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TEATRO | 04-04-2019 16:10

La dama de las rosas: osada pero fallida creación

Rosas marchitas. A pesar del esfuerzo, el resultado es fallido por sucesivos remates folletinescos, desniveles interpretativos y floja escenografía.

**  El principal obstáculo de la última y osada creación de Pepe Cibrián Campoy radica en su intrincado argumento porque, al contener varios finales, cada uno con diferentes direcciones, no logra plasmar un todo dramatúrgico que resulte convincente.

En formato de teatro musical y tono melodramático, utiliza un español castizo que compite con el breve soliloquio de apertura, donde se ensaya una suerte de defensa del lenguaje inclusivo. Interesante pero extemporáneo, como injertado y fuera de contexto.

Un grupo de “grisettes” masculino (Silvio Bordón, Mateo Falbo, Luis Machuca y Mauro Nuñez Duarte) nos sitúan en un cabaret parisino durante el período de entreguerras del siglo XX. Aquellos locos años 20, cuando Europa intentaba olvidar la primera contienda mundial con alcohol, drogas y desenfreno, en medio de abismales brechas socioeconómicas y una genial efervescencia del arte en general. Sin embargo, esto apenas se menciona.

A través de diálogos y canciones, el foco está puesto en la triste vida de Josephine (Cibrián Campoy), bella y recatada duquesa que sufrió una infancia y adolescencia abusivas en manos de su madre (Tiki Lovera) ya muerta, aunque omnipresente en su conciencia. No obstante, con ayuda de la criada Solange (María Rosa Frega) inventa un excéntrico y desenvuelto personaje ficticio; Agatha, dueña y anfitriona del reducto antes mencionado.

Allí conocerá y se enamorará de otra dama de la nobleza, Clemence (María José Demare), quién de manera apasionada corresponde el afecto de la pudorosa Josephine. Esto provoca la furia del codicioso y opiómano vizconde de Marais (Damián Iglesias) y de otro bon vivant de enigmático linaje (Martín Urbaneja). El engaño no tardará en revelarse y un desconcertante secreto será expuesto.

A pesar del esfuerzo, el resultado artístico es fallido, no sólo por sucesivos y distintos remates folletinescos, también por los desniveles interpretativos y una escenografía desafortunada. Se rescatan la comicidad de Frega, la solvencia de Iglesias y Urbaneja, el deslumbrante vestuario de Alfredo Miranda más la lograda partitura de Santiago Rosso e Iglesias.

“La dama de las rosas” escrita y protagonizada por Pepe Cibrián Campoy. Dirección: S. Rosso y D. Iglesias. El Cultural San Martín, Sarmiento 1551.

por Jorge Luis Montiel

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