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OPINIóN | 05-07-2019 15:20

Por qué las PASO no sirven en Argentina

El Presidente y su equipo analizaron la idea de suspender las elecciones primarias, pero no hay consenso. Escribe Rosendo Fraga.

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) son un sistema para elegir candidatos, originado en el Uruguay. Se trata de un país sudamericano con instituciones más estables que el promedio de la región y con un sistema de partidos sólidos, algo que no modificó la irrupción de la coalición de centro-izquierda Frente Amplio, constituida en los años sesenta del siglo XX. Es síntesis, todos los partidos eligen sus candidatos el mismo día (simultáneas), es obligatorio votar ese día (obligatorias) y en consecuencia lo hacen tanto quienes están afiliados y los que no.

En Argentina, hacia fines de 2002, dos cada tres argentinos decían estar identificados con la consigna “que se vayan todos”. En un intento de revitalizar la representación política que estaba en crisis, el entonces presidente Eduardo Duhalde propuso una serie de medidas para revitalizar la relación entre los ciudadanos y la política.  Propuso -junto con otras iniciativas- la ley que establecía las PASO. La intención era clara: todos se involucrarían más en la política al incidir en la elección de los candidatos y estos surgirían con una representatividad y legitimidad mucho mayor que antes.

Pero Duhalde no llegó a poner en vigencia la ley para las elecciones generales de 2003 en las cuales fue electo Néstor Kirchner. Este a su vez tampoco la usó en las elecciones nacionales de 2005 y 2007. A su propuesta, la presidencia de Cristina Kirchner la puso en vigencia para la elección legislativa de 2009, la primera en la cual los candidatos fueron electos mediante las PASO.

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El sistema volvió a ser utilizado en la elección de 2011 (presidencial), la de 2013 (legislativa), de 2015 (presidencial) y de 2017 (legislativa). Es así como la presidencial de 2019 es la sexta elección nacional consecutiva que se realiza con este tipo de primarias.

El sábado 22 de junio a la medianoche venció el plazo para oficializar fórmulas y listas de candidatos ante la Justicia electoral. Fueron nueve los binomios para presidente y vice que se presentaron. En todos los casos no habrá competencia, dado que habrá lista única.

Pero para legisladores nacionales, las PASO competitivas con varias listas se realizan en 17 de los 24 distritos, la mayoría de ellos de Cambiemos. Para gobernadores, legisladores provinciales, intendentes y concejales también hay competencia en numerosas provincias y municipios.

Ante esta situación, desde el oficialismo nacional, comenzando por la Unión Cívica Radical, se propuso la conveniencia de suspender las PASO para elegir presidente y vice, dado que en ninguna de las fórmulas se había presentado más de una lista.

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Paralelamente, tiene lugar el proceso de las PASO en Uruguay. Este país, tiene la primera vuelta de la elección presidencial el 27 de octubre, el mismo día que Argentina, y lo mismo sucede con la segunda que es el 24 de noviembre. Las primarias obligatorias, abiertas y simultáneas uruguaya se realizan antes: el próximo domingo 30 de junio. Se vienen utilizando desde hace dos décadas, desde 1999.

Este país tiene período presidencial de cinco años, sin reelección inmediata. La coalición de izquierda Frente Amplio ha gobernado tres períodos continuos y tratará de obtener el cuarto. La Intendencia de la Capital (Montevideo) es el otro cargo clave en materia de poder político -vive en ella más de la mitad de la población del país- y esta fuerza política la gobierna en forma continua desde hace tres décadas. Son cuatro los precandidatos que compiten en esta fuerza para la Presidencia. El primero en los sondeos es un ex intendente de dicha ciudad, Daniel Martínez. En segundo lugar esta una ex ministra de Industria, Carolina Cosse. A cierta distancia, siguen Oscar Andrade y Mario Bergara.

El Partido Blanco es una de las dos fuerzas tradicionales y principal oposición, que hunde sus raíces en la primera mitad del siglo XIX. También en este caso, los precandidatos son cuatro. El favorito es Luis Lacalle. Su padre fue presidente de la Nación y él fue candidato cinco años atrás, quedando en segundo lugar. Es desafiado por un “outsider” de la política, Luis Sartori, quien ha vivido largo tiempo fuera del país y está casado con la esposa de un oligarca ruso. A cierta distancia siguen dos candidatos del interior del país: Jorge Larrañaga y Enrique Antía.

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El otro partido tradicional es el Colorado -pasó de ser adversario a aliado del anterior al crecer el Frente Amplio- cuyo principal candidato es el ex presidente Julio Sanguinetti, quien ha gobernado dos periodos desde el restablecimiento de la democracia en 1984. Le sigue el economista Ernesto Talvi, quien busca renovar su partido. Los últimos sondeos han mostrado un acortamiento de la distancia entre ambos.

