Cristian Ritondo y Diego Santilli (Cedoc)
El largo camino de Diego Santilli del peronismo a La Libertad Avanza
La historia desconocida de cómo “El Colorado” y su compañero Ritondo pasaron del PJ porteño al macrismo, y ahora al mileísmo.
Por estos días se volvió viral en las redes una foto vintage de Diego Santilli con Sergio Massa en los años 90, posando juntos en una unidad básica del PJ cuando los dos formaban parte del amplísimo espacio fundado por el General. Como decía el chiste que repetía el mismo Perón cuando la prensa del extranjero le preguntaba por la política argentina: “En nuestro país tenemos socialdemócratas, liberales, socialistas, troskistas, radicales, demócratas cristianos...”. “¿Y los peronistas?”, le terminaban preguntando, a lo que él respondía, divertido: “Ah, no, peronistas somos todos”. El peronismo no tiene ideología fija, sino que es el partido del poder y puede incluir desde un Menem a un Kirchner y desde un López Rega a un Firmenich: peronistas son todos. También Santilli, que lo sigue siendo a pesar de hoy encabezar una boleta de La Libertad Avanza.
Pero, ¿cómo llegó “El Colorado” a ese lugar, aparte del detalle de la carambola de José Luis Espert que lo catapultó al primer puesto de la lista? Lo que se sabe es que viene del PRO de Mauricio Macri, pero lo que pocos recuerdan es su militancia previa en el peronismo porteño. La historia de su pase la cuento en algunos párrafos de mi libro “Fernández & Fernández”, publicado en 2019, que cito a continuación.
Miguel Ángel Toma, por entonces flamante titular del PJ de la ciudad, además de jefe de la SIDE duhaldista, estaba en negociaciones para armar una lista de unidad con Mauricio Macri, que en su debut político de aquel 2003 se lanzaba a jefe del Gobierno porteño con su espacio Compromiso para el Cambio. El arreglo al que Toma y Macri habían llegado era que dos promesas sub 35 del peronismo integrarían la boleta de postulantes amarillos. Se trataba de Santilli y Christian Ritondo. El PJ se había quedado sin candidato en territorio porteño porque Daniel Scioli –el ganador de la interna– terminaría acompañando a Néstor Kirchner en la fórmula presidencial, así que Toma propuso apoyar a Macri a cambio de esos dos lugares.
–Me parece buena idea, avancemos –aprobó Macri.
–Hay que apurarnos –le avisó Toma– porque vencen los plazos de presentación de alianzas.
A partir de entonces, Macri comenzó a hacerse el distraído. Posponía las reuniones, no contestaba las llamadas, se hacía negar por teléfono...
–Vos acordaste esto –lo apuró Toma cuando por fin pudo ubicarlo–, y se vencen los plazos...
–Bueno, quedate tranquilo –dijo el candidato.
–Mirá que hay elementos jurídicos para prorrogar la presentación de alianzas –le avisó el otro.
Lo que Macri quería, ni más ni menos, era contar con el apoyo formal del PJ porteño pero sin tener que ceder los dos lugares en la lista. Lo quería gratis, un concepto que no existe en la política.
Faltando 48 horas para la presentación de candidaturas, y sin novedades, Toma volvió a llamarlo. Lo atendió el secretario.
–Mirá, se acabó el plazo, que Mauricio me llame ya –le dejó dicho Toma.
Pero Macri nunca respondió.
Horas después, cuando su apoderado fue al juzgado para presentar una lista que desconocía lo acordado y no incluía a Santilli ni Ritondo, se encontró con la presentación de Toma, quien había logrado prorrogar el asunto por dos meses. Ese es el plazo estipulado para estos casos en que dos aliados no terminan de ponerse de acuerdo.
–No me aceptaron la lista –le avisó el apoderado a Macri, que explotó del otro lado de la línea.
Se había quedado momentáneamente fuera de juego. A la semana siguiente, Toma recibió el llamado de uno de los operadores más influyentes de la política argentina, el radical Enrique “Coti” Nosiglia, un viejo
amigo del padre de Mauricio, Franco Macri.
–Escuchame, Mauricio está a las puteadas con vos –le dijo Nosiglia.
Toma pasó a explicarle:
–Él aceptó un acuerdo para poner a dos de los nuestros en la lista. Y después se empezó a hacer el oso... ¿Qué hubieras hecho vos, “Coti”?
Nosiglia, un viejo zorro, respondió:
–Lo mismo que vos, obvio. A mí no me van a cagar.
Quedaron en organizar un encuentro entre ambas partes en el departamento de Nosiglia, que haría de mediador. Toma fue con Ritondo. Y Macri llegó acompañado por su jefe de campaña, Schiavi.
–Bueno, me pateaste para adelante –le recriminó Macri a Toma.
–Yo no te cagué –respondió el otro–, tengo cara de boludo pero no lo soy. Vos no cumpliste y te terminaste disparando en el pie.
Macri lo tanteó:
–¿Pero vos estarías dispuesto a mantener nuestra alianza?
–Sí –dijo el otro–, porque yo tengo palabra.
El candidato intuyó que el apoyo ahora le saldría más caro que antes:
–Ahora me vas a pedir cualquier cosa, ¿no?
El peronista le contestó:
–No, lo mismo que habíamos hablado.
Nosiglia, el mediador, lo miró sorprendido, como diciéndole “aprovechá”.
Toma repitió:
–Te pido lo mismo, porque yo tengo palabra.
Y así fue como los “peronchos” del PRO, Santilli y Ritondo, llegaron al espacio amarillo. Ahora, en 2025, ya se pintaron de violeta.
Pero en el fondo siguen reivindicando al General.
También te puede interesar
-
Stornelli, el fiscal de la grieta: anticipo de la tapa de NOTICIAS
-
El imprevisible amigo norteamericano de Milei
-
Insólito: Juan Manuel Abal Medina “peló lomo” en el zoom de la Causa Cuadernos
-
Lilia Lemoine le advierte a la oposición en el Congreso: "Ahora van a ver lo que es el bullying"
-
Guerra de periodistas: Rial lo atacó a Joni Viale por la pauta del "Chiqui" Tapia
-
Periodistas en la grieta: todos contra todos
-
Los polémicos posteos sobre Cristina Kirchner del nuevo mandamás de la SIDE
-
Milei y el conflicto en Medio Oriente: palabras que nadie frenó
-
Victoria Villarruel busca rearmar su ejército digital con los "enojados con Milei"
-
De cómo Santiago Caputo intenta disimular sus derrotas ante Karina Milei