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CIENCIA | 16-09-2020 14:58

Coronavirus: usar barbijos o tapabocas aumenta la posibilidad de ser asintomático

Deben cubrir la nariz, la boca y el mentón para ser efectivos. Las investigaciones muestran que disminuyen la dosis del virus que puede recibir una persona. Inclusive al aire libre.

Durante la gripe pandémica de 1918, que causó la muerte de entre 50 millones y 100 millones de personas en todo el mundo, no hubo vacunas ni medicamentos. De manera que las medidas para combatir la expansión de los contagios fueron estrictamente no farmacológicas: cerrar escuelas y comercios, prohibir las reuniones públicas, aislar y poner en cuarentena a los infectados. Y hubo otra acción, plasmada en centenares de fotografías: ciudades en las que se le recomendó y hasta exigió a los ciudadanos que usaran máscaras o barbijos en público. 

El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, por ejemplo, distribuyó por aquél entonces folletos recomendando que todas las personas llevaran barbijos. Y la Cruz Roja sacó anuncios en diarios alentando el uso de las máscaras y enseñando inclusive cómo fabricarlas en las casas, con gasa e hilo de algodón. En algunos lugares se impusieron multas a quienes no llevaran la nariz, la boca y el mentón cubiertos. 

Un siglo y algo más después, otra pandemia nos pone ante igual necesidad de usar barbijos o tapabocas, porque disminuyen la propagación del coronavirus SARS-CoV-2 al reducir la cantidad de personas infectadas que liberan el virus en el ambiente cuando tosen, hablan, ríen, gritan. La evidencia surge de experimentos de laboratorio, de estudios observacionales en hospitales y hasta en países afectados por la pandemia de Covid-19. 

quema de barbijos obelisco

Sin embargo hay lugares en los que violentos movimientos populares anti uso de barbijos se suceden y en la Argentina, una de las naciones donde más se usa en América, el empleo de los tapabocas viene bajando. Si un pequeñísimo y nada representativo grupo se dedicó a quemar unas decenas de barbijos en el centro de Buenos Aires hace diez días, otros grupos más grandes ya circulan por las ciudades más populosas del país, tanto al aire libre como dentro de lugares públicos, sin cubrirse parte del rostro.

Y esto es riesgoso: aumenta la posibilidad de contagiarse el virus y también de transmitirlo a aquellas personas que no estén a al menos dos metros de distancia. 


Por qué usar tapabocas, nariz y mentón

 ¿Qué dicen los estudios específicamente? La propagación de las infecciones virales respiratorias se produce principalmente a través de microgotas. Pero además, las nuevas evidencias indican que el virus causante de la enfermedad respiratoria aguda Covid-19 puede permanecer viable e infeccioso en minúsculos aerosoles durante horas.

La cantidad de virus a la que una persona está expuesta (se lo denomina inóculo viral) influye en el modo en el que la persona expuesta se enferma: a mayores dosis, más posibilidades de que la respuesta inmune se vea sobrepasada. Cuando una persona utiliza un barbijo, aunque sea casero (como la mayoría de los que se ven en la calle), se expone a una dosis más baja del coronavirus que cuando está con la cara descubierta. Y dosis virales menores por lo general se relacionan una enfermedad menos grave o, inclusive, asintomática.

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Estudios sobre el efecto de usar barbijos

“Aunque el beneficio del uso de máscaras faciales en lugares públicos para proteger a otras personas durante la pandemia de Covid-19 ha recibido mucha atención, nos propusimos discutir por primera vez la hipótesis de que el uso universal de barbijos reduce el inóculo o dosis del virus para el usuario del tapabocas, lo que lleva a manifestaciones de infección más leves y asintomáticas”, explica el reporte de Monica Gandhi, Eric Goosby y Chris Beyrer, de las universidades de California y John Hopkins (Estados Unidos). Barbijos y tapabocas, según el tipo, filtran la mayoría de las partículas virales, aunque no todas.

