó documentos, computadoras y tres autos de alta gama de la flota particular del actual senador: un Lamborghini Aventador (3,5 millones de reales), una Ferrari colorada (1,5 millón de reales) y un Porsche (700.000 reales). Ni siquiera el multimillonario Eike Batista exhibía modelos tan exclusivos y caros en sus tiempos de gloria.

Collor, hasta donde se sabe, es un empresario exitoso. Su familia es dueña de emisoras de televisión y radio en Alagoas, terrenos, departamentos, títulos, acciones, autos, etc. La relación de bienes declarados por parte del senador alcanza los 20 millones de reales, dinero suficiente para garantizar una vida placentera para cualquier persona.

Collor, a pesar de todo esto, no resistió la tentación y se adentró en la huerta del PT. En 2009, asumió la presidencia de la Comisión de Infraestructura del Senado. Con importante poder para fiscalizar los destinos de las obras del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), la vitrina de la campaña de la entonces candidata Dilma Rousseff, el senador se presentaba como un obstáculo para el gobierno. Entonces, le ofrecieron la manzana. El ex presidente Lula entregó al senador la dirección de la Red de Estaciones de Servicio y la dirección de Operaciones y Logística de la empresa BR Distribuidora, una subsidiaria de Petrobras. Al frente de esas áreas, según los investigadores, Fernando Collor creó su propio negocio dentro de la empresa estatal más grande de Brasil, lo que le dejaría millones en ganancias.

Según las declaraciones en la investigación del escándalo, el plan seguía una lógica simple. Las empresas que tenían interés en firmar contratos con la empresa BR, antes arreglaban “la parte del senador”. Fueron decenas de contratos. La policía ya identificó dos que pasaron por esa etapa. En uno de ellos, de 300 millones, un empresario del ramo del petróleo pagó a Collor 3 millones de reales en coimas para permitir la compra de una red de estaciones en San Pablo. El cambista Alberto Youssef reveló la operación a cambio de reducción de pena de prisión. Responsable de otorgar coimas al senador, Youssef entregó “comisiones” en dinero, depósitos directos en la cuenta del congresista y transferencias para una empresa falsa que pertenece a Collor. El Lamborghini, hasta hace poco el único modelo en Brasil, está a nombre de dicha empresa, lo que despertó sospechas a los investigadores de que el auto se compró con dinero desviado de Petrobras. Desde el año pasado, cuando se empezaron a cerrar las canillas de la corrupción, el ex presidente no pagó más el IPVA (Impuesto sobre la Propiedad de Vehículos Automotores) del auto. La deuda acumulada es de 250.000 reales. Pero no es por desinterés por parte del senador. El senador sólo usaba el auto para realizar paseos esporádicos a un shopping en Brasilia. En esos casos, el Lamborghini quedaba bajo la custodia de dos personas de seguridad del senador, que establecían un área de restricción alrededor del vehículo para evitar la aproximación de curiosos. La flota de lujo de Collor, según revela Lauro Jardim, en la sección Radar, cuenta con un Rolls-Royce Phantom 2006, modelo más exclusivo aún que el Lamborghini.

El segundo caso involucra un contrato de 650 millones de reales. Para ganarlo, Ricardo Pessoa, el dueño de la empresa UTC, una de las contratistas involucradas en el escándalo, dijo al Ministerio Público que le dio al grupo del senador 20 millones de reales en coimas. Pessoa afirmó que la trampa en ese caso fue tan evidente que tuvo que conversar sobre dicho “arreglo” directamente con el director de la BR Distribuidora, por indicación del senador. El intermediario del encuentro fue Pedro Paulo Leoni Ramos, amigo del ex presidente y su ex asesor, al cual la policía también le allanó la casa y la oficina. Como prueba de lo que declaró, el empresario entregó a la Justicia una planilla en la cual están registradas todas las transferencias de dinero realizadas para sacar el “arreglo” con el senador. Resumiendo, en tan sólo dos negocios en Petrobras, Collor ganó más dinero que todo lo que declara haber conseguido juntar como patrimonio en sus 65 años de vida.

