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EMPRESAS | 28-02-2017 03:12

Empresas | Una mano competitiva

Sinteplast y cómo convertir un emprendimiento familiar en una megaempresa internacional a pesar de Argentina.

El “sueño americano” que tanto hemos consumido a través de las películas consiste en un individuo normal que tiene una idea disruptiva, monta un emprendimiento y lo convierte en una mega empresa. El sueño empresarial del argentino puede resumirse en la imagen del emprendimiento familiar transgeneracional. Bueno: Sinteplast es una empresa que podría competir por ser la simbiosis de ambos sueños. Una suerte de Argentinian way del American Dream.

Raúl Rodríguez fue un colorista y pintor de automóviles que a mediados de los años cincuenta se encontró en el lugar indicado en el momento justo y no lo dejó pasar: fue el encargado de pintar los primeros tres prototipos del Auto Justicialista. Y así ingresó en el negocio de las pinturas. Para 1958 decidió montar su primera fábrica de pintura en la casa que estaba construyendo. A casi 60 años de aquel momento, las cosas no se quedaron quietas: la empresa abrió plantas en San Luis, en Bolivia, en Brasil y en Uruguay. Finalmente, todo quedó chico y, con 1.100 empleados, la nueva generación de los Rodríguez –Miguel Ángel, Rubén, Claudio y Gabriel– montaron un centro de operaciones en Canning, Ezeiza, en un predio de once hectáreas.

“Hoy estamos entre las mejores empresas del país para trabajar por quinto año consecutivo”, destaca Claudio Rodríguez, Director de Administración y Finanzas de Sinteplast, al recibir a NOTICIAS en el centro de operaciones de Canning, donde trabajan buena parte de los empleados que reciben alojamiento gratuito para vacacionar en la costa argentina, entradas para espectáculos, eventos deportivos, centros termales, centros recreativos, pileta y un comedor gratuito que incluye heladería y zona de juegos.

Cintura. La expansión internacional de la empresa y el crecimiento de sus números no cambió la esencia del emprendimiento: todavía hablamos de una empresa de capitales 100% nacionales. Para Darío Aparicio, gerente general de la compañía con experiencia en multinacionales, este detalle es superador: “Las multinacionales son paquidérmicas para la toma de decisiones”, afirma Aparicio y destaca que, cada vez que hay que tomar una decisión, la cadena de mando hace que todo sea mucho más ágil. Los números parecen acompañar el rumbo de la empresa, que fue la única de su sector que creció durante el estancado 2016 y que cree que la vía de la automatización no impactará en merma de personal: “Los que estaban cargando latas, hoy manejan máquinas y los capacita la empresa”, sostiene Aparicio.

La cintura empresarial también puede aplicarse a los cambios de gobiernos y, si bien desde 1958 han convivido con 23 presidentes distintos entre radicales, peronistas, militares, liberales y proteccionistas, Sinteplast puede darse el lujo de decir que sobreviven a cualquier gestión. Rodríguez recuerda que fue durante la crisis del año 2001 que decidieron lanzar una línea de pintura en polvo industrial, y que fue durante 2004 que decidieron montar la megaplanta de Ezeiza. De hecho, la planta fue inaugurada por Néstor Kirchner en 2007 y recibió nuevamente la visita presidencial de manera virtual en 2015, cuando la entonces ministro de Industria, Débora Giorgi, participó de una videoconferencia con Cristina Fernández por el anuncio de inversiones. Hoy, con Mauricio Macri en la presidencia, la empresa de los Rodríguez vuelve a invertir comprometiendo 20 millones de dólares para el desarrollo de un depósito automatizado.

El Estado. “A nosotros nos va mejor si al país le va bien”, afirma Rodríguez y sostiene que, lo que más importa de la economía para la empresa, es el crecimiento del PBI, el cual pronostica que crecerá durante 2017 y 2018, lo cual puede repercutir favorablemente en una empresa que, durante el año más frío de la economía argentina del último lustro, consiguió el récord de ventas de su historia para un mes. “Cuando la economía no te da para mudarte, querés tener lindo el lugar en el que vivís”, sostiene Rodríguez.

Si se les pregunta qué le pedirían al Gobierno, la burocracia es el tema a resolver: “Los costos administrativos y la cantidad de trámites para exportar, son molestos”, sostiene Rodríguez, que además afirma que, por más impaciencia que tenga, entiende que “no se puede dejar a la gente afuera” y que, contrariamente a lo que muchos empresarios sostienen “la competividad para por otro lado, no todo es el dólar”.

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