Friday 19 de April, 2024

POLíTICA | 20-06-2017 15:59

Cristina contra el PJ: escenas de peronismo explícito

La lucha del kirchnerismo con el peronismo. Por qué los intendentes van a “mantener los códigos” con Randazzo y cómo fogoneron a Ishii.

Al encuentro del Instituto Patria, el miércoles 15, fueron 38 intendentes, muchos más de los que originalmente estaban citados. Pero el poder se huele, y cualquier dirigente sabe que si algo nuevo y poderoso se está gestando, más vale estar presente.

La idea original, devela a NOTICIAS una fuente K, era reunir a aquellos que estarán a cargo del armado electoral: “Esta es una reunión operativa, no una muestra de fuerza. Eso va a suceder en el acto del 20”, se atajaban ante la ausencia de intendentes claves, como Martín Insaurralde.

Son varios los mandatarios que, hasta la creación del flamante frente, preferían dejar de lado al kirchnerismo para avanzar en una renovación. “Con 'el Flaco' Randazzo se puede hablar, podés disentir. Con Cristina solo debés acatar”, reniega un dirigente del peronismo tradicional.

El dilema más grande lo tiene el barón de La Matanza y titular del justicialismo provincial Fernando Espinoza. Al ex intendente lo tironean desde ambos rincones: es uno de los voceros de Cristina y un hombre de confianza en el nuevo espacio, pero en el randazzismo lo chicanean: “¿El presidente del PJ va a jugar por afuera de su propio partido?”.

Para cumplir con el pedido de la ex presidenta (pero también para terminar con su conflicto de intereses), Espinoza llama todos los días, religiosamente, a Randazzo o a su ex compañero de fórmula Julián Domínguez para que cedan y se replieguen. Pero no aflojan. Prefieren morir con las botas puestas. Para no ser desleal, Domínguez prometió “mantener los códigos”. Eso, en el lenguaje peronista, implica no hacer jugadas típicas de la viveza criolla. “No le van a robar la elección, no le van a esconder boletas. Es eso”, simplifica una fuente peronista.

Randazzo irá por dentro del Partido Justicialista, donde se abrirá una interna con el intendente de Malvinas Argentinas, Mario Ishii.

El mandatario comunal había recibido una semana antes la visita de dos intendentes kirchneristas y, reconocen en el entorno K, le dieron el empujón que necesitaba para minarle el justicialismo al ex ministro de Transporte. “Le dijeron que si se anotaba le correspondía plata del partido y minutos de publicidad gratis. Lo embalaron”, señalan. “El Japonés” se mandó: nadie niega su interés personal, aunque tampoco que sea funcional a los intereses de Cristina.

De todo el conurbano, apenas dos intendentes juegan abiertamente con Randazzo: Gabriel Katopodis, de San Martín, y Juan Horacio Zabaleta, de Hurlingham. El resto cedió al poder de Cristina: temen que si van con el peronismo tradicional, Unidad Ciudadana les haga una lista a concejales y les mancille su poder territorial. Ante todo, tienen que cuidar su quinta.

El poder más grande de Randazzo está en los gremios que lo apoyan. Con caja propia y sin la necesidad de rendir pleitesía, los sindicatos tienen más libertad para elegir. Sanidad (de Héctor Daer), Luz y Fuerza (de Héctor Moser), Taxistas (Omar Viviani) y UOCRA (Gerardo Martínez), Alimentación (Rodolfo Daer) son algunos de los gremios que le aportan estructura al ex ministro. Por el lado del kirchnerismo, el apoyo sindical es escaso.

Tampoco los movimientos sociales están en una buena relación con Cristina. La ex presidenta no oculta a su entorno el fastidio que le genera el Movimiento Evita, tras su acercamiento al Ministerio de Desarrollo Social de Carolina Stanley. Los considera unos “traidores”. De hecho, una de las dos condiciones de la ex presidenta para cerrar la unidad con Randazzo (si este aceptaba replegarse) era el veto al Evita.

La otra condición era limpiar de la lista a Juan Manuel Abal Medina. Al ex jefe de Gabinete también lo tienen apuntado. No le perdonan su falta de compromiso: “No tiene ninguna causa judicial”, señalan en el entorno K. Eso es casi como una ofensa.

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