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PERSONAJES | 28-09-2015 16:33

Fabián Arenillas: “Llegué a los 50 y no me siento frustrado”

Actúa desde hace 30 años en cine, teatro y televisión. Anticábalas, el “viejazo”, desnudos y recuperar la mirada infantil.

Parece que el amigo Molière –célebre dramaturgo francés del siglo XVII– murió vestido de amarillo allá por el año 1673, y desde ese entonces, ese color es mala palabra en el ambiente del teatro. Muchos actores toman como una cuestión de estado el respeto a la prohibición del amarillo: no es el caso de Fabián Arenillas, que llega temprano y con su impecable camisa amarilla a la función de “Estás igual”, obra que coprotagonizó junto a Gabriela Izcovich, también guionista y directora del espectáculo, en NoAvestruz. Sus hijas –Martina y Mora– le dijeron que esa camisa era un poquito “exigida de color”, pero a él le gusta. “Una vez fui a un ensayo y la directora me dijo: ‘¡Ay! ¡Amarillo! ¡Pero cómo vas a traer ese color! ¡Es yeta!’. Me quedé sin saber qué decirle porque a mí no me pasa ni cerca lo del amarillo. La vestuarista Renata Schussheim me dijo algo que decidí tomar: ‘El amarillo es energía solar’. Para mí el amarillo es eso, je”, justifica Arenillas, que no les teme ni a los colores ni a las etiquetas ni al fracaso, parte del bagaje de miedos socialmente aceptados para los artistas.

Noticias: ¿Tiene cábalas?

Fabián Arenillas: Una cosa ridícula. En una época, antes de entrar al escenario, hacía la mímica de fumar un cigarrillo. Lo tiraba, lo pisaba y entraba a escena, sin fumarlo. Descargaba nervios. Creo en la anticábala. Si tengo que salir al escenario, estoy nervioso y quiero que me salga bien, si vengo repitiendo una cábala, a mis 50 años lo mejor es romper con esa cábala. A la tercera vez que hago algo, si dejo de hacerlo, pienso que es mejor porque me cago en esa cábala. A la segunda vez que te salió bien, ya no te fijás. En el fondo, creo un poco en las cábalas porque tiendo a ser supersticioso, como que no soy muy católico pero creo en Dios, una cosa así.

Noticias: Dijo: “A mis 50 años”. Suena a que sintió un cambio con la edad.

Arenillas: Y sí... Te sentís en la adultez, en la cima de algo, estás pisando firme en muchos órdenes de la vida. Sentís que la voz de la experiencia no te garantiza ni la felicidad ni los logros ni nada, por ahí te asegura algunos dolores que antes no tenías pero sí te da un peso específico en la mirada sobre la vida, al menos en mi caso, consecuencia de los años. Para estar con una mina o para analizar una determinada situación, o para tener una mirada política, como para los vínculos y para este tipo de cosas en cuanto a qué valor tiene para mí triunfar o fracasar en un emprendimiento. Tengo que estrenar: mejor que me vaya bien. El vértigo y los nervios son normales, pero el valor real de todo eso, si me va mejor o peor, si esas 300 personas o 1.000 o 50 van a emocionarse o aburrirse, cuál es el valor real; después de unos años de experiencia tiende uno a ponerlo en una medida más equilibrada. Siento que no se muere nadie y mucho menos yo. Eso no quiere decir que no me importe, pero te sentís un poco como un Juan Román Riquelme en los últimos años. Si le empujaban la pelota no se deprimía por eso, porque sabía que cuando le volviera a llegar, la iba a meter. Tiene que ver con la madurez.

Noticias: ¿En qué sentido?

Arenillas: Por un lado, la madurez para mí tiene un costado positivo que sería este, y otro que sería la extrema seriedad que uno debería asumir frente a la vida. También podés ser todo lo inmaduro que quieras para divertirte o mantener cierto grado de irresponsabilidad, de riesgo, si no te convertís en un actor previsible, de personajes serios, que hace siempre más o menos lo mismo. Se instala algo un poco más verdadero con relación a por qué sos lo que sos, y por otro lado... Al fracaso te confrontás permanentemente, también confrontás con el “llegué hasta acá”. Llegué a esta edad y en el comparativo no me siento frustrado; eso para un actor es importante. Hace 30 años que empecé, tengo este recorrido y este reconocimiento y me siento bien. A la vez, también siento que tengo cosas por hacer, porque no tengo 70 años. Pero hay que llegar a los 50... Uno hace balances. Inevitablemente uno los hace, quién soñaste ser y quién estás siendo. También tiene algo de particular los 50 años, la crisis y eso.

Noticias: ¿Hubo crisis a los 50?

Arenillas: No, no.

Noticias: A ver, por ejemplo, ¿cambió de pareja?

Arenillas: Sí.

Noticias: Y su pareja es más joven…

Arenillas: Sí, pero no lo atribuyo a una crisis.

Noticias: ¿Qué edad tiene su novia?

Arenillas: 18 años menos que yo. Puede ser, o mejor dicho, seguro que hay algo de lo que se llama “viejazo”. El tema es llevarlo con dignidad, como saber a qué hora te tenés que ir de una fiesta. Si ya te estás tambaleando te conviene irte. Algunos se quedan y hacen papelones.

Noticias: ¿Usted sabe cuándo irse de esa fiesta?

