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COSTUMBRES | 29-11-2018 11:46

Fat-fashionistas: la revolución gorda

El activismo extra large es tendencia en todo el mundo. Luchan por la inclusión y por ampliar el ideal de belleza. Libros, influencers, obras de arte y escraches.

No tienen miedo de usar la palabra: “gordo”. Para las mujeres y hombres “extra large” que buscan un cambio del paradigma estético, llamar a las cosas por su nombre es parte de la solución. El “activismo gordo” intenta desenmascarar las diversas formas de violencia sobre los cuerpos diferentes y luchar por la inclusión en el sistema. Como movida nació en los años '70, pero en el último tiempo tomó nuevas fuerzas con la edición de libros como “Cuerpos sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne” de Laura Contrera y Nicolás Cuello (Madreselva) y “Gorda vanidosa” de Lux Moreno (Ariel); la creación de ámbitos de debate como el taller “Hacer la vista gorda”; la obra musical “Gordofobia, un musical obeso” y las modelos “plus size” que facturan miles de dólares al año.

¿Cómo se vive la “gordofobia” en Argentina? ¿Quiénes son las “fat fashionistas” que se rebelan dentro del mundo de la moda? ¿Cuál fue el rol del feminismo para que las mujeres empiecen a liberarse de los estándares de belleza establecidos? Estas son algunas de las preguntas que los protagonistas de la movida responden en esta nota.

En la balanza. En su libro “Gorda vanidosa”, Lux Moreno busca desnudar los mecanismos de discriminación y violencia que se ejercen día a día sobre los cuerpos gordos y lo hace a través de su propia historia. “Era una deuda conmigo misma -cuenta- el libro es una genealogía de la violencia sobre el cuerpo de uno, hay muchas cosas que uno invisibiliza o naturaliza, laburo desde una experiencia personal para ir construyendo teoría a partir de eso”.

Moreno comenzó su militancia dentro del activismo gordo cuando tomó contacto con los blogs y el movimiento fat fashionista: “Me pegó medio fuerte, me corté el pelo y me compré unos jeans, hacía más de 7 años que no usaba jeans, porque usar talles especiales es mostrar esa gordura de la que yo sentía mucha vergüenza porque todo el tiempo se me estaba moralizando”.

La actriz, infuencer y creadora de la marca de ropa “Mar”, Mar Tarrés, cuenta una experiencia similar: “Cuando era chica lo sufría en el colegio y hoy por hoy lo veo en las redes sociales, la gente te culpa de tu gordura y te hace responsable. Es una enfermedad que tiene socialmente aceptada la discriminación”. Tarrés tiene un espectáculo de Stand Up, “Minas jodidas”, desde hace 5 años. Hoy lo produce Carlos Rottemberg en calle Corrientes. “Se vio casi obligado a contratarme porque le dije que los productores no le daban trabajo a las personas gordas”, cuenta la actriz. Mar ganó el concurso de “La chica del verano” en la temporada de Carlos Paz en 2016. “Me invitaron a la fiesta de una revista y las únicas que no salimos en la tapa fuimos Lizy Tagliani y yo, ni la gorda ni la trans aportábamos a la foto”. El broche de oro: Mar organizó un “Gordazo” luego de ser rechazada en la entrada de un boliche cordobés.

Si bien la lucha tiene muchos años, ahora está cobrando cada vez más visibilidad. Para Moreno, tuvo mucho que ver con la discusión por la legalización del aborto. “Queremos ser autónomas y soberanas sobre nuestros cuerpos, ¿qué tan autónomo sos si estás todo el tiempo replicando estas jerarquías corporales?”, explica. Si bien considera que la gordofobia es niveladora entre hombres y mujeres, el nivel de violencia que hay sobre los cuerpos femeninos es mayor porque aparecen como objetos de deseo.

