El problema básico de este film es que es demasiado teatral. Hay un grupo de militares que ataca objetivos con drones; hay un objetivo que debe destruirse y hay un problema moral: niños en el lugar. Pero más allá de la teatralidad, tanto la tensión creada por el dilema como la actuación de los intérpretes –especialmente Helen Mirren– hacen que el film crezca en suspenso y nos mantenga interesados.
por Leonardo D’Espósito
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