Arenillas: Trato. No pasé crisis porque no es que me deprimí a los 50, me deprimí antes, a los 40. Necesitaba, y creo que a todos los hombres nos pasa, un golpe de estímulo, un timonazo. Las aguas calmas te hacen querer que venga una ola, “una ola alta, vamos a surfear porque esto sino es un embole”. No tiene nada de malo lo que voy a decir pero de alguna manera, con una pareja más joven por ahí uno se imprime de esa marejada que en una persona de tu recorrido no vas a encontrar. Vas a encontrar otras cosas. Yo necesitaba un poquito de oleaje, después se dio, no es que salí a buscar chicas más jóvenes. Se dio. También me hago cargo de lo mío. Como actor, lo podés ver en otros colegas y decir: “Lo noto más maduro, más sólido, mejor”. La experiencia tiene su correlato en poder hacer mejor tu trabajo.

Noticias: ¿Cómo fue esa depresión de los 40?

Arenillas: No me tuve que medicar pero sentía que ya no era tan joven y que podía llegar a tener un futuro muy aburrido, muy rutinario. Cumplí 40 años. ¿Y ahora qué? ¿Me dedico a regar las plantas? ¿Los próximos 40 años cómo van a ser? Me falta un montón. Esa era la angustia que tenía: me falta toda la misma vida que –si Dios quiere– ya hice, porque tengo la fantasía de que voy a vivir como mi abuelo, hasta los 86 años. Si llego hasta ahí, estoy conforme. Uno dice: “Me queda toda una segunda vida y ahora viene la peor parte”. Era mi sensación. Después me di cuenta de que no, uno está perfectamente vital para generar lo que quiera.

Mucho antes de haber cumplido los 40 –y de haber trabajado para TV en “Son Amores”, “Sres. Papis” y “Guapas”; en teatro para “Agosto”, “La guerra de los roces” y “El Rey Lear”; y en “Felicidades”, “El hijo de la novia” y “Tesis sobre un homicidio”, entre otros éxitos–, Arenillas había improvisado una vida muy distinta de la actual. En 1995 abandonó una incipiente carrera sobre las tablas y se fue a vivir a Miami. Allí siguió haciendo lo que ya acá implicaba su principal fuente de ingresos: vendía enlaces de llamadas telefónicas internacionales. Luego estuvo en Italia, sobrevivió haciendo shows de tango, se hizo el año 2000 y regresó a Argentina. “Volví, me compré un departamento con mi mujer, me senté en el sillón de mi casa y dije: ‘Bueno, qué carajo hago, cómo vuelvo a la actuación’. Estaba en bolas”, dispara. Luego de trabajar en un comercial de Telefónica, Arenillas le pidió ayuda a su ex suegro. “Vos podés aspirar a un bolo así que llamala a la hermana de Adrián Suar”, le dijo el humorista Norman Erlich a Arenillas. “La llamé pero no le dije que era el yerno de Norman, le comenté que era el que estaba en la publicidad con Osvaldo Laport”, explica Fabián, que a partir de allí, ganó frente a cámara.

Noticias: Asegura que no le gusta la vida bohemia. ¿Es un artista burgués?

Arenillas: En cierto sentido sí. Soy un burgués por como vivo, al igual que el 80% de la población. No soy un careta, eso sí sería un problema para actuar, no tener relación con tu interior, fingir. Careta me refiero a no tener la capacidad de ver la realidad, uno se genera un mundo o una idea de un mundo y no podés ver más allá o no te interesa. Al careta no le interesa más allá de sus fronteras. A mí me importa.

Noticias: ¿Es de los que toman la frase “estás igual” como una declaración agraviante o halagadora?

Arenillas: Es un halago. Si se lo digo a un amigo o a una mina, le estoy diciendo “no envejeciste”. Una mina te diría “¿Por qué? ¿Debería estar distinta? ¿Más fea? Ah, porque vos considerás que yo debería estar más vieja”.

Noticias: ¿Le ha tocado hacer algo en escena que no le gustara?

Arenillas: Una vez me hicieron agarrar un perrito como el que tenía Susana Giménez, un Yorkshire. Tiene como el pelaje áspero y es medio arisco, chiquitito, peludo. El personaje que interpretaba andaba con un perrito, tenía que estar sosteniéndolo. En un momento tuve que pedir que me lo sacaran, me daba repulsión. Y no es que no me gusten los perros, me daba repulsión tener ese perro. Tuve que hacerlo y no me gustaba para nada. Después, los desnudos. Para no ser un galán, ¡me han tocado demasiados! Físicamente estoy bien conservado, no tenía problema con que se me viera la panza. En cine hice tres o cuatro desnudos. Creo que fue mucho peor lo del perro, ¡para los desnudos soy un descarado!

Noticias: ¿Qué cosa le gustaría hacer como si nunca hubiese hecho?

Arenillas: Todo. Levantarme y abrir la ventana como la primera vez. Está relacionado con el amor por las cosas: me gustaría poder enamorarme como la primera vez, ingresar a un estudio de teatro. Tengo una gran valoración de la infancia en cuanto al espíritu que hay que recuperar, echarle una mirada. Es muy valiosa la mirada del no saber, de la primera vez. En la actuación es fundamental.

Noticias: ¿Cómo saber cuando un actor está hablando en serio y cuándo está actuando?

Arenillas: Para desactivarlo, una opción sería provocarlo. Es peligroso. Hacer como que no le prestás atención, algo por el estilo. Para descifrar si es un cassette para el periodista, como harán algunos, me parece que la clave está en los silencios. En los momentos en los que piensa la respuesta, si vos observás ahí, te tenés que dar cuenta si está pensando o si hace que piensa. Ya hacer que piensa es como mucho.

Noticias: Iba a mirar para otro lado mientras usted hablaba para ver qué sucedía...

Arenillas: Me inquietaría inmediatamente y empezaría a generarse no una mala onda, pero algo verdadero, ¡aunque verdadero es todo acá! Dentro de lo verdadero que se puede ser.

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por Juan Bautista Torres López

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