Friday 29 de March, 2024

MUNDO | 05-04-2019 12:54

Lava Jato: el comando de la corrupción

La fiscalía brasilera iguala a Temer con Lula en el armado de la mafia estatal.

Los expresidentes brasileños Luiz Inácio Lula da Silva y Michel Temer fueron rivales políticos hasta hace muy poco. Pero la Justicia los hermanó. Lula, preso por corrupción hace casi un año, criticó a las autoridades que comandan la operación Lava Jato tras la detención de Temer, marcando que la Fiscalía y la Policía Federal "no pueden quedarse haciendo espectáculo". A través de Twitter, el ex presidente preso acusó a los investigadores de "desviar la atención del descrédito en que estaba cayendo". "El grupo (de la Lava Jato) no necesita de pirotecnia para sobrevivir, necesita de sobriedad", dijo Lula a través de las redes sociales.

"Todo aquel que comete un delito, si el delito se prueba, tiene que ser detenido. Sea Temer, o Lula. Sea FHC (Fernando Henrique Cardoso) o Bolsonaro. Nadie puede ser preso sin el debido proceso legal", agregó en un segundo mensaje, publicado por su equipo en su perfil oficial de Twitter. Las declaraciones de Lula llegaban horas después de que Michel Temer fuera arrestado acusado de comandar una organización criminal que desvió en 40 años cerca de 1.800 millones de reales (unos 473,7 millones de dólares).

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Sin amigos. Un pequeño grupo de manifestantes saludó a Temer cuando llegó la noche del jueves a las instalaciones de la policía en Río de Janeiro donde estuvo detenido haste el lunes pasado. Bajo los cánticos de “¡Ladrón, ladrón!”, Temer, de 78 años de edad, bajó del auto que lo llevó hasta la fiscalía sin esposas en las muñecas, pero abatido. Y a pesar de que recuperó su libertad rápidamente (fue liberado el 25 de marzo por orden de un juez de la corte de apelaciones de Brasil), su horizonte legal es sombrío.

Al igual que a Lula, la Fiscalía acusa a Temer de ser el “líder de una organización criminal” para el pedido de sobornos y el lavado de dinero. La investigación se basa en la denuncia hecha por el propietario de la empresa Engevix, José Antunes Sobrinho, que aseguró que pagó sobornos para adjudicarse un contrato en la construcción de la central nuclear Angra 3, y que estos pagos fueron para favorecer a líderes del partido Movimiento Democrático Brasileño (MDB), concretamente a y su mano derecha, Moreira Franco. Pero hay otros casos.

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La diferencia con Lula es que casi nadie ha salido a defenderlo, salvo el propio Lula, que hasta hace poco tachaba a Temer de “golpista”. “Creo que es un abuso de su autoridad, lo cual vemos de vez en cuando”, manifestó el senador Tasso Jereissati del PSDB, uno de los pocos en referirse a la cruzada que ha emprendido el equipo de jueces y procuradores a cargo de los casos de la operación Lava Jato.

"El MDB lamenta la postura de la Justicia en contra del avance de una investigación en la que se ha demostrado que no hay irregularidad por parte del ex presidente de la República, Michel Temer, y del ex ministro (de Minas y Energía Wellington) Moreira Franco. El MDB espera que la Justicia restablezca las libertades individuales, la presunción de inocencia y el derecho a la defensa", enfatizó el comunicado del partido, respaldando a Temer.

Igualados. Para la Fiscalía, Temer y Lula son el “comando máximo” de la “sobornocracia”. Temer ya había estado en jaque durante su mandato al revelarse las escuchas realizadas por los dueños del gigante cárnico JBS, y la acusación por corrupción impulsada por la fiscalía. El entonces presidente se valió de su cintura política para conseguir apoyos en el Congreso y frenar dos de las tres denuncias presentadas (el 2 de agosto y luego el 25 de octubre de 2017). Casi a la par, mientras él hacía malabarismo para impedir el avance de la Justicia, Lula era detenido: se cumple en breve un año de la condena de 12 años que le impuso el ex juez Sérgio Moro (hoy ministro de Justicia de Bolsonaro), a purgar en la sede de la Policía Federal de Curitiba.

A diferencia del de Lula, por otro lado, el arresto del Temer no causó ninguna sorpresa: desde que dejó la presidencia el 1 de enero, su suerte judicial estaba echada.

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Aunque el juez de segunda instancia Antonio Ivan Athié le concedió la libertad provisoria, el juez federal de Río de Janeiro, Marcelo Bretas, se muestra confiado en las pruebas que tiene en su contra: ya le retuvo 16 millones de dólares en bienes y cuentas bancarias, y pidió procesarlo por otro caso de corrupción en el que habría recibido sobornos por casi 10 millones de dólares.

Temer debe responde por diez causas. Cinco se encontraban en el Supremo Tribunal Federal (fueron abiertas en la época en que era presidente de la República) y otras cinco fueron autorizadas por el juez Luís Roberto Barroso en 2019, cuando Temer ya no tenía fueros.

Bolsonaro. El día que lo detuvieron a Temer, su sucesor Jair Bolsonaro se fotografiaba en la Casa Blanca junto a Donald Trump en un intercambio pautado de camisetas de fútbol. Se lo veía sonriente, a ocho mil kilómetros del conflicto. "Yo no tengo enemistades", manifestó Bolsonaro breve al referirse al tema. Y enfatizó: "Cada uno responde por sus actos".

La amplia cobertura que los medio locales le dedicaron al arresto de Temer desvía momentáneamente la atención de una serie de escándalos que habían perjudicado su popularidad: involucran a la familia de Bolsonaro y a otros líderes de su partido. El arresto de Temer también le da una pátina de credibilidad a la narrativa de que la mano dura en contra de la corrupción en Brasil sigue vigente: hasta el propio Sérgio Moro quedó jaqueado en menos de tres meses de gobierno bolsonarista.

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Ni siquiera la caída de los mercados tras el arresto de Temer lo preocupa. Waldir Soares de Olivera, líder del Partido Social Liberal de Bolsonaro en la Cámara baja del Congreso, aseguró que la detención de Temer "realza la credibilidad ante la comunidad internacional”.

Sin embargo, los problemas legales de Temer podrían entorpecer la capacidad de Bolsonaro de avanzar con una ambiciosa agenda legislativa, la cual incluye una reforma al sistema de pensiones y un proyecto de ley anticrimen que les dará una mayor autoridad a las fuerzas del orden para combatir la corrupción. Varios legisladores clave, entre ellos el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, están en la mira de los procuradores que llevan el Lava Jato. Y el suegro de Maia es Wellington Moreira Franco, fue uno de los sospechosos detenidos la semana pasada junto con Temer.

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