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SHOWBIZ | 11-04-2019 12:27

Fenómeno viral: ilustrar para las redes

Instagram revolucionó la industria del humor gráfico, empujando a una camada de jóvenes mujeres historietistas con relato propio.

Desde la aparición de Maitena a fines de los 80 las humoristas gráficas fueron ganando espacio, al tiempo que creció la cantidad de lectores que se identificaron con ellas. “La inserción de autoras es progresiva desde los 80 y exponencial desde 2010. Han proliferado nuevas voces y miradas que cuestionan y presentan otro tipo de relaciones entre los géneros, espacios de lucha por el sentido de prácticas, y discursos que tienen efectos concretos en la vida de los lectores”, afirma Mariela Acevedo, licenciada en Ciencias de la Comunicación.

Ahora aflora una gran cantidad de dibujantes, humoristas gráficas y artistas que apuestan todo a sus redes sociales. Cami Camila es una de ellas: arrancó con una fanpage en Facebook con el fin de publicar poemas japoneses, hasta que se dio cuenta que la limitaba bastante. Y decidió crearse un personaje: Cami Camila. Al principio sólo publicaba frases con algún tinte de humor, porque según cuenta, el dibujo nunca fue su fuerte. “Escribí la primera historieta con estos personajes palito. Yo ya tenía un dibujo que hacía desde chiquita, una nena de espaldas con un globo impinchable que simboliza lo que para mí son los sueños en la vida. Eso lo sumé con mi carencia absoluta de talento para el dibujo, y empecé a hacerlos yendo al trabajo”, cuenta la creativa publicitaria.

A pesar del autobulling, logró cosechar más de un millón de seguidores en Facebook, y ya suma 125 mil en Instagram. “Nunca pensé que la historieta iba a tener la repercusión que tuvo”, admite.

Cami Camila reconoce que nada de eso hubiese sido posible sin las redes sociales. “Fueron los mismos lectores los que le dieron forma a la fan page y me definieron a mí como historietista”. Luego de haber trabajado como redactora en una agencia de publicidad, Camila se metió de lleno en sus viñetas.

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Similar es el caso de Clara Taiana, conocida en sus redes como ClaTai, que empezó a plasmar sus dibujos por insistencia de su grupo íntimo.“Les conté a mis amigas que quería arrancar un proyecto nuevo, una página de Instagram para subir dibujos a diario”, cuenta la estudiante de Diseño gráfico. Lo hizo y logró llegar a más de 87 mil seguidores en poco tiempo. "Si no fuese por el trabajo y la facultad -se ríe- tendría un millón de followers".

Mensaje. Los guiones de sus historietas tienen en la vida cotidiana el hilo conductor. Escenas con las que se identifican la mayoría mujeres y que motivan el reposteo que viraliza.

Y si bien el uso de la satirización de tensiones sociales y el costumbrismo no es un recurso nuevo en el humor gráfico argentino –más bien lo acompaña desde sus inicios históricos-, fue recién a fines del siglo XX que las mujeres y el campo de las historietas lograron una mayor identificación.

Judith Gociol, coordinadora del Archivo de Historietas de la Biblioteca Nacional, apunta: “Los lugares sociales de las mujeres cambiaron. También en la historieta”. En los 80 con Maitena, las temáticas femeninas vinculadas con el trabajo, el ámbito doméstico y la intimidad ocuparon la primera plana, explica Gociol, autora de “La historieta argentina”. Y añade: “es a partir del 2000 que hace su entrada al lenguaje de la historieta local la autobiografía, y las creaciones comprometidas en luchas de género”.

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Acerca de la invisibilización femenina en el humor gráfico, Mariela Acevedo sostiene que “hay otra historia, una que nos incluye desde las primeras décadas del siglo XX, cuando ser mujer e historietista era una combinación muy improbable, pero no imposible”.

Agustina Casot, historietista de este grupo de avanzada concuerda: “Mujeres ilustradoras siempre hubo, pero son difíciles de rastrear porque siempre se pensó como un rubro masculino”.

