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POLíTICA | 13-12-2017 14:32

Qué tiene en la cabeza el juez Claudio Bonadio

Claves de su guerra personal contra CFK.Denuncia por amenazas de Nisman. Futuro.

Para algunos de sus pares en Comodoro Py, el juez Claudio Bonadio está loco. Dicen que lo que hace es contraproducente para la imagen de la Justicia, porque la pone en un lugar incómodo de oportunistas que interpretan el código penal según sus propios intereses. Para otros es un personaje que tiene el temperamento, la espalda y el estómago para bancarse una decisión como la que acaba de tomar: pedir el desafuero de la ex presidenta para poder aplicarle la prisión preventiva. En su más de 20 años como juez federal y con trato frecuente con la política, Bonadio es un intérprete agudo de la realidad que deja muy poco librado al azar. Cuando decidió procesar a la ex presidenta y pedir su prisión, estaba seguro de que eso no iba a pasar.

El presidente del bloque peronista, Miguel Pichetto, ya había anticipado que su grupo no iba a votar el desafuero de un senador, a menos que tenga condena firme. Y en Argentina una condena firme implica mucho tiempo: hay que tener en cuenta que este fallo de Bonadio será apelado, luego irá a una segunda instancia. El análisis de ese fallo demorará muchos meses. Luego, sea lo que fuere que se decida, también podrá ser cuestionado y se podrá pedir una tercera revisión y hasta podría llegar a la Corte. Una vez que el procesamiento quede firme, la causa estaría en condiciones de ser elevada a juicio y luego de eso empezaría el trámite administrativo para la asignación de un tribunal y una sala donde se lleve a cabo el juicio.

Aún así, si la condena es en contra de la ex presidenta, también puede ser apelada, por lo cual la “condena firme” que pide Pichetto para desaforar a un senador está muy lejos de suceder. Para cuando llegue la condena firme -si llega-, Bonadio ya estará jubilado. Acaba de iniciar los trámites para organizar su retiro. Podría estar listo para diciembre del 2018.

Espejo. Un ejemplo de condenado pero sin fallo firme y por lo tanto con fueros es el ex presidente Carlos Menem, quien también está obligado a ser senador para no terminar preso. Algo similar pasará con CFK: esta decisión de Bonadio la deja rehén del Senado, donde deberá permanecer para no ser alcanzada por la prisión preventiva. Menem es un espejo que refleja el futuro de Cristina.

La decisión de Bonadio tiene un solo fin: terminar con la carrera política de la ex presidenta. El juez no la quiere presa. La quiere aislada. Un adelanto sobre cómo será la fuerza parlamentaria de CFK se puede ver en la decisión de Pichetto de romper con el kirchnerismo. El miércoles 6 de diciembre comunicó que formaría un bloque separado. El fallo del juez tiene la misma fecha. Fuentes palaciegas le aseguraron a esta revista que el rionegrino fue preavisado. Los más republicanos hablan de coincidencias.

Pasado. Claudio Bonadio no siempre fue un enemigo del kirchnerismo. Allá por el 2011, cuando Cristina Kirchner era la líder política más poderosa del país y acababa de ganar las elecciones por el 55%, el juez federal decidió que los secretarios de la entonces presidenta, que estaban siendo investigados por enriquecimiento, y que habían tenido un sideral aumento patrimonial en su paso por la administración pública, debían ser declarados inocentes. Los sobreseyó. Se trataba de Isidro Bounine, Daniel Álvarez y Daniel Muñoz. Años más tarde Muñoz se haría famoso al figurar su nombre en los Panamá Papers como titular de sociedades offshore. Aquel sobreseimiento fue celebrado por el gobierno K, que aceptó promover a la entonces secretaria del juez Bonadio, Alicia Vence, como jueza federal de San Martín.

Otro dato llamativo de la causa por traición a la Patria es que Bonadio siempre estuvo enemistado con Alberto Nisman, quien denunció al juez en el 2010 y afirmó que lo espiaban y buscaban que lo apartaran como fiscal de la causa AMIA. En esa denuncia Nisman mencionaba a Bonadio, Jorge “Fino” Palacios, Carlos Corach y su hijo Maximiliano. A fines del 2014, el entonces espía Antonio “Jaime” Stiuso se apersonó en Comodoro Py para ampliar la denuncia de Nisman contra Bonadio y aportar más datos. La relación entre Bonadio y Corach data de la década del ‘90, cuando fue colaborador del funcionario menemista en la Secretaría Legal y Técnica, pero los lazos llegan hasta hoy. Sin ir más lejos, la secretaria que firma el procesamiento de CFK es Carolina Lores Arnaiz, hija del contador de Corach, Alberto Lores Arnaiz.

Al igual que Bonadio, Nisman también tuvo su giro en relación a las negociaciones con Irán. En un documento presentado en el expediente AMIA, el fiscal, cuando lo notificaron sobre diálogos con Irán para establecer pautas de colaboración, había afirmado que “toda medida que implique una cooperación que tenga por objeto materializar y dar respuesta a la Justicia argentina, esta Unidad la recibe con beneplácito y la encuentra altamente constructiva”. Otros tiempos, otra Justicia… otra Argentina.

por Rodis Recalt

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