Friday 29 de March, 2024

OPINIóN | 24-05-2016 19:36

Mirtha-Macri: el efecto "endúlzame los oídos"

Cómo seducir a la primera dama de la tele. La estrategia presidencial que ya usó Kirchner con Feinmann y Víctor Hugo Morales.

La frase con que Mirtha Legrand, a la salida de la Rosada, sintetizó su almuerzo con el Presidente lo dice todo: “Estoy hinchada de felicidad”. ¿Buenas nuevas sobre las tarifas, el empleo o la política tributaria? No, pero Mauricio Macri le hizo preparar un rico gazpacho y se puso corbata para ella.

Todavía conmocionada por un encuentro que definió en efusiva catarata como “espléndido, fantástico, adorable”, la diva contó que cuando días atrás la invitaron a comer con el Presidente temió que le reprochara las críticas a algunas decisiones de su gobierno que hizo públicas en las últimas semanas por tevé. Pero nada de eso. El número uno le dijo que le tiene mucho afecto, la escuchó con la atención que se merece una dama, la paseó por Balcarce 50 y hasta le hizo unos regalos. Tan bien lo pasó que espera volver.

Mirtha ya no se preguntará, como en esta ocasión, por qué la invitaría. Ya sabe, porque acaba de confesárselo el mismísimo jefe de estado, que le tiene mucho afecto y le interesan sus opiniones.

No habrá salido de House of Cards, pero el efecto “endúlzame los oídos” tiene su éxito. Al kirchnerismo ya le dio resultado, al menos, con dos líderes de opinión eficaces: el filósofo José Pablo Feinmann, y el periodista Víctor Hugo Morales.

Y sí, la historia se repite finalmente como farsa.

En diciembre del 2003, Feinmann había escrito una columna en Página/12 en la que criticaba que el entonces presidente Kirchner hubiera posado en la tapa de la revista Gente dedicada a los personajes del año. Néstor, a quien un mal juicio del filósofo se le clavaba en el mismo lugar donde le entran a Macri las estocadas de la primera dama de la tele, también lo convocó a comer a la Rosada. No se conoció el menú pero Feinmann se encargó de que trascendiera la confianza que le depositó Kirchner y su pedido de que le organizara encuentros con otros intelectuales como Horacio González y José Nun. La admiración de un presidente parece difícil de resistir.

Algunos años más tarde, en el 2010, Víctor Hugo Morales objetó en su influyente espacio de Radio Continental, la compra de dos millones de dólares que Néstor Kirchner había concretado poco antes de la disparada de la divisa. Pero le bastó recibir un llamado telefónico del presidente para esfumar su sospecha de que la operación había sido alentada por información privilegiada. El diálogo presidencial con el líder de opinión se estrechó. Kirchner le dijo que era uno de los pocos periodistas que respetaba y que creía que era muy poco reconocido en nuestro país. La conversión de Víctor Hugo no tuvo escalas entre la crítica lapidaria y el fanatismo incondicional.

La vanidad es una trampa que el marketing político puede convertir en una gran herramienta. Sólo hay que saber detectar candidatos óptimos para activarles el ego.

*Editora Ejecutiva de NOTICIAS.

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por Alejandra Daiha*

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