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POLíTICA | 21-06-2018 12:44

Trastienda del lobby por los votos a favor y en contra del aborto

Presiones, escraches y amenazas cambiaron algunas posiciones dentro de la Cámara de Diputados. El método del apriete que pasará al Senado.

Se filtraron los números de teléfono de los diputados, se organizaron manifestaciones para escracharlos con nombre y apellido, se sacaron a relucir sus miserias, se organizaron reuniones confidenciales con líderes religiosos y se ofrecieron favores y beneficios a cambio de votos. La recomendación institucional del presidente Mauricio Macri había sido que cada legislador votara de acuerdo con sus convicciones y sin interferir. Pero nadie le hizo caso. Ni los propios ni los ajenos. En la madrugada del jueves 14, durante el maratónico debate por el proyecto para legalizar el aborto, salieron a la luz las miserias de una discusión histórica. A pesar de los esfuerzos para mantener la corrección política desde que se habilitó el tratamiento de la iniciativa, el lobby, en algunos casos, torció voluntades. Desde amenazas hasta “carpetazos”, todas las artimañas fueron válidas. De un lado y del otro. Los pasillos del Congreso fueron una pasarela de lobistas verdes y celestes. Los consejos dados con tono de advertencia mafiosa, la moneda corriente. Las presiones, el fuego amigo y alianzas inimaginables marcan la cancha para el debate en el Senado, que promete ser arduo.

Mientras que en los días previos a la sesión, el gurú del Gobierno, Jaime Durán Barba, recorría medios asociando la aprobación de la ley con un ingreso simbólico al primer mundo, en el llano, las metodologías usadas para generar influencias no eran para nada modernas. “Se cruzaron límites”, reconocía un legislador en los pasillos del Congreso. Porque, más allá del juego político lógico, hubo amenazas de muerte, amedrentamiento a los hijos de los legisladores y un hostigamiento virtual sin precedentes.

Los responsables de generar estas presiones, que tuvieron diferentes niveles de gravedad y distintos métodos, podrían agruparse en dos grandes actores: la Iglesia Católica con su presencia territorial en toda la Argentina, por un lado, y, por el otro, las agrupaciones de mujeres, que lograron apropiarse del espacio virtual para ejercer su propia influencia.

La idea de que el otro condena “a alguien a morir” atravesó todo el debate. Y eso marcó el tono de la violencia verbal con la que se discutió fuera y dentro del recinto. Unos acusaban a las mujeres de “asesinar a su hijo” y los otros señalaban a los contrarios como los “responsables de la muerte de mujeres que abortan en la clandestinidad”. En este contexto, apelar a cualquier arma para ganar la batalla pareció, para muchos, lógico y necesario.

Sin límites. Cuando una diputada de una provincia del Norte supo que Macri había dado el visto bueno para que se discuta el aborto, le pidió una reunión privada al cura de su ciudad. “Soy creyente y quería decirle que iba a estar a favor. Para nosotros, son figuras muy importantes”, aseguró la legisladora en diálogo con NOTICIAS. Sin embargo, no se imaginó el nivel de presión que iba a sufrir en las semanas posteriores. Aunque ella no lo reconoce, sus colegas la vieron flaquear: “Fue raro porque sabíamos que estaba muy convencida, pero hubo un tiempo en el que dudaba. La estaban apretando”. El día antes de la sesión, la legisladora recibió un WhatsApp de su cura: “Espero que Dios te ilumine”, le dijo. Y, luego de escucharla en su bancada, donde defendió la ley y se reconoció como católica, le envió una extensa carta que terminaba con una frase que, para ella, fue contundente: “Un católico sin coraje es un cristiano sin alma”.

Algo similar ocurrió con las diputadas de Cambiemos Claudia Najul (Mendoza), Yanina Gayol (Entre Ríos) y Teresita Villavicencio (Tucumán), que fueron bautizadas por sus colegas “verdes” como las “corajudas” del PRO. Según contaron sus allegados, las tres sufrieron fuertísimas presiones personales. Sin embargo, les destacan no haber cambiado de opinión. A pesar de que ninguna quiso entrar en detalles, NOTICIAS pudo saber que a una de ellas le hicieron una pintada en su casa y sus hijos sufrieron amenazas; a otra le mandaron cientos de mensajes a su teléfono privado diciéndole “prostituta” y a la tercera, el obispo de su zona la llamó en varias oportunidades. Este tipo de maniobras habría resultado en el caso de algún kirchnerista que terminó votando en contra del proyecto cuando todos esperaban que iba a votar a favor. Facundo Garretón, diputado tucumano de Cambiemos, fue uno de los que denunció públicamente las presiones.

Algo similar ocurrió con el presidente del interbloque de Cambiemos, el radical Mario Negri, a quien le viralizaron el número de celular: “Jamás se había violado mi intimidad de esa forma. Se han metido hasta con mis nietos. Un verdadero católico no amenaza ni desea el mal”, tuiteó. En las marchas, su nombre estaba en carteles.

La Iglesia decidió jugar fuerte en este debate recién a partir del 25 de mayo, cuando el obispo tucumano Carlos Sánchez nombró uno por uno a los legisladores de su provincia durante su homilía. En Tucumán no hubo un solo diputado que no se reuniera con el eclesiástico, en privado.

Sin embargo, el que jugó más fuerte en nombre de Dios fue el arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Mario Poli. Diputados de todas las bancadas lo señalaron como el hombre que se cargó la responsabilidad de influir en esta votación: “Hizo llamados de teléfono individuales y organizó  reuniones privadas y secretas”, contó un histórico del peronismo que se juntó con él. “Soy católico y los conozco a todos. Sé que se enojaron con los que votamos a favor”, aseguró. De hecho, después de que se conociera la postura de este diputado, un cura influyente le envió un mensaje: “Pensé que eras católico”, le dijo. Cerca de Poli no se desmintieron las reuniones.