En consonancia, Pepita Sandwich es una de las ilustradoras que hoy, además formar parte del grupo de artistas que hacen uso de plataformas digitales, toma compromiso con la lucha feminista. Josefina Guarracino, la chica detrás de Pepita, es diseñadora de Indumentaria y Textil. Como muchas otras en el rubro del arte gráfico, decidió compartir sus dibujos en Instagram (en su caso desde 2013) luego de atravesar una crisis personal que la hizo percatarse de que trabajar en la moda no era lo suyo. “Eran los comienzos en esta red social y ahí pude ver cómo la gente se identificaba con mis cómics de alguna manera”, cuenta.

La impronta feminista de Guarracino se evidencia en sus publicaciones. Este año sacó “Mujeres que mueven montañas”, un libro gráfico de Editorial Lumen, sobre mujeres pioneras a lo largo de la historia, como Valentina Tereshkova, la primera mujer en llegar al espacio; o Eva Dickson, la primera en cruzar el Sahara en auto.

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El feminismo atraviesa a toda esta camada de jóvenes historietistas de las redes sociales. “Creo que la nueva ola de feminismo por suerte llegó a todas las áreas y profesiones. Quizás se ve más fuerte en la historieta porque es una gran forma de comunicar una idea. Al tener una sociedad cada vez más visual, comunicar conceptos con palabras e imágenes resulta más hipnótico”, resume Pepita Sandwich.

Viral. El humor gráfico y las redes sociales matchean perfectamente por la facilidad con la que pueden compartirse los contenidos, y el impacto visual que pueden generan.

“La viñeta es un formato que permite una lectura rápida, casi instantánea. Hoy lo que los lectores en redes valoran es el tiempo, y en esta era de la inmediatez la viñeta es un formato que no falla”, explica Cami Camila. Guarracino coincide con en este punto: “la ilustración y el cómic responden a una manera más visual que tenemos de comunicarnos en la actualidad. A veces es mucho más efectivo explicar algo o sentir empatía con imágenes que con un texto”. Aunque, por otro lado, admite: “las redes sociales son una vidriera de tu trabajo, son muy útiles. Pero si pudiera elegir, me dedicaría sólo a hacer libros”.

Como menciona Acevedo en “Pasado y presente de las creadoras de historietas”, en la actualidad la cantidad de autoras en el mundo del humor gráfico se amplificó de forma notoria. Y ellas mismas buscan el reconocimiento en las redes sociales y en sus publicaciones profesionales.

“Lo cierto es que aun hoy la inserción en el campo es desigual”, sostiene la comunicadora. Por esta razón, en 2017, Agustina Casot y Andrea Guzmán decidieron organizar el Primer Festival de Autoras de Historietas: “¡Vamos las pibas!” tuvo su segunda edición en marzo de 2018 y se espera otra este año.

El evento tiene un espacio centra para la comunidad LGBTIQ+, permitiendo que más de 60 autoras y editoras confluyeran en un mismo espacio. “En cada festival se acercan pibas de diferentes espacios o que trabajan solas a dar una mano, algunas publicaron mil libros, otras recién arrancan con un fanzine en fotocopias”, comenta Agustina Casot, que el año pasado lanzó “Diverses”, un libro gráfico sobre con discurso LGBTIQ+, combatiendo y compartiendo los prejuicios y discriminación que sufre a diario. “La autogestión te da esa libertad de hacer lo que quieras”, festeja ella.

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Las redes no requieren grandes costos de papel e impresión, y democratizan el espacio a la vez que sirven de canal multiplicador.

Hay más libertad con la tecnología, podés publicar lo que quieras en Internet. Pero también en formato físico. Vas a una gráfica y te imprimís lo que quieras en unos minutos, o incluso podés hacerlo desde tu casa. No necesitás que nadie te abra la puerta”, explica la creadora del festival.

Desde 2010 en adelante que la inscripción de mujeres en el medio está creciendo a pasos agigantados. El uso de las redes sociales es uno de los principales motores que ayudó a que los cambios se gesten, además de la unión entre las mismas mujeres que luchan por ganar sus espacios. “También hay más compañerismo, ya no hay que amoldarse a nada, se extinguió el fantasma de que puede haber una sola o pocas. Tampoco hay una industria de la historieta argentina que te marque qué hay que hacer”, cierra Casot.

por Chiara Finocchiaro

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