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EMPRESAS | 02-01-2019 10:54

Mercado con remedio: recetas de laboratorios para superar la recesión

Bayer y Gador se reconocen curtidos en crisis argentinas. Dificultades para la innovación. El caso Roemmers.

El sector laboratorios cuenta con una amplia gama de definiciones para medir el tamaño del mercado: ventas al sector público, transacciones entre privados, medicamentos de venta libre, drogas complejas, producción y distribución.

Existen 250 empresas que intervienen en la actividad en la Argentina si se contabilizan productoras e importadoras de medicamentos. En el plano netamente productivo, las plantas industriales de fármacos ascienden a 110, de las cuales el 85% son de laboratorios de origen nacional y un 15% de los de capital extranjero. Esa relación se refleja parcialmente en la composición de las ventas de la industria. En proporciones significa que un 58% del volumen del mercado está en manos de farmacéuticas nacionales y un 42% en las de extranjeros. Los números del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) muestran que la facturación de medicamentos en la Argentina contabiliza 100.000 millones de pesos anuales solo en transacciones entre privados.

Bayer, empresa alemana que encabeza el ranking sectorial en la Argentina, según la revista Mercado, cuenta apenas con una participación del 5% del total, lo que muestra un mercado altamente competitivo y abierto. Pero no hay jugador que le gane en medicamentos de venta libre por el canal farmacéutico. Kurt Soland, CEO de Bayer para el Cono Sur, aclara que la incidencia de sus ventas con el sector público es de apenas el 10% del total, un volumen notoriamente más bajo que el de los laboratorios nacionales.

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Roemmers, por ejemplo, que tiene cinco plantas distribuidas entre la capital y el Gran Buenos Aires, produce una amplia gama de fármacos y es fuerte en las líneas de cardiología, pediatría, clínica médica, geriatría y cirugía. La incidencia de sus ventas al sector público de la empresa supera el 35% de su volumen. El grupo de la familia Roemmers también es dueño de los laboratorios Investi, Poen y Gramon-Millet y tiene el 44% de Gador.

Gador, cuya cara visible es Alberto Álvarez Saavedra, casado con una de las integrantes de la familia Gador, inició sus actividades en 1940. Cuenta con más de 950 empleados. Vende medicamentos y principios activos en más de 40 países de los cuatro continentes. En la Argentina cuenta con cuatro plantas de producción propia. Gador mantiene acuerdos de licencias de comercialización con importantes compañías multinacionales. Las líneas de productos en las que se especializa son sistema nervioso central, cardiometabolismo, urología, diabetes, metabolismo óseo, odontología, ginecología, gastroenterología, oncología, inmunología y trasplantes.

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Su comprador más importante es el PAMI, la sigla con la que aún se conoce al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, que representa el 40% del mercado farmacéutico argentino.

Sobre la vulnerabilidad macroeconómica actual del país, Luis Rodriguez, director general de Gador, afirma con esperanza: “Hubo otras etapas difíciles, momentos de precios congelados, falta de divisas que imposibilitaban seguir importando, pero siempre hemos superado las crisis porque trabajamos apostando al futuro, porque nos esforzamos para tener el mejor equipo y a la vez disfrutamos de trabajar en equipo, no sólo pensando en crecer sino en algo aún mejor, en desarrollarnos, transformarnos para dar más y mejores respuestas”.

Soland, de Bayer, explica en el mismo sentido que la empresa está en la Argentina hace más de 100 años: “No es la primera crisis que se atraviesa, ni va a ser la última”. Bayer, que cuenta con 1.300 empleados en el país, tiene una pata fuerte de producción local en su planta de Pilar, de la cual la mitad se exporta y el resto se destina al mercado interno. “En este país, los márgenes de rentabilidad se alcanzan sufriendo y hay que vivir con esto”, reconoce Soland. No tiene previsto reducción de personal alguna.

“En el gobierno anterior padecimos el control de precios. Ahora la volatilidad cambiaria, pero la Argentina es un mercado muy importante y vamos a permanecer eternamente. Sin estabilidad es más complicado planificar y profundizar la innovación porque no hay precios de referencia. Entonces uno se queda en el producto que funciona, en eso que ya está afianzado”, relata el CEO de Bayer. Apechugarse y bancar el chubasco, dicen en el barrio. La compañía alemana reconoce que se siente el resentimiento del mercado.

Quejas. Para Soland, el problema principal reside en que el mercado farmacéutico argentino es demasiado restringido con altos costos burocráticos. Se refiere a que no está permitido que los productos de venta libre puedan ser exhibidos en góndolas, lo que condicionaría la autoelección: “El consumidor no tiene libertad de elegir el producto y depende de lo que quiera venderle el farmacéutico, sin saber qué juego comercial hay detrás”. De esta manera, no se pueden comparar precios y marcas, le quita libertad de elección al consumidor, según el empresario suizo.

Desde Bayer afirman que si bien hay canales de diálogo con el Gobierno para modernizar la legislación, dada la urgencia de la coyuntura macroeconómica, se trata de temas que nunca alcanzan carácter de prioritario. Otro ejemplo es la ley de patentes. “Acá hay innovaciones que no se registran porque no se reconoce la propiedad intelectual”, critica Soland. Del otro lado, los laboratorios nacionales defienden la legislación actual, que los protege y les ha permitido proyectarse al exterior.

por Luciana Glezer

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