Friday 29 de March, 2024

MUNDO | 04-05-2016 08:02

Pobre Venezuela: la peor economía de 2016

Tres cuartos de la población no satisfacen sus necesidades básicas. La amenaza de Maduro y los malos augurios del FMI.

La corrupción, la hiperinflación y el totalitarismo hieren por sí mismos. Pero sus efectos duelen más cuando se traduce en un pueblo con hambre y con necesidades básicas insatisfechas. Por reiterativo, mucho de lo que sucede en Venezuela ya no sorprende, pero otras noticias todavía escandalizan: según estudios recientes, entre el 75 y el 81% de la población es pobre.

En Venezuela no hay clases sociales, la “clase media” que comprendía a un tercio de la población ya es parte de la historia. Hoy se es pobre o no. “El 75% de la población vive en la pobreza”, explicó la socióloga Lissette González, tras conocerse los estudios de la Universidad Católica Andrés Bello. Y agregó: “A pesar de que el gobierno con el gasto social intenta contener las variables, desde 2009 se extiende la disminución de la intervención estatal ante la inflación galopante en el quehacer de la población”.

Otro estudio, dado a conocer a mediados de abril, arrojó un resultado aún más pesimista. La brecha de pobres sería del 81% para la Encuesta sobre Condiciones de Vida de Venezuela (Ecovi). El informe, que abarca todo el 2015, catalogó a la población de la siguiente manera: el 28% (más de ocho millones de personas) vive en la “pobreza extrema”, el 19% son “pobres no extremos” y 34% son “nuevos pobres”. Sólo el 19% de los habitantes del país caribeño (casi seis millones de personas) son los afortunados, cuyas necesidades básicas están satisfechas.

Por la misma línea va el Fondo Monetario Internacional. Según su estudio sobre Perspectivas de la Economía Mundial, Venezuela tendrá la economía con peor desempeño de los 190 países relevados en 2016. Su mercado se retraerá un 8%, por encima de otras débiles economías mundiales como Sudán del Sur o Guinea ecuatorial, y muy por arriba de lo que se había contraído en 2015: 5.7%.

La amenaza. Mientras tanto, la “revolución bolivariana” continúa su marcha. La oposición intentó frenarla a través de la Justicia. Pero esta última semana el Tribunal Supremo rechazó la posibilidad de reducir el mandato de Nicolás Maduro, aduciendo que eso sería un “fraude a la Constitución”.

El presidente venezolano argumenta que gran parte de la crisis económica se debe a “conspiraciones que se hacen desde Washington para acabarnos”. Eso incluiría la escasez de alimentos que obliga a la gente a hacer horas de cola por conseguir algo para comer, o la “dieta eléctrica”, el racionamiento de la energía que se inició de manera descontrolada el lunes.

Por eso, lanzó su amenaza: “Si Venezuela cae, los pobres se irían por miles y millones en balsa a las costas de Estados Unidos”. De hecho, comparó esa situación con lo que sucede con los refugiados de Oriente Medio en Europa.

“Con un gobierno nuevo, en un año el país se recupera”, comentó días atrás Henrique Capriles. Pero la oposición también debe hacer su mea culpa, porque no ha logrado hacer pie, aún ante la indignación acumulada de tanta gente.

Sitiada por la crisis económica, política y ética, Venezuela avanza, desde hace algunos años y a pasos firmes, hacia un estrepitoso colapso. Y la cornisa puede observarse cada vez más cerca.

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