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PERSONAJES | 11-01-2017 18:44

Sergio Aisestein: “En el fondo soy un ser muy ético”

El creador de Nave Jungla cuentas sus anécdotas en “Freakenstein”. Amistad con Luca Prodan y firma de libros con sangre.

Si ve el título de pasada, podrá pensar que “Freakenstein” es el nombre de la nueva peli de Tim Burton. O, si decide abrir el libro, y hojear las páginas y más páginas de aventuras de una pandilla de amigos drogones, vagabundos y punks por el mundo, deducirá que tal vez es, en el mejor de los casos, el guión del nuevo thriller de Tarantino. Nada de eso: “Freakenstein” son las memorias 100% reales escritas con pulso maestro, de un artista que sobrevivió a todo, en especial a sí mismo. Sergio Aisenstein tiene un currículum tan vasto que es necesario comprimirlo: concibió Café Einstein, el espacio de rock donde debutó Soda Stereo; creó Nave Jungla, una disco regenteada por enanos que mereció en homenaje hasta un programa de MTV; fue amigo íntimo de Luca Prodan, guionó el “Tren Fantasma” en radio –según muchos, precursor de lo que sería la Rock and Pop–, fue motor con un programa de cable de la nueva movida joven del tango y dirigió “El hombre que baila”, un documental alucinado sobre el bailarín de 2x4 Héctor Mayoral, que presentó en festivales de todo el mundo. Pero eso es sólo el currículum pues su vida es una odisea que narra la contracultura, el under y el punk made in Argentina. Movimientos artísticos debatidos en las universidades a los que Aisenstein les puso el pecho, su sangre y su vida.

En persona se presenta con una remera a rayas estilo Freddy Krueger con la leyenda “Freakenstein café”. “Me encargué mil remeras”, dice él. “Porque ahora tengo el proyecto de hacer un café para el año próximo que será una síntesis de Café Einstein y Nave Jungla. El chef será Paul Azema. Habrá una biblioteca. Y brebajes preparados por alquimistas. Lo tengo todo en la cabeza. Va a ser bancado por mecenas millonarios. Además, planeo hacer un programa de radio nocturno donde hablar del under. Se lo quiero contar primero a Bobby Flores”.

Noticias: ¿Es cierto que lo llaman el Camus argentino?

Sergio Aisenstein: Sí, me puso el nombre Adriana Fernández, de la editorial Planeta cuando leyó el primer capítulo de mi libro. A ella le impresionó. Y la mayoría de mis editores ya habían visitado Nave Jungla. Así que sabían quién era yo y lo que había hecho. Y así me quedó el mote. Camus es uno de mis autores favoritos. El existencialismo es la suma de todas las vanguardias y el fin de todo eso es el punk. Todos los ismos del siglo XX terminan explotando en el punk.

Noticias: ¿Y a usted qué lo hace sentirse punk?

Aisenstein: Yo soy punk de alma. El punk me permite expresar mi esencia. Para sobrevivir me tocó robar comida en Alemania, Dinamarca, Escocia. Hasta robamos un coche para salir de aventuras con mis amigos. Estuve preso en Alemania y gritaba: “Soy judío y ustedes mataron a mi familia”, hasta que me liberaron. En la Argentina, en la dictadura, me vinieron a buscar a mi casa para secuestrarme pero no me encontraron. Cuando volví a casa, vi el Falcon en la puerta, me di media vuelta y escapé. Todo eso está contado en mi libro “Freakenstein”. Mi padre llegó de Rusia escapando de las matanzas de judíos. Vino escondido en un barril. Soy de familia rusa y mongoles por parte de mi padre.

Noticias: ¿Qué significa ese tatuaje de la estrella que tiene en el brazo? ¿Lo puede explicar?

Aisenstein: Mis ancestros chinos me legaron mi pasión por las artes marciales y el ocultismo. Hago pa-kua hace muchos años. Y estudio seriamente la medicina china. En los cinco elementos está la llave de todo.

Noticias: ¿Sergei Eisenstein, el cineasta ruso que dirigió el clásico “El acorazado Potemkin”, era su tatarabuelo?

Aisenstein: Fue de mi familia, el sobrino de mi abuelo. De hecho, Sergio me lo pusieron en honor a él. Sergei era gay y anticomunista. En esa tiranía sangrienta, su fama evitó que lo fusilen pero murió de un infarto, rodeado todo el día por la presión de los agentes de la KGB. MI abuela tenía las cartas que él mandaba en papel de encomienda desde Inglaterra. Mandaba encomiendas y en el papel de adentro, escondido, para evitar el control de los espías escribía su correspondencia. Mi abuela tenía esas cartas. Cuando las leía, ella lloraba.

Noticias: Su hermana Lily también fue una artista de culto.

Aisenstein: Mi hermana decía que era la reencarnación de El Bosco. Basquiat admiraba su obra. Guillermo Kuitca decía que era la mejor pintora de Buenos Aires. Lily era ocultista y vidente. Y tenía una biblioteca tres veces más grande que la mía. Y eso que yo tenía 4.000 libros. Atesoro ahora 300 de sus obras inéditas guardadas en un depósito. Murió en un accidente de autos en el 2011. Igual que mi hermano Guillermo. Es el destino de la familia. Tal vez yo muera de la misma forma. Las únicas dos fechas válidas en este mundo son la del nacimiento y la de la muerte. La vida es ese guioncito en la lápida entre una fecha y otra.

