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OPINIóN | 14-09-2018 16:57

Hospital Posadas: ajuste vs. cuidado de la salud pública

Por qué y cómo se dieron los despidos de casi 300 profesionales médicos. Motivos, casos y servicios que quedan sin cobertura. Qué pasará con los pacientes.

El ambiente que se respira dentro del Hospital Posadas es de velatorio. La frase más repetida entre sus trabajadores es “qué pena”, cunden los abrazos para consolarse los unos a los otros y la sensación palpable e incluso expresada verbalmente es el temor a ser el próximo o la próxima despedida. Por otro lado, quienes aceptan explicar on the record qué es lo que está sucediendo dentro del hospital son ex profesionales que fueron jubilados recientemente: una resolución del 8 de enero establece que los especialistas, técnicos y enfermeros sólo podrán dar información acerca del hospital previo pedido de autorización a la Dirección de Comunicación de la institución.

Es así que el martes, luego de conocidos los 80 despidos de ese día, las autoridades emitieron un comunicado referido a las cesantías: en el mismo se argumenta que, a partir de la instalación de un registro de asistencias por medio de datos biométricos, quedaron en evidencia aquellos que no iban a trabajar o que no cumplían con la jornada laboral. Consultadas por NOTICIAS, las actuales autoridades del hospital se remitieron exclusivamente a ese comunicado, en el que puede leerse que la “desvinculación de personal de salud ocurrida en los últimos días (está) fundamentada en el incumplimiento severo de la carga horaria”.

“Pero en ninguno de los telegramas enviados al personal se menciona el supuesto incumplimiento horario que se detalla en ese comunicado”, advierte Carlos Varsky, ex Jefe del Servicio de Endoscopía, hoy jubilado, porque en el Hospital Posadas quienes llegan a los 60 años son jubilados de forma inmediata. En los telegramas puede leerse que el motivo argumentado para el cese del vínculo contractual se dió luego de efectuado un análisis de cuál sería el plantel óptimo para el funcionamiento del hospital. Lo mismo sucede en las respuestas enviadas a cartas aclaratorias presentadas por algunos de los despedidos.

“La realidad -resume Varsky- es que por las nuevas orientaciones gubernamentales del déficit cero y demás, llegaron órdenes de recrudecer el ajuste. La persona que está a cargo es muy joven y responde más al Ministerio de Modernidad que a la actual Secretaría de Salud”.

El conflicto central es, entonces, que “los recortes se están haciendo sin una planificación de política sanitaria y sin siquiera conocer cómo funciona un hospital tan complejo como el Posadas. No consultaron a nadie para que les explicara cada caso y les describiera qué recursos había en cada área”.

Una anécdota que circuló en el hospital en estas últimas 48 horas horas es que la misma persona, a la sazón a cargo de la reestructuración, ignoraba haber echado a la única ecógrafa infantil que quedaba: la jefa del servicio había sido jubilada semanas antes.

Ejemplos. El caso que se hizo más conocido es el del equipo de Cirugía Cardiovascular Pediátrica: además de las ecografistas infantiles del hospital, fueron despedidos tres recuperadores cardiovasculares (la actividad de estos especialistas tiene características similares a las de un médico especialista en terapia intensiva pero también juegan un rol crítico en el manejo ambulatorio del paciente). Como consecuencia, el cardiocirujano Christián Krautzer comunicó su renuncia y, junto con él, quienes quedaban del equipo.

“Kreutzer pidió que le reincorporaran al personal, pero las autoridades del hospital no lo hicieron y es por eso que presentó su dimisión – describe Varsky-. Ahora quedaría el mes de preaviso para atender a los chicos que están en curso”. Según Lichtenstein,  presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop) del Posadas, nadie del hospital ha comunicado aún qué pasará con los pacientes que quedan sin los servicios que se han desmantelado”.

Pero el de Kreutzer fue apenas el caso más conocido. La mayoría de las 80 personas cesanteadas esta semana son profesionales muy específicos y referentes en sus diferentes áreas de trabajo. Uno de ellos es el Jefe de la Sección de Hemodinamia, Alberto Tamashiro, área en la que se realizan los cateterismos tanto diagnósticos como terapéuticos. Se trata de una de las áreas de mayor crecimiento y avance en la medicina de la última década, y cuya intervención más conocida es la angioplastía, en sus diversas versiones.

Otro ejemplo. Una especialista con más de 27 años de experiencia en el hospital Posadas y una de las más reconocidas del país en gastrostomía. La gastrostomía es un modo de alimentación alternativo basado en el uso del botón gástrico, una sonda de silicona transparente que se coloca a través de la piel del abdomen hasta el estómago. Sirve para alimentar al paciente, darle la medicación y descomprimir el estómago.

Cronología y áreas desprotegidas. El abrazo al hospital del martes pasado y la movilización de hoy muestran una reacción masiva ante lo que muchos profesionales califican como “vaciamiento”, porque el personal viene siendo cesanteado desde los primeros meses del año 2016, cuando fueron despedidas 641 personas. De ellas, más de 150 resultaron reincorporadas posteriormente.

