Friday 19 de April, 2024

SALUD | 06-09-2019 11:29

Evolución y salud: corazones frágiles

¿Por qué las personas sufren tantas enfermedades cardiovasculares? La respuesta, en el ADN.

La cantidad es alarmante: cerca de un tercio de todas las muertes de las personas que ocurren anualmente en el planeta es resultados de enfermedades cardiovasculares. La causa predominante es la aterosclerosis, nombre técnico dado a la formación de placas de grasa en las arterias.

En esta situación, el pasaje de la sangre se dificulta, lo que puede llevar a infartos y accidentes cardiovasculares (ACV). Lo intrigante es que, mientras que entre los seres humanos las dolencias cardíacas provocan tantos fallecimientos, entre otros animales son muy raras. Recientemente, científicos de la Universidad de California (Estados Unidos) publicaron un artículo que podría responder a ese enigma.

El estudio, publicado en el prestigioso Proceedings of the National Academy of Sciences, sugiere que la pérdida de un gen en el ADN de un ser humano ancestral fue lo que tornó a las personas tan propensas a los males cardiovasculares. Alrededor de 2 a 3 millones de años atrás, cuando los Australopithecus y los Homo habilis habitaban el planeta, una mutación genética habría eliminado el gen CMAH de uno de los antepasados humanos, y los Homo sapiens heredaron la deficiencia. El problema es que el CMAH, presente en otros animales, servía justamente para regular una serie de aspectos bioquímicos. Incluida la acumulación de grasa.

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Comprobaciones e hipótesis. Para llegar a esa conclusión, los investigadores realizaron pruebas en ratones. El ADN de los roedores fue modificado en el laboratorio, con el objetivo de interrumpir la producción de una molécula, la Neu5Gc, proceso comandado por el gente ausente en los seres humanos. Con esa acción, el depósito de grasa en los vasos sanguíneos de los animales aumentó. La eliminación total del gen hizo que la severidad de la ateroesclerosis en los ratones prácticamente se duplicase.

Las desventajas de la falta del gen parecen evidentes. Sin embargo, y desde el punto de vista de la evolución, ¿hubo alguna ventaja en la mutación que afectó a los ancestros humanos hace tres millones de años?

“Una posibilidad es que la pérdida de ese gen haya sido capaz de protegernos de un tipo de malaria que infectaba a los chimpancés y usaba a la molécula Neu5Gc como puerta de entrada al organismo”, explica el médico Chirag Dhar, de la Universidad de California, uno de los autores del estudio.

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Además de eso, hay teorías que defienden la idea de que la mayor acumulación de grasa en el abdomen, a pesar de no ser estéticamente apreciado, fue ventajoso en otras situaciones: ayudó a los seres humanos a protegerse del frío y a acumular energía para ocasiones en las que había falta de comida. Actualmente, en condiciones menos inhóspitas, se convirtió en un talón de Aquiles.

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