Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 19-07-2018 11:51

Marcos Peña, en su momento más incómodo

Recibe críticas de los ministros y hubo rumores de renuncia que se ocupó de desmentir. La batalla con Vidal y Larreta. El desgaste de sus vicejefes.

Un ministro de la primera hora se ríe de la analogía futbolera de este cronista: “¿Marcos Peña sufre el síndrome Mascherano?”. “Puede ser”, responde. Y luego lo justifica: “Es el capitán del equipo y, ante el mal momento, es el que más desgaste sufre. El más señalado”, asegura, aunque por ahora el jefe de Gabinete se rehúsa a imitar al “jefecito” de la Selección en dejar el equipo.

Nunca, hasta este momento, se había puesto en duda el rol del alter ego del presidente Mauricio Macri. Pero la crisis económica que aceleró la devaluación del peso y provocó más inflación, trajo una nueva avanzada de la oposición, la crítica despiadada del periodismo y un inédito ruido puertas para adentro.

Antes, enfrentarse con Marcos Peña o sus vicejefes, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, era firmarse el acta de defunción. Así lo atestiguan muchos de los que fueron funcionarios y hoy miran el rumbo político de la Nación desde el sillón de su living. “Ellos son mis ojos”, decía el Presidente en el 2016. Pero pasaron más de dos años y medio de Gobierno y, a juzgar por las críticas, le puede estar fallando la vista.

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Mesa chica. La distancia entre los dirigentes de máxima confianza de Mauricio Macri es un secreto a voces. Si bien la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta cuidan las formas, las batallas que hay con Peña son evidentes.

En esas riñas, que de crecer amenazarían con hacer implosionar las bases del PRO, hay varios temas mezclados. El traspaso de los servicios a Capital y Provincia es uno de los puntos clave, pero la falta de cambios en el Gabinete ante la crisis (pretensión del binomio Larreta- Vidal) ocupó un lugar importante en las últimas reuniones entre los

“Están a los tiros”, confiesa un funcionario porteño. Y revela un chiste que suelen hacerse entre dirigentes de Cambiemos: “Ni aunque nos paguen un millón de dólares vamos al Gabinete Nacional. Si vas, te prendés fuego”, se

Incluso, desde el entorno de un ex dirigente macrista fueron un paso más allá: aseguran que la gobernadora y el jefe de Gobierno lo que quieren, en realidad, es que Macri meta un cambio y reemplace a

“Es imposible. Mauricio es Peñista”, bancan desde Casa Rosada. El Presidente siente que el jefe de Gabinete es su alter ego. No concibe la política sin el hombre que lo acompaña desde el 2007, primero como su secretario y luego en este

Un dirigente radical cuenta que la confianza entre ambos es tan extrema, que sus despachos no tienen puertas para ellos. “Un día estaba reunido con Marcos y de repente entra Mauricio, interrumpe la reunión para preguntarle si no tenía chicles. Saludó y se fue”, asegura. Fue una de las tantas veces que vio muestras de absoluta afinidad entre

Pero ante la crisis que amenaza con hacer peligrar el Gobierno, muchos se animan a ensayar cambios drásticos. “Es ahora o nunca. En un par de meses ya va a ser tarde”, dice un funcionario, aunque admite que no lo ha planteado en voz

Dos nombres suenan como posibles reemplazantes. Uno político y otro de gestión. El radical Ernesto Sanz es un eterno candidato para los que creen necesario sumar gobernabilidad. Por su parte, Horacio Rodríguez Larreta, quien como su jefe de Gabinete en Capital fue el encargado de la prolija administración porteña, podría ayudar a ordenar el Gobierno. Aunque para eso debería tomar licencia de su cargo como

“Si cambia por alguien debería ser por un ministro”, dicen en los pasillos de Casa Rosada. Y completan: “Estás en una final, no hay tiempo de probar un jugador, de ver si está a la altura o no. Tiene que ser alguien que ya sepa cómo viene la mano”. Todos juegan sus

Las críticas a Peña se hicieron moneda corriente. Hasta periodistas afines a Cambiemos lo cruzaron con dureza. El último, Eduardo Feinmann, fustigó al jefe de Gabinete a partir de una foto donde se lo ve junto al precandidato a intendente de La Banda, una localidad de Santiago del Estero. Un ex Frente para la Victoria, condenado por abuso, que se sumó al macrismo. “¿Esta es la nueva política, Peña?”, le habló a cámara en su programa de televisión. “Una vez me dijiste ‘no entendés nada’. La política del siglo XX terminó, ahora venimos los políticos del siglo XXI. ¿Esto era?”, sentenció

Señalados. “Son las reglas del juego”, dicen cerca de Peña luego de escuchar las críticas que se multiplican. “Marcos cree que es una forma de pegarle al Presidente sin mancillar la investidura”, completan.

