Thursday 28 de March, 2024

PERSONAJES | 29-07-2018 01:39

Luis Pescetti: “Me pregunto siempre qué falta por decir”

El escritor, compositor y comediante habla del valor de la educación pública, lo que aprendió de García Márquez y la niñez siglo XXI.

A los 10 años escribió un cuento y se lo dio a la maestra. La mujer lo leyó, lo miró desconfiada y le preguntó: “¿Quién hizo esto, Luisito?”. Nunca le creyó que había sido su creación y eso provocó en el niño la sospecha de que traía un don para tejer palabras y armar buenas historias. Ahora que es escritor, músico, compositor, humorista, profesor de música, docente de docentes y que trabaja con la infancia, Luis Pescetti dice que lo que no podría resignar nunca es la escritura porque le ordena “de una manera pacífica” las experiencias. Es el padre literario de Natacha, la protagonista de una saga de ocho libros que acaba de tener su versión cinematográfica, y de Frin, una serie de tres. Publicó once discos y 28 libros para niños, jóvenes y adultos. El último es “Una que sepamos todos: taller de juegos, música y lectura (para el aula, la casa, el campamento o el club)” (Siglo XXI Editores), pensado para docentes y padres.

Noticias: Cuando alguien triunfa, suele guardarse la fórmula. Usted en cambio la revela.

Luis Pescetti: Si alguien se guarda la fórmula, es pequeño. En mi caso, hay una concepción democrática del conocimiento: si la manera en la que lo adquirí recorrió un camino propio, yo lo quiero enseñar, hay que democratizar el conocimiento.

Noticias: De hecho en su blog tiene una plataforma de recursos y herramientas para docentes y padres.

Pescetti: Exactamente. Por muchas razones, pero sobre todo porque no sabemos dónde están los mejores, entonces hay que poner todo el alcance de todos.

Noticias: Da cursos y charlas en escuelas. ¿Con qué se encuentra?

Pescetti: Con muchas ganas y compromiso. La ecuación se les hizo difícil a todos los actores, los docentes no tienen la misma autoridad que antes, el mundo se hizo tremendamente más complejo. Es como ser operador en una torre de control, con un radar de los años '50, para un tráfico aéreo que se multiplica por treinta... Hace falta más formación profesional docente, dentro un contexto de mayor autonomía, para que le quepa más capacidad de tomar decisiones. Veo maestros valiosísimo con entusiasmo en un contexto súper necesario, y en la escuela pública más, porque es donde conviven distintos estratos, profesiones, poderes adquisitivos y así tiene que ser la sociedad.

Noticias: Hay un prejuicio de que la educación pública es para chicos que no tienen recursos para ir a una privada, lo que coincide con la desafortunada frase del Presidente: “El que tiene que 'caer' en la escuela pública”. ¿Cuál es el valor de la escuela pública?

Pescetti: La escuela pública sigue siendo un ejemplo. Su gran valor es la convivencia con otros, lo contrario al gueto: mismas oportunidades, nos une lo que aspiramos, no el barrio del que venimos. Como la Universidad de Buenos Aires es homogeneidad en las aspiraciones y misma oportunidad para todos, un valor necesario, más en una sociedad tan compleja.

Cuando terminó el secundario, pensó en ser antropólogo pero se anotó en Musicoterapia. Eso lo llevó a ser profesor de música hasta que compuso canciones y saltó al escenario. Vivió en México doce años y dice que fue una suerte no tener un éxito temprano porque pudo ensayar y equivocarse sin que importara.

Noticias: ¿Se acuerda de qué le pasaba al estar ante un auditorio de 20 personas?

Pescetti: ¡Eso hubiera sido un éxito! ¡Me tocaron auditorios de diez y con una señora con la bolsa del mercado y un perro que la seguía! (se ríe). Tenía una doble sensación de esa hambre de fama ligada, como dice el I Ching, al entusiasmo inicial. Era mucho entusiasmo, no era la sensación de fracaso.

Noticias: ¿No se preocupaba?

Pescetti: Sí, cuando te raspa la panza, te preocupás, pero estás en acción. El riesgo más grande del consagrado es la falta de hambre, se achancha. Y el valor más grande del no consagrado es el hambre, como motor. Cuando comenzás hacés todo con entusiasmo, como si en el escenario estuviera todo lo que soñás.

Noticias: ¿Estaba todo lo que soñaba en el escenario o se decepcionó?

Pescetti: Noooo, era lo que buscaba. Sobre todo lo que pasa con el encuentro con los chicos, con las devoluciones, con la gente que te lee, eso es fuerte. Cuando en situaciones de salud delicada de chicos, te dicen: “Tu libro lo acompañó, le dio alegría, lo veías sonreír”. Vengo de dar tres conferencias en la Universidad Nacional Autónoma de México y un flaco me dijo: “Me salvaste la infancia”.

Noticias: ¡Qué responsabilidad!

Pescetti: Según como lo pienses. Yo nunca pensé: “Le voy a cambiar la vida a la gente”. Dije: “Voy a escribir un buen cuento, buenas canciones, que se rían, que les llegue”.

