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SOCIEDAD | 07-02-2018 15:51

El ex de Awada, babysitter deluxe de Antonia Macri

El ex de Juliana Awada quedó al cuidado de Antonia cuando sus padres viajaron en gira oficial a Europa. Lujos y poder de este millonario belga.

Bruno Laurent Philippe Barbier descansa en Bruselas. Acaba de regresar a Europa después de una larga estadía en su mansión de José Ignacio. En pocos días volverá a tomar un avión que lo llevará, finalmente, al lujo de Mónaco, donde vive. Las vacaciones de este magnate belga, heredero de una millonariafortuna europea, lejos estuvieron de las fiestas top a las que suele asistir sino que, más bien, le reservaron un rol mucho menos glamoroso: el de niñero. Barbier es el ex de la primera dama, Juliana Awada y, además de cuidar a Valentina, la hija que tienen en común, tuvo que hacerse cargo de Antonia Macri, mientras sus padres realizaban una gira oficial por Europa.

En su vuelta al invierno europeo buscaba desconectarse, según confiaron allegados a NOTICIAS. Sin embargo, sonó el teléfono. “Bruno. NOTICIAS quiere escribir sobre vos”. Del otro lado de la línea, a más de 11.000 kilómetros, Awada le advertía a su ex pareja que la prensa lo estaba buscando, algo que a este millonario le disgusta ya que siempre ha huido de los paparazzi. Pero su veraneo en Uruguay había llamado la atención más que en otras oportunidades. Un fotógrafo lo retrató manejando un vehículo utilitario con su esposa, Charlotte Barbotin-Larrieu a su lado; Antonia, sentada sobre su falda y Valentina. Doblaban en la rotonda de la entrada a José Ignacio y el conductor no parecía muy preocupado por las normas de seguridad vial. Hablaba por celular y el carrito no cumplía con mínimas condiciones de seguridad que, según altas fuentes de la Dirección de Tránsito de Maldonado, le hubieran valido una infracción segura, de haber sido pescado por un agente.

De todas formas, según cuentan en su entorno, Barbier es un babysitter dedicado. Con Antonia tiene una relación muy afectuosa y cumple todos sus caprichos. Eso sí: tanto a la niña como a Valentina les transmite los modales de clase que cualquier europeo debería tener como, por ejemplo, ser un buen anfitrión chic: amabilidad, saber servir la mesa y nada de malas palabras. Pero al mejor cazador se le escapa la liebre.

Niñero al volante

Con sólo observar las imágenes que retrataron el traslado de Barbier y su familia por la Ruta Nacional 11 de Uruguay, se pueden observar, al menos, una decena de infracciones que podrían haber puesto en riesgo a todo el grupo, incluida a la hija del Presidente.

Barbier conduce un Mule Kawasaki y, según explicó la intendencia de Maldonado a NOTICIAS, este tipo de rodados sólo puede circular en barrios cerrados o chacras. Para usarlo en ruta, se tiene que tramitar una habilitación especial que requiere que el vehículo cumpla una serie de condiciones: tener paragolpes trasero, apoyacabezas, parabrisas y limpia parabrisas, puertas laterales y espejos retrovisores. De lo contrario, el conductor puede ser multado y se le puede secuestrar el rodado. El utilitario de Barbier carece de todo esto.

Además, el inspector de la Oficina de Tránsito local, Jacinto Franco, explicó que “tiene que tener chapa patente (no se divisa en las imágenes), documento de propiedad y seguro”, y agrega: “Los menores de 12 años no pueden viajar en estos vehículos salvo que sean cerrados, tengan puertas y lo hagan en el asiento trasero con el sistema de retención infantil pertinente”.

Las imágenes son elocuentes. Además, ninguno de los cuatro lleva puesto el cinturón de seguridad en el habitáculo para tres personas, van cuatro. Y, más todavía, Barbier conduce hablando por teléfono. ¿Le llegará la multa?

La cuestión de la seguridad del grupo familiar tiene particularidades propias en lo que hace a Antonia Macri como hija presidencial.

La pequeña tiene una gran exposición pública. De hecho, tanto Macri como Awada suelen publicar fotos de ella en las redes en distintas situaciones oficiales y privadas. Sin embargo, esta exposición tuvo su contraparte el año pasado, cuando la niña fue amenazada de muerte por María Carolina Pavlovsky, una tuitera que terminó imputada en la Justicia. El revuelo fue tal que las amenazas a Antonia se convirtieron en una cuestión de Estado.

Sin dudas, Antonia no es una nena como cualquier otra y sus traslados tienen que cumplir con protocolos de seguridad específicos. Según el fotógrafo que tomó las imágenes, alrededor de la familia Barbier no había custodia. Por este motivo, NOTICIAS le consultó a María Reussi, asesora de la Presidencia en cuestiones de la primera dama, qué recaudos se habían tomado. “Tiene la custodia que le corresponde a la hija del Presidente”, fue la respuesta, luego de un ida y vuelta entre funcionarios que no se ponían de acuerdo acerca de si esa era información pública o no.

