★★★ Osvaldo Golijov es el compositor argentino con mayor presencia en la escena internacional. Sus obras suelen ser interpretadas en diversas partes del mundo, por artistas como Yo-Yo Ma o el Kronos Quartet. Ganador de dos Premios Grammy, compuso bandas sonoras para Francis Ford Coppola y fue homenajeado por el Lincoln Center con un festival dedicado a sus creaciones.
La música de este artista nacido en La Plata, que vivió en Israel y se instaló finalmente en Estados Unidos, se resiste a cualquier etiqueta.
El tango, la música klezmer, los ritmos latinos y la cultura árabe atraviesan su estilo, o más bien sus estilos, múltiples y personalísimos. Sólo unas pocas obras suyas se han podido apreciar en vivo en Argentina. Pero, en el estreno local de dos de sus composiciones, en el CCK, Golijov fue ovacionado por un público consciente de su relevancia. Él mismo presentó cada una de las obras y las asoció con la idea de viaje o peregrinaje. En el caso de “Ayre”, un ciclo de canciones con textos en ladino, árabe, sardo, español y hebreo, el recorrido lleva al oyente por el Mediterráneo, de España a Jerusalem. La intensidad de la obra se potenció gracias al carisma de la soprano Miriam Khalil, que afrontó las exigencias de la pieza con voz suntuosa, canto expresivo y presencia imponente.
El contraste entre “Ayre” y la introspección de “Azul”, en la segunda parte, fue drástico. Este concierto para chelo es, en palabras de Golijov, una suerte de “viaje interestelar”, un recorrido que Eduardo Vassallo, Michael Ward-Bergeman y la orquesta plantearon con profunda sensibilidad. En ambas obras, fue magnífico el trabajo de la directora Annunziata Tomaro, coherente, minucioso y pleno de matices.
por Margarita Zelarayán
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