Javier Milei (CEDOC)
La impunidad con la que Milei se maneja después del triunfo
El Presidente avanza con más reformas y motosierra, nos refriega a su hermana y sigue en modo rockstar. El peligro de darle un cheque en blanco.
El inesperado triunfo en las elecciones del domingo, y en especial el batacazo en la Provincia, le dio nuevo aire al Presidente. No solo aire, sino también algo muy parecido a la impunidad. Los votos empoderan y el Milei que se vio en el búnker de los festejos libertarios es la muestra de eso. Antes de que hablara él, por ejemplo, hizo subir al escenario a su hermana Karina -se la refregó en la cara a todos sus críticos, podría decirse- y permitió que ella firmara la victoria a pesar de que venía de protagonizar un escándalo mayúsculo con las coimas del 3 por ciento de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Y después de reivindicar a la secretaria general, apareció él cantando un rock y mofándose así de los muchos detractores que se habían escandalizado con su show musical en el Movistar Arena a solo días de las elecciones. Hasta los periodistas más cercanos al primer mandatario ponían caras de desaprobación en medio de aquel recital y lo calificaban de inoportuno, pero ahora, en el búnker triunfal, Milei seguía cantando y tapándoles la boca a todos. Las urnas, sentía, le habían dado un cheque en blanco.
La omnipotencia que da la victoria no solo permitió esos pequeños gestos, sino que se evidencia además en lo que será la agenda inmediata del Gobierno: avanzar con las reformas laboral, previsional y tributaria, y autorizar nuevos tarifazos en el sector energético. Más votos se traducen, así, en más motosierra. El ajuste sin fin que lleva casi dos años fue avalado en el cuarto oscuro.
El resultado electoral hasta logró una flamante pax cambiaria que ni el salvataje del Tesoro de los Estados Unidos había conseguido: de pronto, los mercados dejaron de presionar sobre el dólar y el valor del billete verde bajó cuando todos sostenían que debía subir. Aunque queda por ver si ese milagro es duradero.
Hasta los cambios prometidos en la composición del Gabinete deberán esperar hasta más adelante porque el Presidente entiende que ya nadie lo apura. Diciembre es el mes en que cubriría las vacantes dejadas por Patricia Bullrich y Luis Petri, que asumirán sus bancas en el Congreso, y la de Manuel Adorni, quien desembarcará en la Legislatura porteña. Hasta alguien a quien daban como renunciado, como Mariano Cúneo Libarona, ahora se aferra a su cargo. Antes del domingo, un periodista le preguntó si realmente se iría y el ministro de Justicia respondió enigmático, en off the record: “Veamos qué pasa con las elecciones”. ¿Hay Cúneo para rato?
Una novedad post electoral es que el Presidente parece haber suavizado sus formas para comunicarse con el resto de la política y la sociedad. Se nota el esfuerzo en dejar de insultar a todos, aunque lo cierto es que una cosa son las palabras y otra, los gestos. Porque el Milei que momentáneamente dejó de lado las descalificaciones es el mismo que en paralelo insiste con refregarnos a su hermana, seguir cantando como un rockstar o anunciar nuevas reformas y más motosierra. No se trata de un líder con el cual se pueda razonar, sino de alguien que cree que debe ir por todo. Y eso intentará.
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