Implantes mamarios (CEDOC)

El peso emocional de la cirugía mamaria

Una operación que trasciende lo estético para convertirse en un viaje transformador que impacta profundamente la vida de las pacientes.

Cuando pensamos en cirugía mamaria, es común que nuestra mente se enfoque en los aspectos técnicos y estéticos. Sin embargo, tras más de dos décadas dedicado a esta especialidad, puedo decir que el verdadero viaje es mucho más profundo que lo físico. La cirugía mamaria conlleva un peso emocional inmenso para las pacientes, y en ese camino, cada palabra y cada gesto de acompañamiento son tan importantes como la habilidad quirúrgica misma. Nuestro rol como cirujanos plásticos trasciende la sala de operaciones. Somos guías en un proceso de transformación que impacta profundamente la vida de las mujeres.

Símbolo de identidad y el respaldo de las cifras

La mama es, por excelencia, un símbolo fundamental de la identidad femenina. Su alteración o pérdida puede ser devastadora, generando una profunda disminución de la autoestima y afectando el bienestar emocional. 

Esta realidad cobra un peso especial cuando la analizamos a la luz de los datos. Según el informa más reciente de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), en 2024 se realizaron casi 38 millones de procedimientos estéticos a nivel global, y el aumento mamario se mantiene como uno de los más demandados, con 1.658.615 intervenciones a nivel mundial. En Argentina, este procedimiento lidera las cirugías estéticas con 28.819 operaciones, representando el 13,7% del total de cirugías. Estos números no solo hablan de una tendencia, sino de miles de historias individuales.

Esto se vuelve aún más evidente en el contexto del cáncer de mama, donde las estadísticas nos recuerdan que una de cada ocho mujeres padecerá esta enfermedad. Un diagnóstico de cáncer es, en sí mismo, abrumador. Si a esto se suma el impacto en la apariencia física, el peso emocional se vuelve incalculable.

Las pacientes que atraviesan una mastectomía, por ejemplo, experimentan una verdadera montaña rusa de emociones. Se sienten “amputadas” y, posteriormente, pasan por fases de reconstrucción que representan hitos emocionales significativos. 

Es fundamental entender la carga emocional que implica este proceso, por lo que el apoyo de un equipo multidisciplinario, con acompañamiento psicológico, es clave. Aunque algunas mujeres prioricen la supervivencia y dejen de lado lo estético, para otras, la apariencia también es vital y toda paciente tiene derecho a sentirse bien con su propio cuerpo.

El poder de la palabra profesional

Dada la sensibilidad de estos temas, debemos usar las palabras justas. A lo largo de mi carrera, fui testigo del profundo dolor que causan unas palabras mal elegidas o la falta de información. Por eso, en cada consulta, es imperativo “inyectar” humanidad.

La precisión en la comunicación no es un punto para tomar a la ligera. Al hablar de temas tan delicados como la reconstrucción mamaria o las cirugías de disminución de riesgo (erróneamente llamadas de forma popular “mastectomías preventivas”), la información precisa es la herramienta más valiosa para empoderar a la paciente.

Esta responsabilidad ética también nos obliga a decir “no” cuando es necesario, como en casos de trastorno dismórfico corporal. La decisión de rechazar un procedimiento es una palabra que cuenta tanto como el “sí”, pues protege la salud y el bienestar del paciente por encima de cualquier otro interés. Nuestro enfoque es científico y de salud, priorizando siempre la integridad de la persona.

La estética como bienestar integral

Esta sensibilidad hacia el peso emocional se extiende a otras áreas de la cirugía plástica, incluso aquellas consideradas “tabú”. Un claro ejemplo es la estética genital femenina, un tema del que se habla poco y que puede ayudar a muchas mujeres que sufren en silencio. Procedimientos como la labioplastia, que resuelven problemas de incomodidad física o pudor, mejoran significativamente la seguridad y la sexualidad de las mujeres. Las cifras de ISAPS refuerzan esta realidad: se realizaron 210.633 labioplastias a nivel mundial en 2024, validando los sentimientos de estas pacientes y ofreciendo soluciones reales.

En definitiva, la cirugía mamaria, y la plástica en general, es mucho más que un procedimiento técnico; es un viaje transformador. Como cirujanos, somos educadores, guías y, sobre todo, acompañantes emocionales. 

Cada palabra que elegimos, cada explicación y cada muestra de empatía son el verdadero cemento que construye no solo un cuerpo, sino también la autoestima y el bienestar integral de la persona. En un mundo donde se realizan millones de procedimientos estéticos anualmente, nunca debemos perder de vista que detrás de cada cirugía hay una historia humana, una esperanza de recuperación y una búsqueda de bienestar que merece nuestro máximo respeto y cuidado profesional.

 

Juan Manuel Seren (MN 107.174) es pionero en la implementación de protocolos de rápida recuperación mamaria y creador del innovador protocolo ERABAS.

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