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OPINIóN | 22-11-2017 15:03

Trasplantes: un sistema complejo que puede y debe mejorar

Una persona cada cinco horas recibió un trasplante en la Argentina en el 2016, una proporción que se mantiene en los últimos años. A todas luces es insuficiente, pero el problema es mucho más complejo que sólo aumentar la cantidad de donantes.

Desde sus fotos, sonriente siempre, Justina Lo Cane parece interrogarnos. El final sobre el que nadie quería ni podía hablar, porque, se sabe, estar a la espera de un trasplante es así: una noche que, súbitamente, se transforma en día cuando el donante compatible aparece, llegó. “No podemos parar de llorar. Se nos fue el sol. Se nos fue Justina”, dicen en su página de Facebook los familiares de la nena de 12 años que falleció esta mañana en la Fundación Favaloro. Y vuelcan su dolor, su frustración, el duelo que recién comienza: “Esperó 4 meses y luchó, con todas sus fuerzas, para que llegara ese corazón. Por múltiples factores que afectan al sistema de salud argentino nunca llegó la salvación para ella. Todos los que vivieron una situación igual lo saben. El sistema nunca juega a favor de los pacientes”.

Más allá de ese tajo en el alma que ahora produce la muerte de Justina, lo cierto es que sí, hay veces (muchas) en las que el sistema de salud en nuestro país juega a favor de los pacientes. O al menos lo intenta, con altas y bajas, con salvatajes que llegan a tiempo y con pérdidas de vidas que nunca podrán ser reemplazadas.

De acuerdo con el Incucai , cada cinco horas una persona recibió un trasplante de órganos en la Argentina a lo largo del año 2016. Los 109 trasplantes cardíacos realizados representan la cifra más alta en registrada en el país en este tipo de intervenciones. Pero es cierto: en estos momentos, hay 17 personas que esperan con urgencia un trasplante de corazón. De ellos, 4 tienen menos de 17 años. Y 3 lo aguardan desde hace entre 12 y 24 meses.

En la Argentina hay 11,81 donantes por millón de habitantes (DpM) y el gran ejemplo que todos quieren seguir es el de España, que se convirtió a fuerza de políticas de Estado y campañas en referencia mundial, con una tasa de 43,8 DpM. Teniendo en cuenta que ese país representa al 0,6% de la población mundial y contribuye con el 6,6 % de todas las donaciones que hay en el mundo, el camino es largo.

Los intentos por aumentar la capacidad de generación de donantes para dar respuesta a las listas de espera siempre crecientes son globales. Y la brecha entre quienes desean donar y quienes esperan ser trasplantados existe en todos lados. Las diferencias que separan ambas situaciones dependen de múltiples factores: la situación sanitaria de cada país, la cantidad de donantes vivos, el nivel de procuración de órganos de donantes cadavéricos y la tasa de trasplantes, por ejemplo.

También hay que tener en cuenta cuantos órganos se obtienen de cada donante, un dato que funciona como indicador de la calidad de la procuración. Un caso para comprender mejor esto. En Australia se implanta un 40% de los pulmones obtenidos por donación, mientras que en la Argentina esa proporción es del 8%.

El punto entonces es que no solo hay que obtener más órganos sino procurarlos mejor. Para eso hay que optimizar todo el sistema sanitario, y (sobre todo) mejorar las terapias intensivas de los centros médicos. A mayor calidad de estos servicios y de la salud pública en general, mejor estado de los órganos donados.

Pero sigue habiendo un problema extra: no siempre los donantes potenciales son reconocidos con rapidez y, por ende, los protocolos de trasplante no se inician a tiempo, lo que influye en la cantidad de órganos posibles a donar, debido a que con el paso de las horas los tejidos se deterioran.

Alguna vez le dijo el ex presidente del Incucai, Carlos Soratti, a Noticias: "Si queremos duplicar los donantes, tenemos que involucrar a toda la institución hospitalaria, desde su dirección hasta los médicos y enfermeras. Inclusive a camilleros y técnicos que tienen contactos con los familiares y que pueden hacer comentarios decisivos. Todos tienen que capacitarse y comprometerse". Contundente, concluyó: “En nuestro país la sociedad tiene una actitud francamente positiva respecto al trasplante. No es un problema de consentimiento, sino que el sistema de salud tiene que mejorar los procesos y los protocolos". Y esto, además, incluye a la tecnología y herramientas médicas.

De eso se trata. De seguir estableciendo mejoras. De no bajar los brazos porque hay un larguísimo camino que recorrer. De creer que sí, que el sistema de salud puede (y debe) jugar a favor de los pacientes.

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