Y acá surge la pregunta: ¿por qué el mismo sistema de primarias, utilizado al mismo tiempo en dos países con semejanzas como Argentina y Uruguay, tiene resultados tan diferentes? O dicho en otra forma: ¿qué hace que las PASO en Argentina llevan a lista única para elegir Presidente y en Uruguay suceda lo contrario, con una decena de fórmulas en las tres principales fuerzas? No parece fácil plantear una hipótesis explicativa del fenómeno.

Puede explorarse que Uruguay mantiene un sistema de partidos sólido, como se dijo, y en cambio en Argentina ellos han sido sustituidos por “espacios”, de los cuales se entra y se sale con facilidad, donde las lealtades partidarias son mucho más débiles y los desplazamientos de uno a otro se realizan con frecuencia y flexibilidad.

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También puede plantearse que, en el caso argentino, la cultura política peronista se ha ido contagiando a todo el sistema político -este año cinco de los seis integrantes de las tres fórmulas presidenciales más importantes tienen este origen político- y crea una situación por la cual los límites partidarios se diluyen aún más.

Pero ninguna de estas hipótesis parecen realmente convincentes.

Mientras tanto, la iniciativa del oficialismo de suspender las PASO sólo para Presidente no parece conveniente. Es que no es bueno cambiar las reglas de juego en medio de un proceso electoral ya iniciado. La manipulación de las normas quita transparencia y legitimidad al proceso electoral, que es vital para el estado de Derecho en democracia, ya que puede afectar su legalidad.

Además, esta suspensión requiere una ley del Congreso -las normas electorales sólo pueden ser modificadas por el Congreso de acuerdo a la Constitución Nacional- y no parece fácil que el Ejecutivo logre la aprobación de un proyecto de este tipo, cuando se han desarticulado los dos bloques del Peronismo Federal, que permitían a Cambiemos negociar la mayoría para aprobar leyes en ambas cámaras. Pero además, esta iniciativa cuando faltan menos de 50 días para las PASO, genera una presunción obvia: si el Gobierno pensara que las ganaría el 11 de agosto, ¿las querría suspender?

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Pareciera que no. Faltan cuatro meses para la primera vuelta y cinco para la eventual segunda y muchas cosas pueden pasar hasta entonces, razón por la cual no puede hacerse un pronóstico en base a datos empíricos. Ello hoy no es posible en Occidente, como lo muestran numerosos casos en los Estados Unidos, Europa y América Latina. En cambio, puede tenerse una opinión acerca de lo que puede suceder en semanas. Las PASO en realidad no resuelven nada, porque no hay competencia para candidatos.

Pero sí generan consecuencias políticas y económicas y un hipotético triunfo de la fórmula Fernández-Fernández el 11 de agosto, si bien puede generar temor al retorno del kirchenerismo, también mostraría que el peronismo unido puede retornar al poder y el “riesgo Cristina” puede generar más incertidumbre en los mercados.

No parece fácil que el proyecto avance y ha perdido viabilidad. No hay razón para que el kirchnerismo y el peronismo reagrupado detrás de la fórmula Fernández-Fernández lo apoye, cuando podría ganarlas. Desde el oficialismo se dijo que Roberto Lavagna lo apoyaría y él lo rechazó. Desde el propio oficialismo, Elisa Carrió también cuestionó la propuesta. Pero quizás fue Miguel Ángel Pichetto, el senador justicialista que hoy es candidato a vicepresidente de Macri, quien se opuso de plano, rechazando el proyecto.

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A esto se agrega que el argumento de ahorrar dinero al suspender las PASO carece de sentido, ya que tendrían que hacerse igual en todo el país para elegir candidatos para legisladores nacionales y cargos provinciales y municipales.

Pero, sin afectar el proceso electoral en curso, el país debe debatir si tiene sentido seguir utilizando las PASO para elegir los candidatos. El sistema tiene ventajas y desventajas. Defensores y detractores.

En diciembre de 2019, Argentina ya habrá realizado seis elecciones PASO: tres presidenciales y tres de medio mandato. Es una buena muestra para realizar un análisis y evaluación de sus resultados.

Debería ser una prioridad de la agenda política de 2020, año en el cual no habrá elección de ningún tipo. El tema debería estar resuelto antes de que finalizara el año próximo y el Congreso votar su anulación o reforma, de manera que el proceso electoral 2021, centrado en la elección de medio mandato, se realice sin vinculación con la reforma del sistema de primarias.

* Analista político, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

por Rosendo Fraga*

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