Los rumores de renuncia fueron escalando, al punto que el jefe de Gabinete consideró necesario contestar. “Cuando hay turbulencias, aquellos que tenemos más responsabilidades recibimos críticas. Viene con el cargo”, aseguró a Infobae luego de aclarar que estaba tranquilo. Después de esas declaraciones, no volvió a hablar del tema.

Pero el enojo de muchos funcionarios, que ven cómo las políticas que aplica Peña tropiezan con la realidad, no se limita sólo al alter ego de Macri. Sus vicejefes también son apuntados por los ministros. “El problema es que nos debilitan”, comenta uno en estricto off the record. Y agrega: “No está mal que te llamen para coordinar, pero se les da un rango en el que te terminan diciendo lo que tenés que hacer”. Y allí radica el enojo: “Es que ellos te mandan a firmar y no quedan pegados en nada. Uno está a tiro de Comodoro Py y ellos, los estrategas, juegan libres”, concluye. Un ministro defensor de Peña confiesa: “Esa queja se escucha seguido. La hacen muchos”.

La centralidad que exige la jefatura de gabinete también apura el desgaste de su figura. Antes del desmadre político provocado por la crisis económica, los ministros debían consultar en Jefatura si podían aceptar una entrevista a un medio de comunicación. La medida provocaba un embudo que logró que, exceptuando a los “autónomos” (Elisa Carrió, Patricia Bullrich y Rogelio Frigerio, entre otros), la mayoría desista de participar. “Este es el momento de dar la cara. Pero están todos escondidos”, dice un ex funcionario de esta gestión.

El colmo de esa exigencia sucedió durante la última campaña. Los candidatos cargaban en su celular una planilla de Excel donde, desde la Jefatura de Gabinete, le indicaban a qué programa debían ir. Muchos consideran que la metodología se repetirá en las próximas elecciones.

Enemigo. Otro sector donde Peña cosecha adversarios es en los mercados. Son muchos los empresarios que le echan la culpa por la cerrazón y la falta de muñeca para maniobrar ante la crisis de Macri. Algunos se animan a pedir su cabeza ante algún interlocutor del Gobierno y otros, más recatados, apenas dicen que no estarían disconformes si el jefe de Gabinete da un paso al costado.

“Que se vaya con su suegra troska”, se envalentona y lo chicanea un consultor de firmas de Wall Street ante NOTICIAS. Aunque la realidad es que la madre de la periodista Luciana Mantero, Diana Pipkin, no es marxista, sino filo K. Incluso participó de la marcha del lunes 9 de julio contra el regreso del FMI a la Argentina. “Con ella tenemos algunas ideas distintas”, dijo Peña al que todo se le hace cuesta arriba: tiene al enemigo político adentro de su casa.

Son los peores días del jefe de Gabinete, aunque eso no se refleje en la sociedad. Su imagen negativa creció tres puntos en dos meses, pero es uno de los ministros mejor valorados. Sin embargo su pelea está en otro lado. Él lo sabe. Los rivales le crecen exponencialmente en el último tiempo y la grieta interna se empieza a sentir. “Le cuesta controlar a Dujovne, que tiene algún problema de ego. Él lo tiene que equilibrar”, sueltan en el entorno de un ministro, visiblemente ofendidos por el crecimiento del titular de la cartera de Hacienda.

En cada uno de los funcionarios que se van, Peña sabe que tiene un potencial enemigo. En una u otra medida, Alfonso Prat Gay, Carlos Melconian, Isela Costantini, Martín Lousteau, Ricardo Buryaile, Juan José Aranguren y Carlos Regazzoni, creen que su salida sucedió por enfrentarse al jefe de Gabinete y a sus lacayos. Por ahora, el general Peña ganó todas las batallas. Pero en cada una deja jirones de su futuro.

Macri no cree que deba usar a su jefe de Gabinete como fusible. Se rehúsa a darle aire al Gobierno con un cambio de figuritas, como hacía Cristina Fernández de Kirchner.

Pero en Cambiemos, por las dudas, analizan qué pasará si la crisis se lleva puesto al hombre de mayor confianza del Presidente. “¿Cómo sacarlo de ahí? Fortaleciéndolo. Dejame que te dé mi pálpito: Canciller”, dice un radical con mucha cercanía a Balcarce 50. “O candidato a senador”, agrega otro, que completa: “el Presidente siempre lo va a proteger”.

El problema sería que la crisis exija un salvavidas. Que la economía siga en el barro y haya que dar un golpe de timón. Peña es el alter ego de Macri. Están unidos. Pero más pronto que tarde, puede llegar el momento en que se deban soltar.

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