Tiempos de cambio

El rol de babysitter deluxe vino a convertirse en el símbolo de la reconciliación entre Barbier, Juliana Awada y Mauricio Macri desde que este último llegó a la Casa Rosada. “El Presidente le deja la hija preferida”, cuentan allegados para ejemplificar la confianza y buena relación que los une. Sin embargo, eso no siempre fue así.

Según cuenta el periodista Franco Lindner en “Juliana”, la biografía no autorizada de la primera dama, la tensión entre Barbier y Macri está relacionada con “fechas que no cierran” entre una y otra relación. “Si hay que guiarse por los datos oficiales, y no por las justificaciones de quienes manipulan fechas para disimular la desprolijidad de todo el asunto, lo cierto es que Barbier y Awada aún seguían siendo una pareja en diciembre de 2009”, año en el que se inicia la relación con Macri, según cuenta el periodista.

Tanto los voceros de Presidencia como los defensores de Barbier niegan estos problemas a pesar de las múltiples versiones del entorno que dan detalles sobre las rispideces que existieron entre ambos. El Gobierno se ha empeñado en blindar a Juliana de cualquier claroscuro que pueda enturbiar su imagen.

Una de las jornadas de mayor tensión para el millonario belga sucedió poco después de la separación con Juliana. Él, que ya se había enterado de la relación con el líder del PRO, se encontró con el psicólogo de ella en un restaurante y casi lo agarró a trompadas. “Barbier le recriminó haber hecho terapia de pareja cuando el profesional ya sabía que Juliana estaba iniciando otra historia”, detallan conocidos. En aquellos tiempos turbulentos ocurrió un episodio desagradable con Juliana en la chacra de José Ignacio.

Sin embargo, todas aquellas asperezas fueron limándose y, en la actualidad, todos coinciden en que el vínculo es de cariño y respeto. ”No se podían ver el uno al otro. Pero un día se relajaron”, agrega un amigo. Barbier y Charlotte, incluso, invitaron a Macri y Awada a la boda que celebraron en septiembre del 2017 en el Museo Rodin, en París. Por compromisos oficiales, el matrimonio no pudo asistir pero agasajó a la pareja con una cena íntima en la Quinta de Olivos.

Tuvieron que pasar varios años pero, finalmente, reinó la paz. La foto que publicó Awada en su cuenta de Instagram, el último Día del Padre, lo dejó más que claro: posó junto a sus dos hijas y los dos padres. “La familia es todo para él”, sostiene una amiga. “Bruno la quiere de verdad a Antonia. Es cariñoso. Un día, por ejemplo, les preguntó a las chicas qué querían hacer. Él ya tenía planes pero a ellas se les ocurrió ir a comer crepas a La Barra y las llevó. Siempre está dispuesto a complacerlas”, cuenta un testigo de este verano paternal.

En familia

El deseo de Barbier por mantener a la familia unida probablemente tenga origen en su propia historia. Es uno de los herederos del grupo Vandermoortele, una empresa belga especializada en productos alimenticios que nació a finales del siglo XIX y se hizo grande en la primera posguerra, vendiéndoles alimentos al resto de Europa y el mundo. Esta compañía, que comenzó produciendo aceite, es una de las más grandes de la región y está valuada en 387 millones de euros.

Quien, en realidad, convirtió a la compañía en un emporio y expandió los intereses al sector agropecuario fue el abuelo de Bruno Barbier, Raymond Vandermoortele (padre de su madre). El hombre, que falleció en 2015 a los 95 años, fue una figura clave para el ex de Awada ya que su mamá, Christine Vandermoortele, lo había tenido de joven y delegó en él la crianza de su hijo. Sus conocidos cuentan que la relación con su madre es una de sus debilidades. El padre de Bruno era un médico que no formaba parte de ese emporio, no era millonario y tampoco estaba cerca de la realeza belga.

Barbier tiene una excelente relación con ambos aunque los ve por separado ya que ellos no se llevan bien. Todo lo contrario a lo que él pretende con Awada. Este verano se tuvo que ir dos veces de Punta del Este a Bruselas a visitar a su padre porque no está bien de salud.

Esa idea de “tu familia es mi familia”, Barbier la lleva al extremo. De hecho este verano fue fotografiado con el hermano de Mauricio Macri, el empresario Gianfranco Macri, que quedó en la mira por haber ingresado al blanqueo de capitales impulsado por Presidencia y declarar 620 millones de pesos. Ambos posaron para las cámaras en el parador “La Caracola” de Punta del Este en un evento de la plataforma de trabajo “WeWork”.

