Friday 29 de March, 2024

CIENCIA | 12-09-2015 00:02

Cómo piensan los criminales

Tras décadas entrevistando delincuentes, el célebre psicólogo Stanton Samenow asegura que cometer crímenes tiene poco que ver con la pobreza.

De sus 73 años, el profesor Stanton Samenow pasó los últimos 43 frente a frente con criminales de los más diversos. Después de que ellos cometían delitos, Samenow pasaba decenas de horas en conversaciones con ellos, tratando de comprender qué razones y formas de pensar había detrás de las actitudes de esas personas, cómo era que cada uno de ellos llevaba a cabo sus actos y se manejaba con sus consecuencias. En la década de los ´70, el psicólogo escribió dos libros que se convirtieron en marco teórico sobre un tema todavía crucial para la criminología: cómo piensan los asaltantes, asesinos y psicópatas. Su trabajo causó controversia por ir contra el sentido común de la época y demostrar que la pobreza y las condiciones precarias de vida influían poco en la elección de alguien de inclinarse hacia el mundo del crimen. Samenow, que inclusive fue consultor del FBI, continúa asesorando a tribunales estadounidenses.

Periodista: Usted dice que el comportamiento criminal es una elección. ¿Por qué?

Stanton Samenow: No es solo una elección, es una serie de elecciones. Para quien opta por el crimen como camino de vida, esas decisiones comienzan a tomarse pronto, casi siempre. Por ejemplo: las personas mienten, los adultos y los chicos. Pero los futuros criminales no mienten solo para escapar de situaciones embarazosas o exagerar sus actos. Mienten porque obtienen una sensación de poder con eso. Mentir se termina volviendo una elección, y es parte de su comportamiento. Otro ejemplo: los niños pequeños se gastan bromas los unos a los otros, se pelean, se provocan, pero aprenden (normalmente hasta los cinco años de edad) que lastimar a otros es algo malo. Primero, porque no quieren ser lastimados ellos mismos. Segundo, porque serán castigados si fueran sorprendidos haciendo algo que ellos ya saben que no debe hacerse. Y tercero, y lo más importante, porque desarrollan una sensibilidad en relación con el sufrimiento de otras personas. En este caso, el futuro criminal siente placer en lastimar a los otros, y no solo físicamente. Cosas que cualquiera puede hacer, aun cuando sea nuevo y no sepa distinguir si es bueno o errado, los criminales continúan haciéndolo durante toda la vida. Ellos simplemente no incorporan lo que se trata de enseñarles. Para ellos, “ser alguien” es ser el centro de las atenciones. Es la vida como una calle de mano única, y el único sentido posible es el que llevan ellos. A todos nos gusta que las cosas sean como queremos, pero aprendemos que no tenemos el control absoluto de nuestras propias acciones. Es un modo muy especial de pensar, que se desarrolla a lo largo del tiempo.

Periodista: La descripción que usted hace de un criminal se parece mucho a la de un psicópata. ¿Cuál es la diferencia entre ambos?

Samenow: No es exactamente una diferencia. Existe una escala, como en el caso de la ansiedad y de la depresión. Los que son denominados como “psicópatas” serían los ocupantes de máximo grado en esa escala. Pero no creo que el rótulo sea importante en todos los criminales. Lo que es relevante es la presencia de un patrón de pensamiento que es el que lleva hacia un comportamiento de tipo criminal.

Periodista: Persiste la creencia de que el crimen es consecuencia de la ausencia de oportunidades, como producto del medio ambiente. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Samenow: Muchos criminalistas y sociólogos están en desacuerdo, pero a lo largo de estas cuatro décadas que pasé haciendo entrevistas a criminales de todo tipo, llegué a la conclusión de que el ambiente tiene una influencia relativamente pequeña sobre el crimen. En lugares muy pobres, con presencias de pandillas y un alto índice de criminalidad, hay más tentaciones y presiones, de eso no hay duda. Si armas y drogas están al alcance de la mano, cometer delitos es más sencillo. En los lugares en los que la presencia del Estado y de la policía es casi inexistente, es claro que la sensación de que se puede cometer un crimen sin ser castigado es más fuerte. Pero no podemos decir que la mayoría de los pobres se vuelve criminal, eso no es verdad. O lo que podemos decir es que todo criminal –no importa si es rico o pobre, educado o analfabeto– tiene una forma parecida de pensar. La cuestión es cómo las personas se las arreglan con lo que la vida les ofrece. En la mayoría de los casos, una persona que viene de un vecindario pobre, tiene una familia desestructurada y pocas oportunidades no va por el camino del crimen. Ella tiene hermanos, hermanas, vecinos, que viven esa misma condición y no siguen ese rumbo. Hay un caso que siempre cito. El padre y los dos hermanos de un chiquito estaban en prisión. La tentación para el crimen se encontraba en la puerta de casa para ese nene. Yo pregunté ¿por qué usted no siguió ese mismo camino? El chico me respondió que no estaba interesado, que miró a su alrededor y vio cómo habían acabado sus parientes, cómo estaban esas personas a quienes ellos habían hecho daño, y decidió que él quería ser diferente.

