Friday 19 de April, 2024

OPINIóN | 30-01-2017 14:28

Discutir la historia: verdad vs. información

Según Adriana Amado, analista de medios, lo opuesto a la verdad no sería la mentira sino la desinformación: saber es mejor que creer.

La verdad es una cuestión de fe. Por eso se la encuentra en libros sagrados o, en su versión laica, en los códices del derecho. No en vano eso de que la verdad nos haría libres era una promesa evangélica. Pero las religiones están llenas de verdades como esa, incomprobables, tanto como los códigos de principios refutables. A los mortales apenas se nos concede acceder provisionalmente a los modestos asuntos terrenales. El problema es cuando tomamos como verdades reveladas las versiones disponibles para comprender la actualidad.

De años de absolutismo nos viene la idea de la expresión como derecho absoluto que confunde libertad de prensa con licencia para publicar insultos, injurias, falsedades en libelos patrocinados por el dios de turno. De entonces queda mucha gente que se creía libre aunque andaba por ahí presa de sus errores, sin entender que las opiniones sin información son necedades.

Lo opuesto a la verdad no es la mentira, sino la desinformación. A la verdad le alcanza ser creída mientras que la información no es tal si no está fundamentada. Por eso, al periodista se le exige evidencias mientras al político aunque mienta le festejan la propaganda. Decía Jung que suponemos “verdadero y válido aquello que creen muchos porque confirma la igualdad de todos” mucho antes de que la noticia se sometiera al plebiscito del clic. En la democracia de opinión la verdad se resuelve por la mayoría que consagra la voz sagrada. Cuando la democracia trata la información como un bien público al que todos acceden en igual calidad y cantidad, se deja de andar reclamando la verdad porque ningún ciudadano necesita creer cuando puede saber.

*Analista de medios

por Adriana Amado*

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