Javier Milei (CEDOC)
Por qué Javier Milei volvió a ganar: la estrategia que reactivó su épica
Milei recuperó su base joven, humanizó el mensaje y volvió al contacto directo con la gente. Así construyó su segundo triunfo.
Tras un año de gestión, Javier Milei volvió a imponerse en las urnas. Detrás del resultado no hubo azar ni sorpresa: hubo un cambio en su comunicación electoral. El Presidente logró reactivar la épica, recuperar la calle y volver a hablarle a su base más fiel, con una narrativa que combinó emoción, control y cálculo político. No fue un voto emocional, fue estratégico. Milei reconstruyó su relato del cambio con un mensaje simple, emocional y coherente. Pero, sobre todo, con una estrategia que entendió que el liderazgo no se sostiene solo desde el poder, sino también desde la narrativa.
Durante la campaña, el Presidente recuperó la épica. El contraste con el “pasado” y la idea de un “cambio profundo” se reactivaron con fuerza, devolviendo a la política un tono de gesta que había desaparecido. No se trató solo de administrar: se trató de volver a encender la ilusión de transformar.
También volvió al territorio. Dejó el escritorio y salió a la calle. Recorrió provincias, abrazó a la gente, se sacó selfies, habló sin intermediarios. La cercanía reemplazó la distancia: la calle volvió a ser su escenario, y el contacto físico, su mejor mensaje.
Otro eje fue reconectar con la base original. Aquella juventud que lo convirtió en fenómeno en 2023 volvió a sentirse parte. Con nuevos símbolos, lenguaje propio y estética digital, el mileísmo reactivó su identidad en plataformas donde había perdido protagonismo.
En paralelo, humanizó el discurso. Por primera vez, el mensaje presidencial comenzó a reconocer el sacrificio de la gente. “No aflojemos” se transformó en un gesto de empatía: menos confrontación, más validación del esfuerzo ciudadano como valor político.
Pero la diferencia más profunda fue conceptual: Milei planteó que ganar no era el final, sino el inicio. El foco no estuvo en el triunfo electoral sino en lo que simboliza: continuar las reformas, consolidar el rumbo y proyectar el futuro. “Todavía falta mucho” se convirtió en el nuevo mantra de la épica liberal.
En esa lógica, la comunicación digital volvió a ocupar un rol central. Hubo segmentación, constancia y amplificación orgánica desde comunidades afines. El mensaje viajó más por replicadores que por pauta, consolidando un ecosistema de apoyo en red que sigue funcionando con eficacia militante.
En definitiva, la victoria no se explica por un repunte coyuntural, sino por una estrategia que combinó territorio, emoción y coherencia discursiva. Porque ganar una elección no siempre es comunicar más, sino comunicar mejor. Y eso, en política, se llama estrategia.
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