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OPINIóN | 02-05-2016 15:52

Dengue: no hay prevención

El cóctel para crear la tormenta perfecta estaba servido. Ya se sabía que este año la enfermedad llegaría fuerte. Pero para el nuevo gobierno la salud no parece ser una prioridad.

Los promedios, se sabe, esconden realidades. En salud conocer este principio es fundamental. Sin embargo, si preguntamos “¿de qué se muere y enferma la gente?” los especialistas nos dirán que 8 de cada 10 personas en el mundo, salvo África, lo hacen de enfermedades crónicas no transmisibles como las cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes y el cáncer; en gran medida vinculadas a nuestro estilo de vida. Esto en parte es cierto. Pero solo en parte. Las llamadas enfermedades infecciosas a la cual pertenece el dengue, son una realidad para las zonas habitualmente más desfavorecidas. Hacen a la “doble carga” de la enfermedad, una característica propia de la región y como tal de Argentina; esto es cuando conviven al mismo tiempo tanto las enfermedades crónicas como las infecciosas. Es un rasgo típico de escenarios donde la desigualdad es una regla. Como en América Latina, como en nuestro país. Digamos que entonces todo depende de la perspectiva con la que se interpreten esos promedios.

Luego de la crisis económica y financiera de 2001 que implicó un fuerte deterioro en las condiciones de vida de los argentinos, un reporte del Banco Mundial de esa época señalaba “el deterioro de las condiciones socioeconómicas de la población permite anticipar que, de no haber intervenciones oportunas, el país experimentará también un aumento de enfermedades estacionales”. En la epidemia pasada de dengue en 2009, se mezclaron tiempos electorales con una emergencia sanitaria. Dos situaciones donde “tiempos”, “indicadores” y “prioridades” no van a misma velocidad. Salud y política tienen diferente sustento técnico y si hay puntos en común pocas veces se integran.

En el caso del dengue, su tratamiento es una práctica básica de cualquier sistema sanitario. Esto significa que su nivel de atención por excelencia es el primer nivel: la atención primaria, el médico de familia o general. Es por ello que los esfuerzos deberían estar orientados a ese nivel sanitario y a la capacitación y fortalecimiento de la comunidad. Los líderes y referentes comunitarios, las escuelas y los medios de comunicación se convierten así en un “triángulo virtuoso” donde la educación hace a la diferencia. Tal fue el caso de Río de Janeiro en relación a la ciudad vecina de Niteroi. Las ultimas epidemias se ensañaron con Río, a pesar de ello la tasa de infestación en Niteroi fueron considerablemente más bajas. ¿La razón? El alto grado de cobertura en atención primaria de Niteroi respecto de Río, producto de 20 años de planificación sanitaria adecuada. No hay más.

En Argentina el mosquito Aedes fue detectado en 1987 y en los brotes de 2007 y 2008 se identificó a los serotipos 1, 2 y 3 de dengue. En 1999 ya había, entre las autoridades, preocupación por la alta presencia del vector y la baja inmunidad de la población. En 2009 ocurrió la primera gran epidemia con más de 26.000 infectados y 6 fallecidos oficiales.

Si algo caracteriza a Brasil es que no solo es el país de la región con más casos de dengue al año, sino que sus registros epidemiológicos son muy confiables. En diciembre de 2015 en su boletín epidemiológico ya tenían contabilizados más de un millón y medio de afectados por dengue con 850 fallecidos y 17.000 casos notificados de Chikungunya. También en ese mes Brasil, Paraguay, Uruguay y nuestro país se veían afectados por una inundación con cerca de 160.000 evacuados. El cóctel estaba servido. Hoy una nueva epidemia es realidad y los muertos “oficiales” son 4. El Ministro Lemus hace semanas afirmaba que “lo peor está por venir” y tenía razón. Solo que en ese cálculo no entraba la nueva inundación que por estos días vuelve a afectar el litoral, ni las altas temperaturas que aún se registran en la zona.

En la nueva gestión nacional la salud nunca pareció ser una prioridad. Lo insinuó el proceso de designación del propio Ministro, lo confirmo el viaje al litoral de días atrás del propio Presidente con una delegación en la que no estaba el máximo representante de la cartera de salud.

En la salud los promedios aún son importantes. En cambio la perspectiva es la que permite ver más allá de cifras y números, considerando, por ejemplo, a los determinantes sociales (de la salud). Esto no es un detalle nimio, hace al cambio de prioridades: la salud de un país es una consecuencia de su desarrollo, pero al mismo tiempo una condición para que un país se desarrolle.

Para gestionar se requiere conocimiento, compromiso social y predisposición a la acción. Gestionar es priorizar y elegir, pero ante todo pensar en el otro, algo que los médicos juramos al final de nuestras carreras. Esto es aún más importante en el sanitarista. Una clásica cita dice “el medico común trata al individuo, el buen medico a la persona, el mejor medico a la comunidad”. No siempre eso ocurre.

*MEDICO de familia (UBA), 

Doctor en Medicina. (Salamanca, España).

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por Diego Bernardini*

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