Monday 18 de March, 2024

POLíTICA | 22-07-2018 04:26

Candidatos K: Cartas marcadas para el pacto

Los actores que Cristina baraja para la elección de 2019. Si ella no se presenta, puede ofrecerle al peronismo sus perdedores útiles.

Cuando un heroico caballero cortaba la cabeza de la Hidra de Lerna, veía cómo del miembro amputado se regeneraban dos. Sólo Heracles pudo terminar con el monstruo acuático con aliento venenoso: el hijo de Zeus y Alcmena se enfrentó en una celebrada batalla de la mitología griega y le dio la estocada final.

Miles de años más acá de la leyenda, el peronismo empieza a regenerarse. Es la Hidra nacional: perdió las últimas dos elecciones, pero cuando parecía muerto, la crisis le dio esperanzas.

Macri tuvo la oportunidad histórica de convertirse en Heracles, pero, por ahora, no lo consiguió. Y los tropiezos de su Gobierno le mostraron que el peronismo sabe reinventarse. Aparecen nuevas cabezas.

Sin embargo, la Hidra Justicialista tiene sus propios inconvenientes. La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner es quien más mide, pero lejos está de asegurar una victoria por su alta imagen negativa. De acuerdo con el accionar de la ex presidenta se dilucidará qué hace el resto. De ella depende, incluso, la estrategia del Gobierno.

Sin aparecer más que un puñado de veces (la última fue el 31 de mayo), se adueñó de la baraja. Será la encargada de repartir las cartas.

No es la falta de cabezas el problema. Si Cristina no se presenta, Alberto Rodríguez Saá, Agustín Rossi y Felipe Solá ya sacaron número para llenar el vacío en Unidad Ciudadana. Por otro lado, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y José Manuel de la Sota son algunos de los que ya presentaron credenciales para ser los candidatos del PJ, que tiene una sola misión: entrar al ballottage.

“Sin Cristina, Unidad Ciudadana pierde más de 10 puntos. Si ella no juega, nosotros entramos”, analizan en el entorno de uno de los candidatos ya lanzados del peronismo dialoguista. “Si ella es candidata, no hay chances de ganar. Si tiene un rol de conductora política y alienta a la unidad, la cosa cambia”, dice un diputado del bloque FPV- PJ.

A la ex presidenta, las encuestas que recibe la entusiasman, pero también la preocupan. Según un estudio de Poliarquia de julio, continúa con una imagen negativa del 50%. Terrible para una segunda vuelta. Un periodista que se jacta de hablar con ella a diario, ahora se reúne con peronistas díscolos y les cuenta sus sensaciones. “Está preocupada”, asegura.

Según esa fuente, tiene miedo de ser reelegida tras esta larga tormenta y que su mancillada imagen no le dé margen de maniobra. “La mitad del país la va a putear desde el día uno de su mandato”, asegura. No tendría el famoso aire; la confianza que genera un Gobierno nuevo en la sociedad. “Mirá si gana, pero no puede gobernar. Y pasa a la historia como la primera dirigente peronista que no termina el mandato desde la vuelta de la democracia”, juegan a vaticinar entre tazas de café los peronistas moderados. Cristina piensa.

La baraja. La ex presidenta decidirá si es o no candidata a último momento, tal como hizo en el 2017. Si decide bajarse, sus subalternos, que ya toman carrera para presentarse, se convertirán en una forma elegante de pactar con el peronismo dialoguista. Tener una derrota digna.

Por eso en el PJ la empujaron a que se pronuncie: “Cristina va a ser candidata”, apuró Miguel Ángel Pichetto y Juan Manuel Urtubey lo refrendó. Pero la ex presidenta no necesitó contestar. Rossi lo hizo por ella: “Que se dediquen a su espacio político y dejen de opinar sobre el nuestro”, sentenció el diputado santafesino que camina el país y ya planea su “lanzamiento formal”. Será entre fines de agosto y principios de septiembre.

Otro que prepara el anuncio es Alberto Rodríguez Saá. El gobernador de San Luis hará un acto el 25 de agosto en tándem con Jorge “Coqui” Capitanich bajo el slogan “Hay 2019”, dentro de Unidad Ciudadana. El puntano no es el favorito de Cristina, pero tiene un as en la manga: “Soy el único que tiene los fondos necesarios para bancar una campaña”, repite. Y si la ex presidenta se postula, tiene un plan b: quiere ser su vice. No se quiere quedar sin jugar.

