Lo mejor de esta película es que podemos relajarnos y olvidarnos un poco del contexto político, social o económico para hablar de ella. No implica que no transcurra en un lugar (Buenos Aires) y un tiempo (ahora) definidos; más bien lo que sucede es que la gente vive como gente y no como símbolos o entelequias. La historia es la de cuatro amigos: uno de ellos (brillante Rafael Spregelburd, un grande del teatro que el cine ahora está incorporando) está por casarse. Todos tienen en común sus problemas con las mujeres y el amor por la música. El film logra equilibrar tres elementos: la autorreflexión sobre el propio cine -Gastón Pauls es un guionista más o menos de éxito; Leonardo Sbaraglia se autoparodia como divo-, el juego de las amistades masculinas y los problemas (o variedad de problemas) de relación con las mujeres.
El film permite el lucimiento de todos sus intérpretes (especialmente masculinos) y tiene el ritmo de una buena comedia televisiva de situaciones. Lo que, lejos de ser un problema, es perfectamente cinematográfico: el mundo que vemos en pantalla se nos vuelve transparente y creemos en todo lo que sucede , lo que nos permite emocionarnos y reírnos sin vernos especialmente forzados a ello. Por cierto, el trazo grueso en algunos personajes y ciertas situaciones resueltas demasiado rápidamente conspiran contra el resultado final, pero en conjunto se trata de una buena comedia.
por Leonardo D’Espósito
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