“En realidad se había pensado en despedir a una cantidad mucho mayor de personal -recuerda Carlos Di Pietrantonio, por entonces Director Nacional Ejecutivo que ingresó bajo la gestión de Jorge Lemus como Ministro de Salud de la Nación-. Pero logramos pactar que serían desafectados quienes habían ingresado recientemente. O que revistaban en áreas no críticas, es decir que no intervinieran en el proceso para lo cual el hospital está formado: detección, curación, atención y alta. Si alguien estaba reemplazando a algún radiólogo de guardia, aunque acabara de ingresar al hospital, sabíamos bien que no podíamos sacarlo del servicio”.

Y aclara: “Las reincorporaciones tuvieron que ver con situaciones que no figuraban en sus fichas personales, como en el caso de las madres sostén de hogar con  chicos discapacitados o en el de las mujeres embarazadas. También se reincorporó a otras personas que figuraban como trabajando en un área, pero que habían sido pasadas a otras, críticas”.

¿Cómo puso pasar esto? Porque, coinciden las voces, un 80% del personal del Posadas trabaja con contratos anuales (incluyendo médicos que se jubilaron, luego de años, sin haber estado nunca en la planta permanente del hospital) y un organigrama antiguo que no responde a lo que realmente sucede en los hechos. Y algo fundamental en esta película:  de ser un hospital público de atención descentralizada de alta complejidad, el Posadas pasó a transformarse, por obra y gracia de las circunstancias cotidianas, en un hospital que atiende desde cirugías cardiovasculares infantiles hasta resfríos. “Cuando yo estaba, la guardia atendía más de 1.500 adultos y más de 1.000 niños por día”, recuerda Pietrantonio, que fue desplazado de la gestión en diciembre del 2016.

En enero de este año hubo 122 nuevas cesantías, y en ese caso los protagonistas mayoritarios fueron personal de enfermería que se oponía a una ampliación horaria que exigía cumplir turnos de hasta doce horas seguidas. “Entones hubo medidas cautelares a favor de la reinstalación de personal y un fallo en primera instancia en el fuero contencioso administrativo federal de San Martín favorables a los trabajadores -explica Lichstentein-. Hasta ahora estas medidas no fueron cumplidas por las autoridades del hospital”.

Luego, los despidos continuaron bajo la forma de “goteo”, de a poco pero con persistencia. En abril hubo 30 cesantías más, que en general afectaron a personal gremial y a delegados de la CICOP. Pero en las últimas tres semanas la ola de despidos pegó íntegramente sobre el sector profesional.

Así es como fueron despedidos, hasta el martes, cuatro médicos clínicos (incluyendo a la coordinadora de los Consultorios Externos), dos endoscopistas, una neumonóloga de adultos especialista en tuberculosis, un traumatólogo de columna, dos neurocirujanos, cuatro psiquiatras, un otorrinolaringólogo experto en estudios vestibulares, tres obstetras, dos especialistas en anatomía patológica, una bioquímica, una ecografista infantil, dos pediatras (una de ellos, especializada en estudios funcionales de gastroenterología), tres cardiólogos, tres farmacéuticos, cuatro recuperadores cardiovasculares, tres expertos de hemodinamia, una cardióloga infantil, dos médicos del área de terapia de adultos, un reumatólogo, un experto en medicina nuclear, dos cirujanos generales, dos pediatras que atienden Sindrome de Dawn, un pediatra de guardia y neumonología infantil.

La lista es larga, y puede parecer excesivamente detallada, pero el denominador que reúne y hace importante cada mención es que, con estos despidos, áreas críticas del hospital quedaron reducidas al mínimo posible o desaparecieron.

Las personas. “Cuando veo lo que está ocurriendo me apena mucho. Yo ingresé a mi gestión con mucha alegría, bajo la presidencia de Mauricio Macri, porque ya lo venía haciendo en la Ciudad de Buenos Aires. Pero creo que lo que están haciendo en el área de la salud pública está muy muy lejos de lo que nos merecemos como pueblo y como país. Ahora estamos hablando de un hospital, que es el más grande, pero en la provincia de Buenos Aires la situación es desastrosa”, señala Pietrantonio.

¿Qué sucede mientras con los pacientes? La circulación de personas cuyas cirugías y tratamientos específicos estaban programados para estos días se encuentran con que han sido pospuestos, y sin fecha cierta. En lo que a la atención cotidiana se refiere, por resfríos, gripes y consultas típicas de Guardia, “los pacientes están siendo atendidos por el personal que queda disponible, como fue toda la vida en el Posadas. Pero no es el modo en que se hacen las cosas en Salud”, describe Varsky, en tono preocupado.

Y reflexiona: “Lamentablemente el ajuste en salud se paga con vidas, con muertes evitables. Hay gente que se podría salvar y que se va a morir. Algunos zafarán, pero otros no”.

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