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CIENCIA | 13-12-2016 17:36

Genética polémica: de hallazgos forenses a bebés de diseño

Un nuevo test permite identificar cadáveres pero también facilita el diseño de embriones.

Treinta minutos, apenas treinta minutos. Ese fue el tiempo que demandó la exposición del genetista holandés Manfred Kayser en el último congreso de la Sociedad Americana de Genética Humana realizada en Vancouver, Canadá. La presentación, ultra veloz para los patrones que suelen seguirse en los encuentros de científicos y médicos, fue suficiente para producir un alborozo que permanecerá por mucho tiempo. Kayser dio a conocer un nuevo test o prueba de análisis genético que permite determinar, con gran precisión y velocidad, el color de los ojos y de los cabellos a partir de la recolección de fragmentos de ADN de cadáveres humanos.

El test representa una pequeña gran revolución forense en lo que a identificación de cuerpos carbonizados se refiere, por ejemplo. Hasta el día de hoy era preciso tener la identidad de los genes de una persona previamente almacenados en un banco de datos, para luego estar en condiciones de compararlos con una muestra recogida en la escena de un crimen o en un cuerpo sin vida.

Pero si a partir de ahora los especialistas son capaces de identificar características genéticas en cadáveres, también tendrán la posibilidad de identificarlas en un embrión, y de cambiarlas.

Y así fue como, con esta novedad presentada en Canadá, se abrió una larga serie de preguntas y debates de tipo éticos. A partir de ahora solo hará falta que alguien intente cambiar la genética de un embrión para que lo logre, dicen algunos científicos, por lo bajo y con resquemor. Y entonces el anuncio de Kayser se transforma en una herramienta “extraordinaria” (así fue calificada por quienes atendieron a la presentación) de investigación para cuando la vida ya terminó, pero abre las puertas a usos no determinados aún para cuando esa vida apenas está comenzando.

El debate. La posibilidad de manipulación de las células humanas presenta uno de los temas de debate más delicados y controvertidos de todos los tiempos. ¿Hasta qué punto hay derecho a tratar de cambiar las características de un feto en formación, en especial si es saludable? El procedimiento es un camino directo hacia experimentos peligrosos, como los que contribuyeron a la desdichada eugenesia.

Concepto creado por el antropólogo inglés Francis Galton, la eugenesia es la pretendida mejora en determinada especie por medio de la selección artificial. La idea alcanzó su punto más representativo en la Alemania nazi, con la instauración de los tribunales biológicos, la esterilización compulsiva, la eliminación de los “socialmente inadecuados”, todo ello sumado a experimentos genéticos en busca de lo que se denominaba “la raza pura”, que no era otra que la aria.

Actualmente, la mayoría de los países permite la selección de embriones exclusivamente para eliminar enfermedades específicas, como la hemofilia, el síndrome de Down y las distrofias musculares. Los embriones portadores de alteraciones genéticas pueden ser legalmente utilizados en investigaciones o descartados después de cinco años, con la autorización de los padres. Los sanos, son implantados en el útero materno. Los Estados Unidos son unos de los raros países cuya legislación no reprime la elección de características físicas a partir del análisis embrionario.

Aún así, pocos son los lugares donde existe la tecnología necesaria para hacer esto, y cuando la misma está presente, muchas veces es desarrollada por las mismas clínicas médicas, de formas muchas veces imprecisa.

El Fertility Institute de Los Ángeles (Estados Unidos), por ejemplo, es uno de los pocos centros de reproducción asistida en el mundo que disponen de una técnica para analizar el color de ojos, aunque todavía tiene un uso restringido: en seis casos por año, el laboratorio altera el color de los ojos del futuro bebé.

“La cantidad de pruebas no es mayor porque nuestros recursos son todavía limitados”, explica el endocrinólogo reproductivo Jeffrey Steinberg, fundador del instituto. “La mayoría de las parejas quiere, en realidad, que sus hijos tengan características diferentes a las suyas”, agrega.

Para alcanzar el resultado deseado, el equipo de endocrinólogos hace un rastreo genético completo de los padres y de los hermanos. Lleva semanas obtener una respuesta y, a partir de ella, llevar a cabo la selección que se adecue a los deseos paternos.

Obsesión. La prueba desarrollada en Holanda por Manfred Kayser, que se propone descifrar enigmas restringidos a la policía científica, y que podría llegar a ser aplicada al inicio de las gestaciones, ganó aceptación casi inmediata porque exige una cantidad mínima de sangre que contenga 60 picogramos de ADN, lo que equivale a ocho células. El detalle es fundamental cuando lo que se está manipulando es un embrión. El diagnóstico en el mismo es realizado, preferentemente, en el quinto día después de que el embrión se ha formado, cuando está constituido por 120 células. Esa cantidad de material genético es suficiente para que el embrión no sea invisibilizado con la extracción de las ocho células necesarias para la realización del test. El resultado surge a partir del tercer día. Por medio de esas ocho células, la nueva prueba capta informaciones simultáneas del color de los ojos y de los cabellos con una precisión que alcanza al 93%.

De hecho, Kayser se dedica desde hace muchos años al objetivo de reconstruir las características físicas de una persona muerta a partir de restos de su ADN.

“Uno de mis principales intereses al investigar el ADN de alguien es poder predecir sus características físicas, su apariencia. Para lograrlo combino investigación fundamental en genética de la apariencia humana con investigación aplicada como fenotipos de ADN forense, que se emplea como una herramienta en las investigaciones policiales”, explicaba en una entrevista dada a la revista Scientific American hace un par de años.

Kayne, por ejemplo, logró reconstruir cuál sería la estatura posible de una persona a partir de ADN: “Logramos predecir alturas extremas, que se dan en el 3% de los casos, con una precisión del 75%”, explica el biólogo.

¿En qué se va a concentrar el holandés ahora? “El color de la piel es lo siguiente. Ya estamos en condiciones de detectarla con cierto grado de precisión, mayormente a partir del trabajo con marcadores ancestrales, pero lógicamente hay variaciones que todavía no podemos captar”, admite. La forma de la cara, que vendría a ser algo como así como el Santo Grial para el investigador y su equipo, está todavía muy lejos hacia el futuro, dado que solamente se han podido hallar los primeros cinco genes relacionados con esa característica, y esos genes tiene una muy escasa influencia. Los especialistas creen que hay en realidad cientos de genes que influyen sobre la forma de cada rostro humano sobre la Tierra.

Legislaciones y futuro. En la mayoría de los países que tienen legislación al respeto, lo que se indica es que las técnicas de reproducción asistida pueden ser aplicadas solamente en la selección de embriones que tengan un diagnóstico de alteraciones genéticas causantes de trastornos en la salud. Y la mayor parte de los especialistas y de los expertos en ética abogan por  que la estética no sea la determinante de la manipulación de embriones.

Resta ver qué sucede con un avance que se dio en la medicina forense, para ayudar en la identificación de quienes ya no viven, en el otro extremo del ciclo vital: para determinar cómo se verán quienes recién se están formando para asomarse a la vida.

por Andrea Gentil, Giulia Vidale

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