Felipe Solá tampoco oculta sus ganas de competir. “Quiero ganarle a Macri”, desafía el diputado que promueve la unificación de ambos bandos del peronismo, algo que los dialoguistas del PJ ven imposible. “El que trabaja para que haya dos peronismos trabaja para Macri”, disparó para todos lados. “Hay que hacer un frente amplio para tener un proyecto de país. Así lo recomendaba Pepe Mujica”, completó un legislador.

Pero en Unidad Ciudadana tampoco quieren entregar su sello al PJ. Por eso algunos dirigentes se envalentonan con diferentes candidaturas. Creen que es el momento histórico para dar el gran paso.

El silencio de la ex presidenta también habilita a todo tipo de elucubraciones. “Te apuesto un asado a que no se presenta”, desafían en el entorno de Cristina. “Me dijo que me tire a la reelección tranquilo, que ella va a jugar”, dice, en cambio, un intendente K del conurbano. Cristina descansa en El Calafate mientras ve el cruce de operaciones que sobrevuelan el peronismo utilizando su nombre. Sabe que son las reglas del juego por mantenerse callada.

Al siempre fiel Oscar Parrilli sí lo habilitó para que organice plenarios de Unidad Ciudadana en todo el país. Como sea que juegue, tener lista a su tropa no viene nada mal.

En medio de la paranoia, el acuerdo tácito con el justicialismo podría ponerse en marcha: manda a uno de los suyos a perder y habilita a un peronista a entrar al ballottage y, eventualmente, ganar. Lo que no saben en el peronismo moderado es cuán cara podría salir esa jugada.

Oportunistas. Mientras Urtubey recorre medios y Massa espera el momento justo para reaparecer, miran de reojo a la dueña de la baraja. Si Cristina juega, piensan que los puede dejar fuera de carrera y que le asegura la victoria a Mauricio Macri. “Entre Cambiemos y ella, los desencantados van a volver a votar al Presidente. Pero entre el Gobierno y nosotros, la cosa cambia”, dicen cerca de uno de los candidatos del PJ dialoguista.

La apuesta es clara. Necesitan indefectiblemente que la ex Presidenta, que según sus encuestas en ninguno de los escenarios ganaría, le ceda su lugar a uno de sus candidatos serie b. Si la reina deja jugar a la sota, las chances de ganar la partida crecen.

En el kirchnerismo acusan a los “moderados” por su indecisión. Por momentos son críticos, como sucedió durante el freno en el Congreso al tarifazo. Pero en otros, coquetean con Cambiemos. Cerca de la ex presidenta sienten que no son taxativos contra el FMI y eso los hace cómplices.

“El Gobierno se desinfla, pero Cristina no capitaliza esos puntos”, agregan cerca de uno de los candidatos justicialistas. Y completan: “Luego pierde porque no tiene nada para crecer. No hay indecisos con la ex presidenta: la aman o la odian”.

Prueba del pacto implícito entre Cristina y el PJ es que uno de sus periodistas predilectos se sienta a tomar cafés con los candidatos opositores al Gobierno. Antes, esa apertura hubiese sido considerada alta traición.

En el oficialismo, prefieren a la ex presidenta enfrente: creen que les soluciona el problema. A Cristina saben cómo ganarle. Lo demostraron en el 2015 y en el 2017. En el amplio universo de gente que no la votaría, la polarización obliga a volver a darle una cuota de confianza a Cambiemos. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, dice el refrán al que apuesta el oficialismo.

La crisis apura. Los números siguen asustando. Apenas la esperanza de que la máquina empiece a traccionar los hace pensar en un 2019 positivo en la Casa Rosada. Que Cristina o Massa le ganen en la encuesta que mostró la consultora Gustavo Córdoba y Asociados (ver infografía) no termina de espantarlos. No les dan crédito a esos números, pero además tienen una lectura benévola: Cristina no les va a ganar en segunda vuelta. Y el PJ moderado apenas les saca un punto, en el peor momento de Macri. Nada grave. “Además, ese encuestador le daba ganador a Scioli en el 2015”, se ríen, aunque eran muchos los que creían lo mismo en aquel momento.

Mientras tanto, a la Hiedra Justicialista le crecen las cabezas. Cada una planea su jugada y se envalentona con la falta de resolución del Gobierno. “Hace unos meses pensábamos en quién sería candidato en el 2023 y de repente quedamos en condiciones para el 2019”, dicen en el justicialismo. El monstruo está vivo.

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