Thursday 18 de April, 2024

OPINIóN | 13-11-2015 17:56

Elecciones 2015: la agenda del ajuste

Los dos candidatos que llegan al ballottage tienen un mismo objetivo e incluso las mismas medidas. Solo se diferencian en los tiempos.

Gradualismo o shock fueron las palabras elegidas para distinguir las diferencias de política económica entre las dos opciones de gobierno que se enfrentarán en el ballotage del 22 de noviembre. Ambas contemplan implícitamente cómo encarar la agenda del ajuste. Es que la economía acumuló distorsiones tan evidentes y de magnitudes tan significativas los últimos años, que ya nadie discute la necesidad de un ajuste, sino la forma y/o los tiempos que llevará concretarlo. La economía está a punto de quedarse sin financiamiento para sostener el ya deteriorado nivel de actividad. Por eso, sin importar el gobierno que finalmente asuma, ninguno podrá demorar el ajuste. Para peor, no solo no dispone de tiempo; tampoco dispondrá de un prudente margen de error que asegure pleno control de la macroeconomía una vez lanzado el ajuste. Cada equipo económico confía que su opción es la óptima para atacar en poco tiempo muchos frentes, y al mismo tiempo, caer bien parado políticamente. Es una verdadera carambola macroeconómica.

Desde el pizarrón, la opción gradualista pareciera que busca dosificar el ajuste para minimizar el impacto político y social, pero al costo de no tener la certeza de solucionar los problemas económicos de fondo. La agenda del shock pareciera que busca asegurarse solucionar rápidamente los problemas de fondo, pero sin tener la certeza de lograr dosificar el impacto en la población. Una corre el riesgo de quedarse corta, y la otra de pasarse de largo. Es claro que ninguno de los dos caminos asegura el éxito y/o gobernabilidad en el proceso de ajuste. En definitiva, agotados, como están, los “colchones” macroeconómicos, con solo dos pasos en falso y algo de mala suerte, bien puede resultar que los tiempos y magnitud del ajuste ya no los maneje el gobierno, sino que lo imponga el mercado, con el duro impacto político y social que significaría. Mirando las hojas de ruta de los dos candidatos del ballotage, se observa que amban proponen el mismo objetivo del ajuste e incluso las mismas medidas. Solo se diferencian en los tiempos. Ambas agendas coinciden en unificar el mercado de cambios, subir las tasas de interés, solucionar el conflicto externo y colocar deuda, disminuir retenciones y rever la política de subsidios. Entre otras medidas económicas. En realidad, todas las medidas que se analizan son recesivas. Mucho o poco, dependerá de la magnitud que se elija, pero recesivas. Hacer ajuste fiscal, cambiario y monetario simultáneamente, sin duda pone a la macro en terreno recesivo.

El arranque del 2014 fue una muestra gratis del mismo paquete de ajuste, pero ejecutado por Axel Kicillof: devaluación +22%, tarifas +200% y tasas de interés +100%), y, sin embargo, el PBI descendió cerca de 2% según estimaciones privadas.

No es la primera vez que la Argentina se encuentra en esta situación. Pisar dólar y tarifas, e intentar financiar las inconsistencias que se generan con deuda externa, reservas o venta de patrimonio público, ha sido la receta que prefiguró casi todas las crisis argentinas, por no decir todas. La agenda del gradualismo pone sus fichas en un generoso blanqueo de capitales, que permita financiar el consumo mientras se negocia con los holdouts. La agenda del shock prioriza “negociar” en tiempo récord con los holdouts, para asegurarse rápidamente el acceso a los mercados y luego potenciar el ingreso de dólares con un blanqueo. El riesgo no solo es que los tiempos de negociación con los holdouts sean mayores a lo que la economía necesita, sino que ante la desesperación por volver a los mercados financieros y no perder las riendas del mercado cambiario, se logren malos acuerdos, tal como sucedió con el Club de París.

Finalmente, los dólares financieros llegarán, pero algo más tarde de lo que esperan las próximas autoridades, y no necesariamente en la magnitud que desean. Pese al escenario recesivo que proyectamos, no esperamos una crisis y existe una importante posibilidad de rebote en el 2017.

*ECONOMISTA de la consultora Econométrica.

por Ramiro Castiñeira*

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