★★★★ La habitual apertura hacia otros autores que el director del Ballet del San Martín, Mauricio Wainrot, promueve constantemente convocó para el último programa de la compañía a cuatro coreógrafos jóvenes y experimentados a la vez.
‘Sort Sol’ (Sol negro) es un fenómeno natural que sucede en Dinamarca cada primavera, cuando las bandadas de estorninos cubren coreográficamente el cielo. Desde la penumbra inicial, Ana Garat y Pilar Beamonte jugaron con la ilusión óptica del espectador, para luego variar drásticamente climas y luces, con la ayuda de sugerentes proyecciones. La obra es dinámica y ágil, pero no termina de cerrar el concepto.
En el centro del programa, ‘Muta’ de Gustavo Lesgart (estreno, como la anterior) hace extenso honor a su nombre y a la intención de su autor, que la concibió como una pieza coral para doce bailarines. La constante vinculación de las figuras y encadenamientos humanos transcurre sin solución de continuidad, y deriva en un final de gran plasticidad y belleza.
El broche lo pone ‘Cuerpo Sutil’, con su despliegue de vistosas faldas que acompañan la idea recurrente de la espiral que Laura Roatta se encarga de remarcar. Comienza y termina con una bailarina girando en soledad sobre sí misma, imagen que tiene mucho de ritual; entre ambos paréntesis se desliza una obra bella, de un lenguaje que coquetea con lo clásico dentro de su indudable contemporaneidad, y que cierra un programa que, como siempre, deja al espectador saciado de belleza.
por Patricia Casañas
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