Noticias: Todo el mundo habla de Luca Prodan. Y todo el mundo dice ser su amigo. Sin embargo, usted fue amigo de verdad y hasta lo albergó en su casa. ¿Cuál era el verdadero Luca?

Aisenstein: Luca era un osito de peluche. Un tipo que leía todo el día y usaba unos anteojos de culo de botella. Un tipo cultísimo y un gran chef. Pasábamos hasta 15 horas seguidas charlando en casa. Cuando partió, fue la persona que más lloré en mi vida. Incluso más que a mi viejo.

Noticias: ¿Cómo sobrevivió usted a la noche, al punk, al under y a ver tantos amigos morir como adictos?

Aisenstein: En el fondo, soy un ser muy ético. Tengo imagen del Dr Jeckyll y Mr Hide. O como yo lo llamo, me convierto en Freakenstein. Pero no necesito meterme nada, ni drogarme para transformarme en Mr Hide. Yo hago arte. Y en el fondo soy como Gurdjieff, el maestro esotérico que sobrevivió a guerras y revoluciones, y siempre se mantuvo fiel a sus principios.

Noticias: ¿Por qué decidió escribir sus memorias?

Aisenstein: Son parte de una saga que pienso seguir haciendo. Y tengo toda la lucidez y la tranquilidad para escribirla. Construí una casa en la montaña y voy a hacer un piso con cúpula de vidrio con un hogar, donde voy a dedicarlo solamente para escribir. Voy a llevar mis bibliotecas, con los autores que amo: Camus, Kafka, Gurdjieff, Borges, Michaux. Llegué a tener miles de libros pero en una separación los tuve que vender. Yo ya era escritor de chico. Y hacía notas sobre freaks para El expreso imaginario. El rock siempre me hizo volar. De joven escuchaba a Bob Dylan, y ahora Bob es el nuevo premio Nobel de Literatura. Es señal de las que letras le deben mucho al rock. Cuando creé Café Einstein, lo convoqué a Omar Chabán porque me gustaba su aporte. Él venía del teatro. No tenía nada que ver con el rock. El lugar se transformó en el epicentro de la movida under y rockera de la Argentina. A lo largo de mi vida, todo lo que toqué se transformó en oro: Nave Jungla, Café Einstein, mi programa de tango “La Menesunda”, el programa de radio “El tren fantasma” que recibió el Martín Fierro. Y así. Y ahora, toqué este libro que ya es oro y, según me dicen, se está agotando en las librerías aún antes de la presentación.

Noticias: Usted es uno de los pocos representantes de la cultura que se atreve a criticar con dureza a Charly García. ¿Por qué lo hace?

Aisenstein: A Charly lo conocí muy bien. Él iba al Café Einstein y los punks no lo dejaban entrar. Lo sacaban a escupitajos. Y salía corriendo como una rata. Cuando abrí Nave Jungla, para llamar la atención, cambiaba mil pesos en billetes de dos y entraba tirando plata. Aún así, nadie le daba bolilla. Si hasta lo sacaban los de seguridad. Allá a los famosos nadie les prestaba atención. No brillaban. Los únicos que iluminaban eran los freaks. Charly es muy envidioso. Una persona que no está a la altura de su obra. Por el contrario, a la Nave venían artistas y músicos internacionales como Iggy Pop y David Bowie y tenían un bajo perfil increíble. Gente muy humilde. Iggy Pop tiene 75, le lleva diez años a Charly, y tiene huerta, vive en una casa rodeada de palmeras. Está íntegro. Al lado de Pop, Charly es un payaso. Ya te digo: el único músico que estaba a la altura de esa gente, fue Luca. Él había sido criado como un noble, porque su familia pertenecía a la nobleza. Mi madre también era noble y fue desheredada. Con Luca también nos unía eso: éramos nobles, rebeldes y locos.

Noticias: ¿Es cierto que quiere en las presentaciones de su libro, dedicarlo a sus lectores firmándolo con su sangre?

Aisenstein: Así es. Es una idea que a la gente de la editorial le impresionó un poco. Pero que al final, aceptaron. Esto de la sangre es parte de la tradición de los rusos existencialistas que firmaban con sangre. En tiempos de Stalin, los metió presos a todos por locos. Yo conocí a Geniol, el único argentino que estuvo preso en Siberia. Me contaba que los presos rusos jugaban al ajedrez. Y el que perdía le tenía que dar una jeringa de sangre al otro que se la bebía. Es algo muy ruso. Ellos son muy cristianos. Luego la revolución lo transformó todo en algo parecido a Hitler. Sin ir más lejos, Stalin mató hasta su yerno por ser judío. Y casi lo hace con su nieto porque tenía sangre hebrea. Ese sí que era un monstruo. Ese sí que era Mr. Hide.

Emilio Cicco

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