Noticias: ¿Cree que los chicos de hoy son más felices?

Pescetti: No, no puedo responder eso porque… (piensa) hubo muchos cambios, pero hubo algunas cosas que no cambiaron: el miedo al ridículo, el deseo de tener cobijo, el amparo, la inocencia no cambió. Sí se acentuaron las diferencias entre niños de zonas urbanas y rurales y, para los de zonas urbanas, fue cada vez más inaccesible la vereda y la autonomía. El tiempo de dedicación exclusiva cambió mucho porque un papá o una mamá vuelven a la casa y siguen en el WhatsApp del trabajo. Al mismo tiempo hay cada vez más libros, manuales y cosas de crianza que llevan más la mirada sobre el chico, en una época donde el chico puede salir poco a la calle o nada. Estas variables externas hacen que el chico esté cada vez más tutelado, con horarios más fragmentados y más estipulados. Y, a la vez, hay una gran disponibilidad de ofertas de estímulos.

Noticias: ¿Qué le parece esa multioferta?

Pescetti: Inevitable, es con lo que hay que lidiar. Y a la vez, no quiere decir que hay tantas formas de estar disponibles. Hay algo engañoso porque si te corrés de la línea, ya te diagnostican TGA, esto, lo otro, te dan medicación. Una gran oferta para menos estándares, para menos consumidores concebidos. Eso y la autonomía son las cosas que para mí más cambiaron, una falsa impresión de mundo abierto, que en realidad se repliega.

Noticias: El concepto de autoridad también cambió incluso en las familias. ¿Está más democratizada?

Pescetti: Está diluida y mal vista. El adulto ya no la representa y está muy fragmentada, para lo bueno y lo malo. Las fuentes y el acceso a la información y al conocimiento se multiplicaron, para bien, ya no es una sola y, para mal, podés dudar de todas, armar tu propio recorrido, pero cómo se valida tu recorrido entonces.

Noticias: Tiene dos niños, ¿la paternidad le llegó en un momento en el que pensaba que ya no le iba a llegar?

Pescetti: No, para nada. Viví muchos años en México, influían muchas cosas que no tenían que ver con la edad.

Noticias: ¿Cuántos años tienen sus hijos?

Pescetti: Son pequeños, pero nunca cuento mucho. Quiero preservar su libertad, que no les pese, ni foto ni nombres. Cuando fui papá la primera vez, David Trueba, un cineasta español, escribió una nota en el diario El país donde decía que se iban a joder los chicos porque ya no iba a haber chistes ácidos de mi parte. La leí y me reí, pero como el oso del país de las sombras, me mató porque fue cierto. Los chistes que me hacían: “Ahora cuando seas papá, vas a ver…”, fueron así. Papá en casa es papá, no es el actor ni el escritor.

Noticias: Ni el entretenedor constante.

Pescetti: ¡Ni constante ni parcial! Tenés que cumplir la función de papá. Si sos un entretenedor en casa, sos un zonzo. Tenés que preparar desayunos, ayudar a vestirse, y podés cantar o chiflar en el medio, pero es muy física la crianza: lo alzás, se vomitó, se hizo caca, pipi, o sea... es tremendo.

Noticias: Hace tanto hincapié en el entusiasmo. ¿Le faltó entusiasmo alguna vez?

Pescetti: ¡Todos los octubres de todos los años! (se ríe). Porque es la época cuando ya empiezo a dejar de hacer shows, termino de escribir o corregir libros y me quedo como el Pato Donald, sin montaña. Digo: “¿¡Y ahora cuándo se me va a ocurrir algo?! Ya me agoté, ya no tengo inspiración”.

Noticias: ¿Cuánto le dura ese estado?

Pescetti: ¡Hasta enero! Es como volver a los 17, pero al revés.

Noticias: Después de pegarla tanto, hay que empardar.

Pescetti: Pero no viene tanto como comparación conmigo mismo sino como una sensación de qué falta por decir.

Noticias: Volviendo a las fórmulas, en general, quien la encuentra, repite lo que funciona. Es loable preguntarse qué más hay para decir.

Pescetti: El oficio se aprende y se enseña, lo que no se transmite es la necesidad de contar. Eso es difícil por eso tengo admiración a (Gabriel) García Márquez y a (Mario) Vargas Llosa, cómo hicieron después del Nobel. Una vez fui al cine con García Márquez, lo conocí en México, yo había ganado el premio Casas de las Américas y quiso conocerme. Fue muy amable y, al otro día, me ofreció acompañarlo al cine. Estuve muy atento a sus reacciones, era muy verbal y decía: “Yo hubiera hecho esto y aquello”. Él tenía la inteligencia de ponerse metas no logradas, ese era el secreto para su motor; un guion cinematográfico no era algo que él hubiera logrado. Ahí venía todo el fuego. Esto de “me falta hacer esto”.

Noticias: ¿Qué le falta a usted?

Pescetti: (Piensa). Una novela para chicos y una para adultos.

Valeria García Testa

@valgarciatesta

por Valeria García Testa

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