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En disidencia con esta postura, la humorista Gonzalo Costa -quien afirma que a lo largo de su vida ha sido más discriminada por gorda que por trans- opina: “Me parece un horror que una persona se siente en un medio de comunicación y diga: ‘estoy gorda y estoy bárbara’. Es una mentira -expresa-. A los gordos no se los quiere en ningún lado porque el gordo no se quiere a sí mismo”. Y agrega: “A ningún adicto le interesa la mirada del otro. Nadie me hizo más daño que yo misma, pero es más fácil echarle la culpa a otro”.

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De acuerdo con datos del Ministerio de Salud de la Nación, en la Argentina, 6 de cada 10 adultos sufren trastornos de obesidad o sobrepeso. En el caso de los niños la cifra es más alta: el 30% tienen sobrepeso y el 6 %, obesidad. Para Costa, desde su operación (un bypass gástrico por el que bajó 80 kilos) ganó salud y calidad de vida.

Curva de la moda. El mundo de la moda es el más tirano respecto de los cuerpos diferentes y el que busca imponer cómo lucir y qué ropa usar. “La gorda siempre se escondió atrás de una túnica negra. Y es una falsa creencia que el negro te hace más flaca. La gente gorda con el negro quiere ser invisible, quiere que no vean su gordura, pasar desapercibidos” dice Mar Tarrés quien declara ser alguien a quien le gusta la moda. “En la adolescencia me tenía que vestir con ropa de persona mayor. Siempre hubo un prejuicio acerca de cómo nos tenemos que vestir las gordas y con mi marca de ropa lo vengo a romper. Yo digo que me voy a vestir como yo quiera”. Además de su etiqueta, tiene su propia agencia de modelos gratuita para chicas gordas. “Le doy trabajo a chicas que soñaron toda la vida con ser modelos, lo hago porque me gusta y por la autoestima de las chicas gordas. Les enseñamos a sacar su sexappeal”, explica.

La mayor referente dentro de las modelos de talla grande es la estadounidense Ashley Graham que factura en promedio 1,5 millón de dólares al año y según Forbes es una de las mujeres más influyentes de menos de 30 años. Graham fue la primera modelo plus size en posar en la tapa de la revista “Sports Illustrated” en bikini. En la Argentina, algunas de las modelos XL más reconocidas por su activismo en la moda son Brenda Mato y Samanta Alonso. “Nosotras no pedimos que desaparezcan las 90 - 60 - 90, pedimos inclusión en la diversidad corporal”, sentencia Tarrés.

Si bien la ley de talles existe en muchas provincias (en CABA es la ley N°3300), por lo general no se cumple, ya sea porque las marcas no ofrecen la diversidad de talles reglamentaria o porque no respetan la medidas universales para cada talle. La industria textil alega que es una cuestión de costos, pero las activistas insisten en que las etiquetas no quieren vestir a determinados tipos de cuerpos.

Hace pocos días, la atleta olímpica Jennifer Dahlgren expresó entre lágrimas en redes sociales su frustración luego de no conseguir un vestido para un evento. “Como me pasa siempre. Me llega la invitación a un evento hermoso, una gala y salgo a buscar un vestido para la ocasión. Y el vestido más grande no me entra. Mis 120-100-115 están nuevamente fuera de los límites. Y yo termino frustrada con todo, llorando en mi auto”, posteó en Twitter junto a una imagen de ella llorando. El diseñador Santiago Artemis, que vistió a Katy Perry, Lali Espósito, entre otras famosas, le contestó: “Yo te visto, tesora”.

Mientras más y más mujeres se atreven a liberarse de las cadenas que conllevan los cánones de belleza establecidos, la moda busca cómo asimilar este nuevo movimiento. Dentro mismo del activismo hay grietas y crece una preocupación acerca de una potencial discriminación ante la aparición de referentes de belleza gordos. Por lo pronto, el peso y la presión de la inclusión luchan contra el prejuicio y el señalamiento de la enfermedad y la balanza parece inclinarse por el empoderamiento de la diversidad.

por Mariana Haramburu

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