Periodista: ¿Pero qué es lo que lleva a alguien a hacer esas elecciones?

Samenow: Esa es una pregunta cuya respuesta no tengo. Y no conozco a nadie que la tenga. ¿Por qué en una misma familia alguien hace una elección errada y otro no? No lo sé. La neurocriminología comienza a investigar si hay diferencias genéticas en la estructura y en el funcionamiento del cerebro para poder definir esas opciones. Pero por ahora, los resultados tienen un alcance limitado. La cuestión de por qué alguien se convierte en un criminal puede ser comparada a algunas formas de cáncer. No sabemos cuáles son los motivos que llevan a los tumores a desarrollarse. Pero sabemos cómo hacer para detectarlos y tratarlos, de manera de evitar que maten al paciente. No es un destino. De la misma forma, tampoco sabemos lo que lleva a algunos individuos a pensar como un criminal (cuál es el origen, o la causa, de esa distorsión). Pero nosotros precisamos entender cómo funciona ese patrón de pensamiento. Cómo los criminales toman sus decisiones y cómo funciona ese patrón de pensamiento. Así, estamos mejor posicionados para decidir qué hacer con ellos. Hay personas que representan un peligro tan grande que precisan estar confinadas, y otras que pueden ser rehabilitadas para vivir en sociedad.

Periodista: Gary Becker, premio Nobel de Economía en 1992, dice que los criminales pesan las ventajas y desventajas de cometer un crimen, como las probabilidades de ser apresados, en contraposición con las ganancias que obtendrían con su crimen. ¿Concuerda usted con eso?

Samenow: Sí. Vamos a hablar de dos tipos de crimen. Primero, el premeditado. Ocurre que cuando los criminales saben diferenciar lo correcto de lo incorrecto y también saben que pueden caer presos o terminar muertos. Pero logran aislar esos miedos, con la certeza de que van a escapar, y llevan el acto delictivo adelante. Ahora pensemos en otro tipo, el crimen que es cometido en “el fragor del momento”. Parece un impulso, pero en realidad hay una racionalidad detrás de él. Pensemos en el caso de un hombre que tuvo una separación muy complicada, fue a ver a su ex esposa para firmar unos documentos y acaba matándola. ¿Parece una casualidad, cierto? Pero, después de doce horas de conversación, descubrí que ya había pensado muchas veces en matarla, inclusive cuando estaba casado. Vio la oportunidad, tomó un cuchillo y la mató. Entonces, es verdad que él no premeditó la situación, pero ya la había imaginado mentalmente. No existe eso de un crimen “venido de la nada”.

Periodista: Usted dice que una de las características de la mente criminal es la incapacidad de colocarse en el lugar del otro. ¿Cómo acaba en un crimen?

Samenow: Esa incapacidad es una de las características de la mente criminal, pero lo que termina en el acto de cometer un delito es un conjunto de ellas. En primer lugar, el criminal se coloca a sí mismo en el lugar de alguien que tiene poder total sobre los otros. Por eso, es hipersensible a cualquier cosa que dañe esa imagen. Si alguien nos habla en un tono de cierta arrogancia, por ejemplo, lo más probable es que no le demos mucha importancia. Pero, para el criminal, eso significa que la persona lo está confrontando. Y le quiere probar a esa persona que eso no se hace. Es así siempre. Es por eso que los criminales están siempre nerviosos, esperan que los otros se ajusten a ellos, que se sometan. Lo que el otro habla o siente no es importante, porque lo importante es él. Y, si le infringe algún mal a otro, la culpa no es de él, sino de quien no se comportó como ese criminal piensa que debería haberlo hecho. “Si ese sujeto no me hubiese mirado de aquella manera...”. Es un guión que se repite: un asaltante entra en una tienda con un arma. El vendedor hace un movimiento brusco y el asaltante dispara. Luego, dice que la culpa fue del muerto: “Él se movió, pensé que iba a sacar un arma”.

Periodista: De acuerdo con usted, las elecciones erradas durante mucho tiempo llevan a la formación de la identidad criminal. ¿Hay rasgos de esas identidad que puedan ser identificados en la infancia?

Samenow: Hay ciertos patrones. Y tal vez profesores cuyos alumnos repliquen ese patrón podrían identificarlos. Pero no queremos rotular a niños pequeños como criminales. Tal vez en la adolescencia, cuando esos patrones se intensifican, sea posible trabajar con los individuos más problemáticos. Pero eso es muy difícil. Las personas así no están abiertas a los cambios, a no ser que se metan en un problema muy grande. Entonces, lamentablemente, la mayoría de los criminales que yo entrevisté ya estaban en la cadena. Y solo pude entrar en verdadero contacto porque en la prisión es posible tener la atención de los criminales. Antes de eso, ellos siempre piensan que van a zafar.

Periodista: En relación con los criminales que están presos, usted habla de habilitación, no de rehabilitación. ¿Por qué?

Samenow: Rehabilitación significa restaurar a alguien o a algo para que vuelva a un estadio anterior constructivo, como una casa vieja que pasa por una reforma o una víctima de infarto que se recupera. Pero, en el caso de los criminales, no había nada antes. Tenemos que construir de cero: habilitar.

por Pedro Dias Leite

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