“Se han observado tasas crecientes de infección asintomática y leve con Covid-19 a lo largo de la pandemia en entornos que adoptan el uso de tapabocas y barbijos entre la población. Una revisión sistemática de estudios anteriores, previos a que el uso de estos elementos fuera menos generalizado, situó la proporción de infección asintomática con SARS-CoV-2 en un 15%. Una revisión más reciente de 16 estudios diferentes estimó la tasa de infección asintomática en entre un 40% y un 45%, a partir del uso generalizado de los barbijos”, explican Gandhi y Goosby.

El análisis de lo que ocurrió a bordo de un crucero australiano que partió de Usuahia en una travesía de 21 días a mediados de marzo, muestra resultados muy específicos. Todos los pasajeros del Greg Mortimer (217 en total) recibieron máscaras quirúrgicas, mientras que el personal del barco fue provisto de máscaras N95 después de que se detectó el primer caso de Covid-19 a bordo del transporte. 

En este entorno cerrado, 128 de los pasajeros y de la tripulación dieron positivo de Covid-19 al ser testeados. Sin embargo la mayoría de los pacientes infectados en el barco (81%) permanecieron asintomáticos. Un 19% tuvo síntomas; de ellos un 6% requirió evacuación médica y un 3% fue intubado y conectado a respirador. La mortalidad fue del 0,8%.

En otro crucero en el cual no se implementó el uso generalizado de barbijos, el Princess Diamond, solo el 18% de las personas contagiadas permanecieron asintomáticas. 

Otros dos brotes más recientes, el primero en una planta de procesamiento de mariscos en Oregon y el segundo en una de procesamiento de pollo en Arkansas (ambas en los Estados Unidos), los trabajadores recibieron barbijos y se les pidió que los usaran en todo momento. Casi el 95% de las personas infectadas fueron asintomáticas.

“En países acostumbrados a usar barbijos desde la pandemia de SARS-CoV de 2003, como por ejemplo Japón, Hong Kong, Taiwán, Tailandia, Corea del Sur y Singapur, y en aquellos que adoptaron el uso de tapabocas ya desde los inicios de la actual pandemia, como la República Checa, se observan buenos resultados en términos de disminución de las tasas de enfermedad grave y muerte”, advierte Chris Beyrer.

Y agrega en el informe: “De hecho, incluso cuando ha habido rebrote de contagios en estas áreas, con uso generalizado de barbijos y tapabocas por parte de la población durante las reaperturas (Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Taiwán), la tasa de letalidad se mantuvo baja, lo que podría estar relacionado con esta hipótesis de que la dosis viral, al haber barreras de por medio, son menores”.

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Al aire y bien puestos

Especialistas de diferentes disciplinas concuerdan en que el uso del barbijo correctamente colocado (nunca debe dejar la nariz fuera, no hay que bajárselo y subírselo constantemente al y desde el cuello porque entonces se contamina, debe cubrir bien los costados de la cara) es indispensable en lugares cerrados. Y entonces son muchas las personas que tienen la idea de que al aire libre no son necesarios. 

Sin embargo, esa es una imagen errada. Porque al aire libre, aunque la posibilidad de contagio se reduce, sigue existiendo y sobre todo cuando no se respeta el distanciamiento físico entre las personas.  

En ese sentido, el Instituto Alemán de Epidemiología alemán Robert-Koch (RKI) estableció que es necesario usar tapabocas o barbijos al aire si el distanciamiento entre las personas es imposible de respetar. “Tenemos reglas, como mantener una distancia de al menos 1,50 metro -explica Lothar Wieler, presidente del RKI-. Si no es posible mantener esa distancia, recomendamos siempre usar barbijos, poco importa que sea en el interior o en el exterior de una habitación”.

Cada vez son más los países en los que el uso de barbijos o tapabocas es obligatorio, a veces en todo el país, a veces en algunas ciudades más pobladas. Francia, Alemania, Nueva Zelanda, Italia, España, Irlanda, Luxemburgo, Austria, Grecia, Bulgaria, Australia, por mencionar solo algunos de los que imponen multas a las personas que no lleven sus barbijos puestos. 

Son medidas sanitarias que protegen primero a quienes los usan, luego, a las personas con las que entran en contacto. Y por extensión a toda la comunidad, mientras se espera por vacunas para prevenir y terapias efectivas para tratar una enfermedad pandémica que ya afectó a al menos 27 millones de personas y registra oficialmente más de 900.000 muertes. 

 

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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