Guillermo Francos (CEDOC)

Guillermo Francos, afuera: por qué Milei sacrificó a la única paloma del Gobierno

La cocina de cómo el Presidente decidió desplazar al jefe de Gabinete porque cree que ya no necesita consensuar ni negociar con nadie. La bronca de Macri al salir de Olivos.

Guillermo Franco era una rara avis dentro de la administración libertaria. Una paloma en medio de los halcones y los leones. Un negociador y, llegado el caso, un pacificador. Cada vez que Javier Milei se iba a las manos con alguien y debía retroceder por cuestiones de fuerza mayor -por ejemplo, con los gobernadores-, ahí aparecía Francos en escena. Quizás era el único en la Casa Rosada con la capacidad para generar consensos y para poner paños fríos donde todo eran locuras e insultos del Presidente. Porque eso representaba el renunciado jefe de Gabinete: la voz de la razón dentro de un gobierno de autitos chocadores. Y por eso sorprende su salida, o, en realidad, no tanto: es consecuencia del inesperado resultado electoral que empoderó a Milei y le dio ahora un cheque en blanco para hacer lo que que se le antoje sin necesidad de acordar nada con nadie.

Antes de las elecciones, cuando el Presidente esperaba una nueva derrota tras el mazazo bonaerense y Donald Trump tuvo que rescatarlo con un salvataje económico para que llegase con aire al 26 de octubre, el panorama era otro. Es que la expectativa generalizada apuntaba a un escenario de debilidad post electoral del Gobierno en el que tuviera que negociar cada medida con aliados como los gobernadores no peronistas o el PRO de Mauricio Macri, que se vislumbraban, los unos y el otro, como sostenes de la gobernabilidad. Eso era, también, lo que le reclamaba Estados Unidos a cambio del rescate, que busque consensos. Pero la victoria por amplio margen y el batacazo en la Provincia cambiaron todo: de pronto, Milei ya no necesitaba negociar. Ya no necesitaba a los gobernadores ni tampoco a Macri. Y ya tampoco necesitaba, claro, a Francos.

Aún hay, es cierto, una escenificación de diálogo que el Gobierno lleva adelante en su estrategia comunicacional. Pero no es más que eso, una pantomima. La puesta en escena queda en evidencia, por ejemplo, cuando los gobernadores acuden a un encuentro en la Casa Rosada y lo único que se llevan es el pedido para que en la ley de Presupuesto del año que viene se licúen todas las mejoras sociales que el Congreso le impuso a Milei durante 2025. Y también cuando Macri es recibido con milanesas en Olivos pero sale quejándose, en voz baja, de que Milei no le ofreció lugares en el gabinete ni le pidió colaboración en nada. Según le contó Mauricio a sus periodistas amigos, el libertario le dijo que “hizo todo bien” y por eso los votantes “lo premiaron”. ¿Cómo sentarse a negociar con alguien que piensa así?

Un dato para nada lateral: ¿saben quién, hace algunas semanas, volvió a arrimar a Macri al Gobierno? Sí, fue Francos, quien se le acercó en un encuentro en la embajada de Estados Unidos, le endulzó el oído y pidió que le diese una nueva oportunidad a Milei, con quien el ingeniero estaba desencantado por sus destratos. Macri primero dudó, pero luego accedió.

Ya se sabe cómo terminó esa historia. Para él y también para Francos.

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