Sin embargo, lo que enfureció a los legisladores fue que la presión llegara a sus hijos. En el peronismo una legisladora contó que su nena de 12 años tuvo que ser víctima de comentarios fuera de lugar: “Lástima que tu mamá, que está a favor del aborto, no te abortó”, contó. Por esos mismos días, la legisladora recibió mensajes de un hombre que decía ser brujo y que le insistía: “Te vas a quemar en el infierno”.

Por lo bajo, se señalaba a tres importantes figuras del Gobierno como los “enviados” de la Iglesia para conseguir votos: los legisladores Nicolás Massot y Elisa Carrió y la vicepresidenta Gabriela Michetti. De hecho, habría sido el primero de ellos quien llevó a médicos de la Universidad Austral, vinculada al Opus Dei, a recorrer el recinto la noche de la sesión. Vestidos de chaqueta y con un estetoscopio, los profesionales se cruzaban con diputados y les preguntaban: “¿Querés que te dé mi opinión acerca del aborto?”.

Pasillo. Sin embargo, el sector que se oponía a la media sanción no fue el único que aprovechó cada recurso disponible para imponerse. El movimiento de mujeres, heterogéneo en su composición original, logró un nivel de influencia sin precedentes, principalmente en el terreno virtual. La organización de las actrices y de los intelectuales, que cuentan con un caudal de seguidores difícil de competir, fue clave para que los militantes pudieran “encolumnarse”. Por ejemplo, en los días previos a la sesión, Dolores Fonzi usó su cuenta de Twitter para escribir: “Es cierto que @diegobossio vota en contra? Querría creer que no... Todavía tiene tiempo de reflexionar”. Lo que sucedió fue inmediato: el nombre del legislador se convirtió en trending topic y un “ejército” de tuiteros lo destruía. “Nosotros estamos atentos a las redes. Hoy, esas cosas te marcan”, confesó una legisladora que reconoce que el poder de fuego en las redes de los sectores en contra “no les llega ni a los talones a los que están a favor”.

Algo similar sucedió con el diputado santafesino Luis Contigiani, que hasta último momento perteneció a las filas del Partido Socialista sin estar de acuerdo con el proyecto para legalizar el aborto. Desde que se conoció su postura, en las redes lo cuestionaron por contradecirse con los postulados de su espacio político. Al legislador no le quedó más opción que separarse de su partido y formar un monobloque que pasó a llamarse “Frente progresista cívico y social”. Desde la Gobernación de Santa Fe reconocieron que no querían quedar pegados con un voto en

A diferencia de la presión que ejerció la Iglesia Católica, la presión de los sectores favorables al aborto se materializó de forma cruda en el Congreso durante la votación. Hasta ese momento, las figuras que se habían encargado del lobby verde hacia los diputados habían sido los ex legisladores radicales Ricardo Gil Lavedra, Ernesto Sánz y Jesús Rodríguez. “Ellos conocen como nadie cómo funciona esto acá adentro”, cuenta un amigo de uno de ellos. A Gil Lavedra, pareja de la escritora Claudia Piñeiro, que se convirtió en una vocera informal del movimiento de mujeres, le adjudican ser el más activo: “Llamó a todo el mundo. Él está convencido, pero Claudia lo pinchó mucho”,

En el Frente Para la Victoria insistieron en que Máximo Kirchner fue uno de los legisladores más activos del espacio para que saliera la media sanción: “Buscaba estadísticas y datos para mejorar los argumentos de los demás”, contó una militante de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y

El día de la votación, las presiones para que el proyecto consiguiera la mayoría de los votos a favor, fueron creciendo. Durante algunas horas, los legisladores oficialistas a favor del aborto estuvieron molestos con el Gobierno Nacional por la falta de directivas: “Macri nos dio este debate histórico pero si no sale, él paga el costo político”, repetía un diputado la madrugada del 14. “Si ganamos diciendo que somos el cambio y nos frenan las presiones de la Iglesia en las provincias significa que no cambiamos nada”, insistía una de las legisladoras más

El oficialismo observó esta situación y los ministros comenzaron a hacer llamados, ya sea para un lado o para el otro: “Mauricio Macri y Marcos Peña no jugaron. El resto, a full. Fabián “Pepín” Rodríguez Simón operó fuerte sobre la hora y Rogelio Frigerio también. Del otro lado, estuvo Bullrich muy activo. Decían que eran posturas que venían de arriba cuando no lo eran”. Por varias horas reinó la

Desde los sectores “Pro vida” denunciaron que lo que sucedió en las últimas horas con algunos diputados que iban a votar en contra y terminaron dándose vuelta fue una clara demostración de las presiones que recibieron. “Quedó claro que el macrismo, al final, no era tan neutral. Dejaron que los dirigentes radicales operaran a sus diputados y que muchos se dieran vuelta”, aseguró un activista que conoce a los

Según este sector, fueron muchos los que se dieron vuelta de forma sospechosa. Daniel Scioli formó parte de las conversaciones con los diputados pampeanos que resultaron ser decisivos para el triunfo del sector pro

Las presiones, sin dudas, existieron y torcieron voluntades. “Los anti apuestan a discursos de moral y religión. Los pro aborto hacen política. Eso se nota”, reconoció un legislador antes de saber que había quedado del bando perdedor.

por Marcos Teijeiro, Giselle Leclercq, Daniela Gian

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