Maduro y Trump (CEDOC)

Narcotráfico, poder y política: el nexo que preocupa

Es posible que Trump haya influido sobre Milei para que aparte a Espert. Se lo imponía su guerra global contra el narcotráfico.

Lanchas que avanzan a gran velocidad hasta que estallan sobre el mar. Repetidas imágenes difundidas al mundo por el propio Donald Trump, muestran un delito cometido por el mismísimo presidente de Estados Unidos. Que el régimen venezolano sea una dictadura esperpéntica encabezada por personajes impresentables no quiere decir que sea lícito bombardear lanchas con apariencia de transportar drogas, en lugar de perseguirlas, interceptarlas, requisarlas para comprobar que transportan cocaína y, en ese caso, confiscar la embarcación con la carga y apresar a la tripulación.

Las arcas clandestinas de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello seguramente tienen dinero narco junto al que proviene de la explotación ilegal de la minería en la Cuenca del Orinoco. Además del Cartel de los Soles, haber estado asociado con las FARC de Tirofijo y ahora estarlo con la disidencia de las FARC y con el ELN, es una muestra de que la dictadura chavista es un régimen narco. Lograr que implosione a partir del cerco naval sería lo mejor. También si una acción militar quirúrgica lograra derribarlo. Pero que el resultado sea positivo no legaliza acciones que no lo son.

Trump busca derribar a Maduro porque encabeza un narco-régimen apoyado por China y él está disputando con Xi Jinping la influencia política y económica sobre el tablero latinoamericano. De todos modos, si no tuviera respaldo chino también actuaría contra un régimen narco porque esa lucha es una de las pocas políticas de Estado que Trump mantiene en pie.

Por eso es difícil que el caso del candidato de la LLA, José Luis Espert, no haya impactado en la Casa Blanca. La lupa del FBI, la DEA y la CIA está puesta sobre todos los negocios con que el narcotráfico lava dinero y financia políticos para controlar puntos estratégicos en gobiernos y Estados. 

Luchar contra la financiación que esas mafias hacen de políticos cooptados para infiltrar los poderes del Estado es una prioridad en Estados Unidos. Más aún con un gobierno que le declaró una guerra en términos militares, cuyo único antecedente fue la invasión a Panamá ordenada para acabar con el régimen del general Noriega.

El despliegue militar en el Caribe impone varias preguntas en Argentina. ¿Por qué Javier Milei resistió las fuertes presiones de su gobierno y la dirigencia oficialista para que saque a José Luis Espert de la boleta, pero finalmente dio el brazo a torcer? ¿Por qué Espert, que a las presiones internas respondió desafiante “no me bajo nada”, terminó dando un paso al costado?
Una posibilidad cierta es que no hayan sido las presiones internas que ambos habían rechazado sino una presión externa, llegada desde Washington. Sería muy extraño que el caso Espert no haya incomodado sobremanera a la Casa Blanca.

Teóricamente, el escándalo debió impactar en el fuerte vínculo entre Milei y Trump, justo en momentos en que el Presidente argentino necesita más que nunca el apoyo del jefe de la Casa Blanca. El magnate neoyorquino tiene como prioridad geopolítica disputarle a China cada casillero del tablero internacional. Pero tras haber declarado oficialmente la “guerra al narcotráfico”, no puede dejar de alarmarse por el apoyo de Milei a un aliado político posiblemente financiado con dinero narco.

Por eso es posible que haya crecido la presión interna sobre Trump para que exija a Milei deshacerse de quien proyecta sombras sobre su gobierno. Estados Unidos libra una lucha contra el narcotráfico en muchos frentes institucionales y geográficos. El FBI pone la lupa en todos los casos de lavado de dinero a través de la política y de todo financiamiento narco a políticos dispuestos a devolver favores desde cargos gubernamentales y bancas legislativas. Su director, Kash Patel, repite en las entrevistas la prioridad que tiene de desbaratar todas las formas de lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas y la financiación narco de la política en todos los países.

Difícilmente a Patel se le hayan pasado por alto las revelaciones que sacudieron el escenario político argentino. Es difícil que los estrategas de la DEA y el FBI no hayan visto la reproducción de la entrevista en la que, años atrás, Milei cuenta que Espert le ofreció 300 mil dólares contantes y sonantes sobre una mesa, para que deje su candidatura, de modo que no divida los votos del andarivel liberal-conservador.

Quizá Milei no se dio cuenta en ese momento de que la escena que describía era típica del modus operandi de los narcos para lograr espacios políticos que faciliten sus operaciones delictivas. Eso le habrán planteado al presidente norteamericano las agencias de inteligencia. Seguramente, también le habrán explicado que la actitud de Milei, sosteniendo una candidatura tan polémica, proyecta una sombra oscura sobre el Presidente argentino.

Una de las probables hipótesis que manejarían es que hubo otra suculenta oferta de dinero negro a Javier Milei, quizá para financiar la campaña que lo llevó a la presidencia, a cambio de dar al aportante un espacio estratégico en el oficialismo.

Los voceros del Gobierno habrán hecho llegar a la embajada norteamericana la explicación que también ponen en boca de funcionarios y de periodistas amigos: la reacción inmediata de Milei, resistiendo las presiones dentro del propio gabinete, se debe a “la lealtad” hacia sus aliados. O sea que Milei sostuvo a Espert porque en su naturaleza humana está la lealtad. Pero seguramente, esa explicación suena ridícula en Arlington, en Langley y en el edificio Edgard Hoover, donde funcionan los comandos estratégicos de la DEA, la CIA y el FBI.

A fin de cuentas, a nadie le pasó desapercibido la frialdad con la que, sin motivos visibles y de manera humillante, Milei echó a su amigo Nicolás Posse de la jefatura de Gabinete y a dos leales miembros fundacionales del partido mileísta: Ramiro Marra y Diana Mondino. Por eso es lógico suponer que si Milei no había cedido ante las presiones internas, finalmente haya sido una presión posterior, llegada desde Washington, lo que torció su empecinada decisión.

¿Cómo explicaría sino el líder que despliega una flota militar en el Caribe y hunde lanchas porque le declaró la guerra al narcotráfico, sus salvatajes económicos a un Presidente que expulsa a quienes no cometen delitos y sostiene a sospechados de vínculos narcos?
 

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