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COSTUMBRES | 20-08-2016 17:00

Tomar el té está de moda

Aunque todo el mundo parece estar a dieta, la merienda con pastelería gourmet es furor. Por qué los jóvenes adoran el “teanner”.

No hace mucho, organizar una salida “a tomar el té” con amigas era una actividad relegada a las mujeres mayores de 60. Una costumbre digna de las señoras bien con mucho tiempo libre (y especial interés por los dulces). Y para ese público, las cosas no han cambiado. O sí. Porque la oferta de delicias y lugares ideales para sentarse a las cinco de la tarde ha crecido exponencialmente, y con ella, el público que los disfruta. Hoy tanto lugares como los chic Pani y Camping o el clásico Las Violetas, entre muchos otros, sorprenden con mesas de jóvenes dispuestos a dedicarle charla y apetito al regreso de la hora del té.

Entre clásicos y sofisticados. “Creo que este regreso tiene que ver con una reivindicación de la reunión social, y de mostrar que los momentos entre amigos no son sólo de noche. Estamos viviendo tiempos de mucha demanda de actividades, vivimos superapurados siempre y creo que la hora del té se está convirtiendo en ‘ese’ momento sagrado que elegimos para darnos el mimo diario y el tiempo de ocio personal”, apunta Pani Trotta, dueña de Pani, una cadena de restaurantes con gran personalidad en decoración y propuestas, y cuyas tortas son la perdición de muchos en la tarde. En cualquiera de sus cuatro locales (pero especialmente en el de Palermo), es común ver grupos de jóvenes y adolescentes compartiendo porciones de cheesecakes de dulce de batata, con frutos rojos, de Vauquita o con dulce de leche y Mantecol, entre otras versiones de extrema dulzura. “Es un concepto que se instaló con fuerza en todas las generaciones, tanto en mujeres como en hombres. Antes era una costumbre muy de la mujer adulta, y de una determinada clase social. Hoy, si bien conserva la idea de algo sofisticado, se amplió la franja de edad, que abarca a las generaciones más jóvenes y a adolescentes”, agrega.

Y de hecho, es tal el éxito de este horario que Trotta patentó el concepto “teanner”, similar al brunch pero que agrupa el té y la cena, y propone un mix de platos dulces y salados, con opciones como pinchos de langostinos con guacamole, scons dulces de salmón ahumado y cream cheese, chocotorta y cuadrados dulces.

En similar línea de pastelería exquisita se inscribe Cocu Boulangerie, un local de clara impronta francesa, con dueños galos que replican recetas tradicionales de dicho país. Su luminoso local en Palermo invita a sentarse a toda hora, pero bulle de actividad especialmente alrededor de las cinco de la tarde. Sus propuestas para esa hora incluyen croissants, pan de chocolate, tostadas con queso y mermelada casera, éclairs, lemon pie, la torta Paris Brest (con masa bomba y crema praliné), brownies con nueces y hasta pizza, todo acompañado por jugos exprimidos y un sabroso café colombiano. “Desde el inicio vimos que el argentino tiene como costumbre juntarse a merendar. Lo que evolucionó en los últimos años es la exigencia de la clientela; hoy quieren alta calidad y se animan a probar más. Tenemos clientes de toda edad: muchos jóvenes que se juntan a comer, pero también para estudiar o trabajar en proyectos profesionales”, apuntan Anais Gasset y Morgan Chauvel, sus dueños.

También en plan de seducir más paladares y hacerse eco de la movida de “la hora del té”, Camping, el novedoso espacio al aire libre en el Buenos Aires Design con aires de campamento, mesas comunitarias y rocola incluidas, recibe la caída del sol con tentadores churros con dulce de leche, torta húmeda de chocolate, chipá con un toque de naranja, arroz con leche, licuado de banana, chocolate caliente y un muy original vino caliente para estos meses de frío. “La receta viene de los Alpes suizos y las montañas nevadas de Francia: vino tinto, especias, rodajas de naranja y miel”, seducen sus creadores. Propuesta ideal para jóvenes y adultos, además tientan con ponchos abrigados, como para que nada detenga el disfrute de la tarde invernal.

Pero en este revival también los clásicos logran revalidarse, como es el caso de la legendaria confitería Las Violetas, en Almagro. Con un público de tardes que generalmente ronda los 70 años y en su mayoría de mujeres, en los últimos tiempos sin embargo apreciaron muchas visitas jóvenes. “Incluso mi sobrina de 12 años me pidió venir a festejar su cumpleaños con un té con amigas acá”, ilustra sorprendido el encargado. Y así, y bajo la consigna de que “tomar el té remite a algo más que a una taza de hebras de té”, la propuesta que continúa seduciendo a través de los años es el Plato María Cala, una generosa preparación que incluye porción de torta, budín, pan dulce, masas finas, sándwiches de miga, fosforitos, chips, tostados mixtos, tostadas con manteca y mermelada, una infusión y jugo de naranja, todo pensado para tres personas pero posible de compartir hasta entre cinco.

Las panaderías. A su vez, las que también han ganado con el retorno de esta costumbre son las clásicas panaderías y confiterías, sea en su formato para llevar o para comer in situ. Locales históricos como Dos Escudos, El Progreso o Gran Córdoba, entre muchos otros, ven también un auge de las propuestas de la tarde. “Lo veo en muchas mujeres, y es cíclico: cuando se hacen mamás, arrancan con el té de nuevo, juntándose con amigas para hablar del colegio y los hijos. También es el programa familiar del fin de semana; si van a lo del suegro a almorzar, luego meriendan con la madre”, apunta Javier Alonso, presidente de la Cámara de Confiterías. En ese plan y ese ámbito, la factura sigue siendo la vedette, aunque también rotan las medialunas con jamón y queso, las pastafrolas, las tortas de crema y el milhojas de dulce de leche, entre otras tentaciones tradicionales.

Desde Recoleta, Dos Escudos también acusa recibo de la tendencia. “Aquí hacemos catering, y lo vemos mucho en los eventos. Antes un cumpleaños, bautismo, comunión o hasta un civil se celebraban con un almuerzo o a la noche, y hoy el festejo se ha trasladado y todos organizan un té”, detalla María Eugenia, encargada. Instalados en Recoleta y Retiro, ellos también aprecian el cambio generacional: “Hoy vuelven los hijos, a quienes conocemos desde pequeños por venir con sus padres. En esta zona clásica, tomar el té es una costumbre que se transmite en la familia”.

por Vicky Guazzone

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