El belga, además, se esfuerza por mantener un lazo fluido con toda la familia Awada y particularmente con la madre de la primera dama, Elsa Esther “Pomi” Beker. Ellos hablan con frecuencia. La matriarca, cuando era su nuera, lo había llegado a adorar y solía jactarse con sus amigas del novio “conde” que tenía Juliana que, en realidad, nunca lo fue, título nobiliario que tampoco él se ocupó de desmentir. No es para menos. Barbier fue clave en la formación de la futura primera dama: le enseñó idiomas, la llevó a viajar por el mundo y le permitió codearse con la alta aristocracia europea. “Barbier nivela para arriba”, cuenta un conocido que recuerda cómo cada una de las mujeres que estuvieron a su lado se estilizaron. Viviana Canosa habría atravesado el mismo proceso con él, tanto que durante su relación abandonó el rojo furioso de su cabello que la había caracterizado por tantos años. “Charlotte es muy distinguida. También la hizo a su imagen y semejanza. Bruno hace eso con las mujeres”, cuenta una amiga.

Fama sobrevaluada

Desde que llegó a la Argentina, Bruno Barbier siempre se codeó con el poder y, en consecuencia, siempre estuvo en el mismo círculo en el que se mueve la familia Macri. De hecho, la casona que todavía tiene en Barrio Parque –donde se hospeda cuando viene a visitar a Valentina a Buenos Aires– queda al lado de la que el Presidente supo compartir con una de sus ex esposas, Ivonne Bordeu.

Desde que se hizo conocido, parte de la prensa quedó maravillada con ese charme europeo que lo caracteriza. Su español afrancesado, su aspecto siempre impecable y su imagen de hombre de mundo encantó al jet set local. Con los años, logró construir grandes amistades. Karina Rabolini es una de sus mejores amigas argentinas y a través de ella comenzó una amistad con Daniel Scioli. Los hermanos Roemmers, dueños del laboratorio, son también parte de su círculo íntimo. “Es ermitaño y social al mismo tiempo. Le gusta mucho invitar gente a su casa y organizar reuniones. No se pierde ningún desfile ni evento donde haya mujeres lindas o personajes poderosos. Pero siempre va con un perfil bajísimo”, cuenta uno de sus invitados frecuentes. Cualquiera que vaya a su casona de Barrio Parque se queda impactado por la exhibición de su colección de arte moderno, de la que es cultor.

“Tiene un glam especial. Es un europeo con gustos exquisitos”, cuenta Ana Rosenfeld, otra de sus amigas locales. A la abogada mediática le tiene confianza y la designó como su “vocera” para hablar con NOTICIAS. Él prefirió el silencio.

Una de las cualidades que Rosenfeld destaca de Barbier es la educación que le imparte a su hija Valentina, a quien ve con muchísima frecuencia. De hecho, es capaz de viajar desde Mónaco hasta Buenos Aires sólo para pasar un fin de semana con la adolescente. Con ella habla de manera fluida en español y en francés y, como padre, le preocupa inculcarle valores humanos más allá de lo material. “Puede estar con ella en un hotel cinco estrellas y también decirle que invite a sus amigas a compartir con él un picnic”, cuenta su amiga.

Esta sencillez alguna vez pudo confundirse con una exagerada modestia. De hecho, el tema de dinero siempre fue tenso entre Awada y el millonario belga. Cuando estaban juntos, cuentan conocidos, ellacompraba lujosas carteras a escondidas de él. Cuando se separaron, la cuestión patrimonial generaba permanentes discusiones, al punto de que Mauricio Macri intervino y habló con Barbier por teléfono, en más de una oportunidad, para que su esposa y él llegaran a un acuerdo económico.

Sin embargo, toda la elegancia francesa que despliega en Argentina no necesariamente se corresponde con la fama que tiene Barbier en Europa. Nunca formó parte del directorio de Vandemoortele y la prensa belga alguna vez lo mencionó como “el que desapareció del tablero” y se fue a invertir en tierras de América Latina. Al perecer, fueron sus primos los que siempre llevaron la voz cantante de la empresa y recién en el 2015, con la muerte de su abuelo, Barbier decidió volver a su tierra natal y meterse en el negocio que tanta fortuna le dio a su familia. Desde ese momento, que coincide con la llegada de Macri al poder, se desvinculó de las inversiones que tenía en la Argentina, según afirman allegados.

En Bélgica, Bruno Barbier quizás no tenga el encanto necesario para codearse con la fama y el poder como sí consiguió hacerlo en Argentina. A pesar de que nunca se acostumbró al mate y a que el miedo a ser secuestrado lo hizo contratar custodia para moverse por Buenos Aires, en ningún otro lugar logró ser tratado como conde y convertirse en el niñero de lujo de la hija del Presidente.

 

Por Pablo Berisso, Daniela Bianco, Giselle Leclercq

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Redactor especial.

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