“Me sometieron a un terrible disgusto, me humillaron. Después de todo lo que pasé en mi vida política, tuve que pasar por una situación que nunca había vivido”, afirmó, al acusar al procurador general de la República, Rodrigo Janot, de perseguirlo injustamente. Los investigadores informaron que los autos fueron capturados como forma de garantizar el futuro resarcimiento del dinero desviado de las arcas públicas. La acción sobre el ex presidente es el comienzo de una nueva etapa de la investigación, que mira un lado del plan de corrupción que hasta la semana pasada continuaba impune. Los contratistas están presos, se identificaron los partidos involucrados, los funcionarios contaron gran parte de lo que sabían, pero casi media centena de políticos que participaron del escándalo continuaba impune. Las investigaciones revelaron que el dinero desviado de Petrobras se usó para financiar planes de poder megalomaníacos, campañas electorales y, tal como muestran las primeras inversiones de diputados y senadores, privilegios, muchos privilegios.

Así como Collor, que convirtió su rentabilidad en una flota de autos de lujo, otros políticos con más o con menos influencia y poder, pero involucrados en el escándalo, usaron a Petrobras para financiar una vida de ensueño. Por ejemplo, el ex presidente Lula se convirtió en dueño de un tríplex frente al mar, en Guarujá, San Pablo, y huésped frecuente de una agradable chacra en el interior de San Pablo, gracias a la relación promiscua con el contratista Leo Pinheiro, de la empresa OAS, preso y acusado del pago de coimas. A pedido del ex presidente, el contratista bahiano llevó a cabo una reforma en la chacra y ayudó a terminar la construcción del edificio en San Pablo. Bancoop, la cooperativa vinculada al PT y responsable de la obra, se declaró en quiebra, dejando millones de propietarios sin recibir sus inmuebles. Lula pidió ayuda al contratista, que rápidamente lo atendió. Así, el departamento tuvo un ascensor privado para que el ex presidente llegara a la terraza y la chacra recibió modernos muebles, pileta climatizada, piletas con peces, botes…

El dinero desviado financió la revolución en la vida de algunos revolucionarios de otra época. José Dirceu, involucrado en el escándalo y que se convirtió en “consultor de éxito”, recaudó 39 millones de reales. Gran parte de esa suma, que se pagó de forma extraña mientras estaba preso, ahora se sabe que se desvió de las arcas de Petrobras con la ayuda del ex tesorero nacional del PT, João Vaccari Neto, que también enriqueció a su familia y consiguió su departamento en la playa gracias a la empresa OAS. Fanático de los buenos vinos, el ex ministro probó los placeres que el dinero puede ofrecer. Desde que dejó el gobierno de Lula, realizó muchos viajes por Brasil y el exterior, siempre a bordo de aviones privados financiados por sus “clientes” preferidos, las empresas contratistas involucradas en el escándalo. Dirceu sólo se hospedaba en resorts de lujo, prefería la ropa de marca e insistía en dividir los privilegios con otro compañero de lucha. En la foto de la página anterior, se lo ve en una playa de Bahía con Rosemary Noronha (con sombrero), ex jefa de gabinete de la oficina de la Presidencia, amiga íntima de Lula y dimitida por corrupción. La tentación por los autos importados, los aviones privados y las bebidas caras sedujo a la nueva elite de la corrupción brasilera. El ex diputado del PT, André Vargas, actualmente preso, usaba aviones privados para irse de vacaciones con la familia. La policía descubrió que su patrimonio incluía mansiones, chacras y autos importados. Otros políticos de la “base aliada”, como el ex diputado Luiz Argôlo, llevaban una vida de lujo con el dinero proveniente de Petrobras. Incluso llegó a tener un helicóptero, regalo de sus patrocinadores. Los corruptos son todos iguales.

por Rodrigo Rangel y Robson Bonin*

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