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CULTURA | 14-06-2017 18:44

Catalina Aguilar Mastretta: “No me gustan las novelas románticas”

La hija de Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín publicó su primera novela y la presentó en Buenos Aires.

Hija de los escritores mexicanos Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín, Catalina Aguilar Mastretta es directora y guionista de cine. Dirigió “Las horas contigo” (2015) y “Todos queremos a alguien”, una novela romántica que se acaba de estrenar en Estados Unidos. Su primera incursión en la narrativa es “Todos los días son nuestros”, novela publicada por Planeta sobre la pérdida y las relaciones afectivas.

En el llamado “debut literario del año”, la autora narra la historia de María, una periodista y crítica de cine que reconstruye, en su memoria, una relación que duró diez años con Emilio, un joven adinerado. Con un tono que va desde la nostalgia y la tristeza hasta la ironía y el sentido del humor, el mundo que configura la escritura de Aguilar Mastretta es de una actualidad sorprendente no solo por las referencias cinematográficas y el lenguaje descontracturado, sino también –y sobre todo– por cómo es retratada la dinámica de las relaciones afectivas.

NOTICIAS: ¿Qué significa para usted ser hija de dos grandes escritores? ¿Tiene alguna desventaja?

Catalina Aguilar Mastretta: No, para nada. Creo que como para cualquier persona que ejerce la misma profesión que sus padres, es una ventaja. Los hijos de doctores saben más a la hora de entrar a la escuela de medicina que los hijos de no doctores. Creo que en ese sentido ver las cosas desde niño te da una ventaja cuando quieres ejercer esa profesión. Si a alguien le pesa eso es externo a mí, las expectativas son algo que los demás pueden poner encima de mis cosas, pero yo no las tengo.

NOTICIAS: ¿Hay alguna influencia del cine en su literatura?

Mastretta: Sí, la novela está estructurada como una película. Rigurosamente empieza y termina, es una historia que te lleva. Eso viene del guion, esa claridad de que una escena te lleva a la siguiente, en qué momento terminas un capítulo y empiezas otro, ese tipo de cosas.

NOTICIAS: ¿Hay algo que le haya dado la literatura que no le dé el cine?

Mastretta: La literatura tiene más libertad, tiene que iniciar un contacto más directo con quien va a ser el lector, tienes la sensación de que estás contando una historia que está terminada. En cambio los guiones no son el producto final, son un vehículo hacia otra cosa, el plano de una casa. A los personajes de un guión les falta un actor. En la novela hay más libertad, desde poner las escenas donde quieres en el momento en que quieres porque nadie va a tener que poner dinero para que se hagan realidad, hasta reflexiones que en cine serían difíciles porque no son visuales. En este libro, en términos formales, la solución fue hacer lo que me diera la gana.

NOTICIAS: ¿Siempre supo que esta historia tenía que ser leída y no vista en una pantalla?

Mastretta: Sí, sobre todo porque transcurre en la cabeza de la protagonista, lo vuelve una historia especial por la ironía que tiene y la manera que tiene de acercarse a las cosas dentro de sí misma. Eso es algo que solamente está en el lenguaje.

NOTICIAS: ¿Cuándo la empezó a escribir?

Mastretta: De manera muy desordenada hace mucho tiempo, como diez años. Escribía guiones y vivía en Los Ángeles. Volcaba cosas que mis amigos o mi hermano me contaban y yo no podía poner en un guión. Me di cuenta de que decidí terminarla para poder pasar a otra cosa cuando ya había cumplido la edad de los personajes (30), entonces tenía cierta perspectiva frente a la historia que antes era más inventada.

NOTICIAS: En una entrevista usted dijo que es una novela nostálgica. ¿A qué se refería?

Mastretta: A que son pérdidas de todo tipo. Primero la infancia, la idea de estos niños que eran, las relaciones que tuvieron a los quince años y cómo eso se perdió cuando crecieron, después la pérdida de todas las primeras cosas que hacen juntos, desde vivir con alguien hasta conocer a la familia del otro: se trata de la ruptura de esas cosas. Y luego la pérdida de la madre, que es la fundamental y pone en relieve todas las demás. Ahí es cuando realmente la protagonista tiene que crecer. Además es nostálgico porque está viendo todo desde un punto más adelante en el tiempo, es algo que ya terminó.

NOTICIAS: En varias partes de la novela se ve la cuestión de la identidad. La protagonista ya no sabe quién es cuando deja de estar con su pareja.

Mastretta: Sí, eso ocurre porque cuando tienes una relación intensa que pasa por todas tus interacciones cotidianas durante suficiente tiempo, la otra persona pasa a ser parte de un referente y de una autorreflexión sobre quién es uno. Por eso cuando la pierdes sientes un vacío que tienes que llenar de algún modo, y no necesariamente pasa por la otra persona, sino por las cosas que dabas por hechas, como qué tipo de futuro ibas a tener. Cambia la versión de ti mismo que tenías planeada. Pasa también pasa con los amigos, con los padres, etc. La otra cosa es la versión de ti que los demás ven, la versión de los demás de la que tú te adueñas, por eso el libro se llama “Todos los días son nuestros”: porque por más que esa relación cambie o termine, ese tiempo que pasaron juntos siempre va a ser parte de quienes son.

NOTICIAS: Una vez dijo que no le gustaban las novelas románticas pero le gustaban las novelas de amor. ¿Cuál es la diferencia?

Mastretta: Una novela de amor es de observación social, no necesariamente estás clavado en una relación romántica, sino en muchos tipos de relaciones y cómo esas relaciones cambian con el tiempo. La mía es una novela de amor en el sentido de quién es la gente, entonces eso se convierte en una exploración de códigos sociales de por qué cierta esencia de quién es alguien se conecta con la esencia de otro alguien y ese misterio en el que estamos todos metidos todos los días.

por Pablo Nardi

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