Friday 29 de March, 2024

CIENCIA | 26-10-2012 11:46

Qué tienen en la cabeza

Los perros sueñan y hasta son capaces de reír. Nuevo mapa de la inteligencia y de los sentimientos caninos.

Qué es lo que la ciencia dice acerca de los ladridos, pensamientos y sueños de un perro hogareño? ¿Tienen emociones? ¿Se sienten culpables o celosos?¿Pueden ser astutos, soñar en colores y disfrutar de un programa de televisión? Los científicos son contundentes. Los perros tienen las mismas estructuras cerebrales que producen emociones en los seres humanos. Están movidos por idénticas hormonas y se ven influidos por iguales cambios químicos en respuesta a cambios  emocionales. Por su cuerpo circula, por ejemplo, la hormona oxitocina, que se relaciona con el amor y el afecto.

Pero esto no implica que un perro sienta lo mismo que una persona: la mente de un can adulto equivale –según la raza de que se trate- a la mente de un niñito de entre 2 y 2,5 años. Así que tiene emociones, pero no  las que las personas adultas conocemos.

Grupos de psicólogos comprobaron que los perros promedio pueden contar, razonar y reconocer palabras y gestos tal y como lo hace un chiquito de 24 meses. “Puede que no sean Einsteins, pero están más cerca de los humanos de lo que pensábamos”, asegura Stanley Coren, uno de los más respetados investigadores en comportamiento canino, de la Universidad British Columbia, Estados Unidos.

Según Coren, un perro promedio puede entender 165 palabras, incluyendo signos, señales y gestos, y es capaz de contar hasta 5. Las razas más inteligentes, a las que se las denomina “superrazas”, cuya mente se ubica a la par de la de un nene de 2,5 años, reconocen hasta 250 palabras.

En el libro “La inteligencia de los perros”, Coren rankeó a 110 razas perrunas: los border collies, los caniche, los retriever, los pastores alemanes y los doberman están entre los ejemplares más inteligentes. Lo contrario sucede con los borzoi rusos, los chow chow, los bulldog, los basenji y los afghanos, los menos “intelectuales” de todos.

Culpable. Como los perros maduran mucho más rápido que los humanos, tienen ya completo su rango emocional entre los 4 y los 6 meses de edad. Sienten, como un infante, alegría, miedo, angustia, disgusto, excitación, dolor y amor. Pero no poseen, y no desarrollan, emociones más complejas como culpa, orgullo o vergüenza.

Por eso, dicen los especialistas, esa expresión y actitud canina que los humanos interpretamos como “culpa” cuando el bicho hizo algo que nosotros le prohibimos (pis en el living, dormir en la cama o robar huesos del tacho de basura) no es más que una emoción tan básica como el miedo. Y tan primitiva como el temor a recibir un castigo.

Desde la mirada humana, el perro cayó en tentación, desobedeció y ejecutó lo prohibido; desde la percepción canina, se ve asaltado por el recuerdo conductista de que alguna vez fue penado por lo que hizo.

Y es que las personas humanizan a sus perros casi sin límites: el 74% de los dueños creen que los animales se sienten culpables, y casi el 60% admite que ese comportamiento “culposo”  logra que se los rete con menos severidad. Pero no hay la menor evidencia empírica que apoye esto.

El argumento de los científicos es que este tipo de emociones, denominadas secundarias, requieren un nivel de autoconciencia que no existe entre los animales. Con lo cual, los comportamientos culposos pueden simplemente ser el resultado de una relación aprendida entre un estímulo (lo “malo” que haya hecho el perro) y el castigo (consecuencia) que le sigue.

Un grupo de investigadores expertos en comportamiento canino de Hungría hicieron experimentos para comprobar si la culpa es un sentimiento canino. Lo que hallaron es que los perros no siempre actúan culposamente, aún cuando hayan desobedecido a su dueño, y que solo lo hacen bajo ciertas circunstancias. Cuando son saludados inocentemente no hay expresión culposa; solo cuando son retados.

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